Abuelas siempre listas para cuidar a sus nietos

Son claves en tiempos en que padres y madres trabajan extensas jornadas. Ni los problemas de salud ni la edad las alejan del objetivo de cobijar a sus seres queridos, aunque los especialistas aclaran que ésta no es su obligación.

Abuelas siempre listas para cuidar a sus nietos

Son uno de los pilares fundamentales de las familias actuales, no sólo porque con su sabiduría suelen ser el refugio en el que todos buscan amparo.

Es que en tiempos en que la realidad obliga a padres y madres a pasar muchas horas fuera de casa para llegar a fin de mes, las abuelas han pasado a ocupar un rol fundamental: cuidan de sus nietos varias horas en la semana (a veces incluso de lunes a viernes) mientras sus hijos, hijas, nueras y yernos trabajan.

De hecho, en la calle y durante las charlas cotidianas es común escuchar frases como “lo dejo con mi mamá porque se nos hace difícil llevarlo a la guardería” o “está con mi suegra, porque con ella nos sentimos más seguros”.

Por su parte, ellas dejan en claro que el motor que les da las energías necesarias es el amor. Son expertas a la hora de armarse de paciencia y encontrar el necesario equilibrio al momento de poner límites, sin dejar de lado su rol.

Así, a pesar de tener diferentes historias para las “grandes madres” mendocinas coinciden en un mismo punto: sonríen, porque -según mencionan- el saldo a favor por su entrega siempre es mayor.

Al compartir su experiencia, Liliana Reta (64) no deja de mencionar que con cada momento que comparte junto a sus cuatro nietos encuentra una chispa de vida que le llena el alma.

Dice, por ejemplo, que para ella es una bendición contar con la fuerza necesaria para poder hacerse cargo de una pequeña porción de la crianza porque de este modo colabora con la familia y al mismo tiempo disfruta de su etapa como jubilada.

Consciente de que cada pequeño/a que le queda a cargo requiere de una atención especial, según sus edades y necesidades, esta abuela "todo terreno" ha establecido sus propias pautas. Por eso, dice, habló con sus hijos para que lleven a sus niños y niñas en días y horarios diferenciados.

“Cuando vienen todos juntos a veces termino un poco cansada pero igual siempre me hace muy feliz tenerlos”, confiesa entre risas la mujer, que junto a su esposo ha acondicionado y asegurado su casa en Junín para que el tiempo en el que se quedan allí sus nietos y nietas sea un verdadero disfrute.

Una calesita, algunos columpios y hasta una casa hecha especialmente para las muñecas forman parte de la diversión habitual al aire libre.

Liliana dice que el hecho de contar con una amplia vivienda, con salones y mucho jardín, es un punto que le ha jugado a favor, porque al tener más espacio “los chicos pueden tener su espacio y yo puedo estar con ellos sin asfixiarlos”, comenta. Y menciona entre sus pautas de seguridad que “la pileta se habilita sólo cuando están los papás”.

Y siempre antes de irse, la consigna para cada nieto es “dejar todo en su lugar”.

Tan establecido como esas pequeñas costumbres que forman parte de la crianza, Liliana es consciente de que cada instante con los suyos es único. Por eso, relata, con cada nieto comparte diferentes situaciones.

Con Victoria (13),  la más grande, es la cómplice de  exquisitas mediatardes cada vez que invita a sus amigas a lo de su abuela, mientras que con Julia (6) juega a las visitas y con Joaquín (4) viaja a la prehistoria entre dinosaurios de juguete.

“La bebé (de 1 año) también tiene sus juguetes y requiere otros cuidados. También es hermoso estar con ella”, confiesa y comparte una frase que le repite a sus hijos: “Permítanme que los malcríe. Ustedes fórmenlos”.

Al amparo del amor

Antonia Gálmes (73) es otra "súper abuela" que ha sabido ordenar su espacio de tal forma que el tiempo con los más chiquitos de la familia sea un placer. En su caso, también expuso sus necesidades a sus hijas para que establezcan días y horarios para dejarle sus nietas y nietos, de 12, 9, 5 y 1 año.

“Ellas -por sus dos hijas- se organizaron para no coincidir y en el caso de que me traigan a todos en el mismo día, saben que debe estar presente una mamá”, explica. Mirar al pasado implica para Antonia una vida de trabajo. Hasta los 60 años comandó una farmacia y una vez que se jubiló decidió dedicarse al hogar y a su familia.

Entre otras cosas, ella disfruta al preparar comidas caseras para los suyos y dos veces por semana va a natación. “Los fines de semana nos vamos con mi esposo a la montaña.

