En la evolución negativa, y muy riesgosa, que se advierte en la actual situación económica, se combinan nuevamente un incremento del gasto en todas las jurisdicciones que alcanza niveles nunca antes vistos y un incremento del empleo en similar magnitud. Esta situación de notorio exceso del gasto y empleo público de bajísima productividad y calidad, está desangrando a las actividades productivas del país. En estos días es precisamente el problema de financiar el gasto con una cuantiosa emisión monetaria, lo que explica la devaluación del peso.
Un repaso de números pone al descubierto una situación insostenible que requiere un análisis profundo y propuestas serias para solucionar el problema más grave que enfrenta la economía argentina. Será posiblemente la tarea del próximo gobierno, dado que el actual es el que ha creado el problema. Pero no hay dudas de que sin una política de reforma integral del Estado la viabilidad de un proceso de desarrollo económico y social son más que dudosas.
El gasto consolidado (Nación, provincias, municipios) ronda 50% del PBI. Según Juan Llach, para 2012 ese gasto alcanzó la suma de 247 mil millones de dólares. En 2003 había sido de 37 mil millones. El gasto de la Nación para igual período se ha multiplicado por siete medido en dólares. Solamente 10% del incremento se ha destinado a capital físico. El 60% de aumento se explica por los subsidios y las jubilaciones sin aportes. Esos números abruman y deberían ser una fuerte luz roja encendida en el tablero de la política y de la sociedad responsable.
El gasto público total de la Argentina supera los promedios de las economías emergentes, avanzadas y de bajos ingresos; entre 2006 y 2013 se incrementó en 13,6 puntos porcentuales del PBI, hecho que no encuentra comparativo con ninguno de los países de las regiones consideradas.
En materia de empleo resulta difícil saber con alguna certeza la cantidad total de empleados de las tres jurisdicciones, pero las estimaciones más prudentes dan una base de 2.500.000 y habría al menos un cuarto más que en 2007. Hay más precisión sobre la evolución. Desde entonces, el empleo público creció 24% en tanto en el sector privado sólo lo hizo en 7,5%. Por otro lado, en los últimos años hay un fenómeno nuevo: los salarios del sector público superan en promedio a los del sector privado.
En nuestra provincia las cosas no andan bien en el gasto ni en el empleo, incluso se discute últimamente ambos números. En el caso del gasto público se duplicó en moneda constante entre 1998 y 2012; en igual período la población de la provincia creció 15%. En cuanto a la cantidad de empleados se ha admitido por funcionarios que, aún con las prohibiciones de hacer nombramientos, la planta habría aumentado de 75.000 a 85.000; se trata de la administración central.
Hay que agregar los municipios y algunos organismos que no están dentro del organigrama pero cuyos sueldos salen -de un modo u otro- del presupuesto. Otro dato que inquieta es que Mendoza está en el grupo de provincias cuya proporción de gasto destinado a sueldos es de los más altos, más de 50%. Debe decirse que al año pasado el Gobierno de la Provincia, con muy buen criterio, dispuso la realización de un censo de empleados públicos para saber a ciencia cierta cuántos son, dónde trabajan, cuántas horas, qué hacen. El censo tenía que estar terminado a fines del año pasado. Es posible que en poco tiempo se conozcan los resultados.
Sin duda será un paso muy importante para poder formular una propuesta de reforma y mejoras en la administración pública.
Finalmente, hay que recordar e insistir que tanto el mayor gasto como el aumento del empleo no han significado mejora alguna en servicios esenciales como seguridad y educación, por caso.