Es nuestro momento de descanso”, dice esta abuela que hizo del ejemplo su principal herramienta para la vida. “Aunque tenga trabajo con mis nietos me pone muy feliz poder estar con ellos, si no tuviese esa posibilidad me aburriría mucho”, confiesa.

Tan grande es el corazón que muestra tener Lucía Ponce (70), que al escuchar sus reflexiones toda queja se vuelve obsoleta. Forma parte de las mamás que contra viento y marea han luchado por el bienestar de sus hijas y el de sus 4 nietos. Cuando ellos eran pequeños, los cuidó y educó al punto que hoy -cuando el más pequeño de todos, Franco, tiene 13 años- Lucía es la figura que les brinda amparo y sosiego ante cualquier dificultad.

“Ellos saben que pueden venir a estar con su abuela siempre porque mi casa es la de ellos”, cuenta Lucía y confiesa que uno de los mayores gustos para ella es prepararles una rica comida, hablar con ellos, conocer sus necesidades e inquietudes y abrazarlos mucho siempre que lo necesiten.

Como casi todos los nietos van a estudiar a su hogar, esta abuela es testigo de cada logro. Relata que hace unos días, uno rindió una materia en facultad.

“Estate tranquilo, confiá en vos, te va a ir muy bien porque Jesús te acompaña siempre”, le dijo antes de que el chico partiera a las 6.40 de la mañana. “A las 11 me llamó para avisarme que le fue bien”, cuenta con alegría Lucía y destaca que todos sus nietos siempre están dispuestos a colaborar.

Entrega incondicional

Con la idea de ayudar a su hija Romina, Mari Jaime (50) no duda en destinar todas las tardes, desde hace 6 años, para estar a cargo de Santi (2). Asegura que en su caso prefiere cuidarlo ella antes de que esté en la guardería, por lo menos hasta el año que viene, cuando el pequeño sea un poco más grande.

“Mientras tanto lo disfrutamos”, asegura la mujer que conoce en detalle todos los juegos que le gustan a su pequeño nieto: los columpios, los autitos y el triciclo. “Pero si hay algo que lo hace feliz, es el barro”, ríe Mari.

Al igual que ella, Amanda Mercado (76) sabe bien de qué se trata crecer junto a los más chiquitos. De hecho, ella cuidó de sus dos nietos, Emmanuel y Germán, desde que eran muy pequeños. Con la paciencia de las mamás les dio sus papillas  cuando eran bebés, los cobijó y los cuidó al abrigo de su amor mientras su hija cumplía con las exigencias laborales.

Ahora, cuando ellos están más grandes, disfruta de los momentos más simples, como salir a hacer las compras o prepararles una apetitosa media tarde. Tanta fue su entrega, que eligió  cuidarlos en los difíciles momentos en que debió afrontar un tratamiento oncológico.

Ya recuperada y feliz por su  presente, Amanda confiesa que  fue justamente la energía de su familia lo que le permitió salir adelante. “Gracias a mis hijos y nietos estoy acá. Ellos me dieron el valor para que todo saliera bien”, dice conforme.

Debe ser una opción y no una obligación

Que ya sea una situación común que las abuelas cuiden de sus nietos más allá de un fin de semana es para el psicólogo Daniel Venturini una realidad que caracteriza los tiempos actuales. Dice el profesional que el límite para decir si esto es adecuado o no está en cada mujer.

“Siempre tiene que ser una opción y no una obligación. La abuela tiene todo el derecho de decir que no o poner sus condiciones, porque de lo contrario será un perjuicio para ella, su nieto y toda la familia”, destaca el profesional y detalla que hay muchos casos en los que las abuelas, por más que quieran, no están en condiciones de cargar con la crianza de un niño o niña.

De hecho, aclara, no es su responsabilidad, porque ellas ya cumplieron con ese papel al cuidar de sus hijos.

Entre los conflictos derivados del hecho de que los adultos mayores cumplan el rol de protectores y asistentes de sus nietos, puede surgir que haya diferencias de criterios respecto de las pautas de crianza. Esto a su vez ocasiona que el niño o niña se confunda respecto de qué pautas debe seguir, si las que les imponen su padre o madre o las de sus abuelos.

Otro aspecto que menciona Venturini tiene que ver con que “muchas veces ocurre que los abuelos tienen más tendencia a dar cariño pero están cansados para poner límites”.

En ese sentido, el profesional destaca que lo ideal es que el niño o niña sea criado por sus padres y que los fines de semana comparta momentos de dispersión con los abuelos. “Los abuelos están para malcriar y los padres para criar”, sintetiza el psicólogo y aclara que dentro del universo de abuelos y abuelas el panorama es heterogéneo.

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