Abogados a toda hora

Entre la avanzada mediática de los abogados y las ficciones que recrean el universo del Derecho, la pantalla chica local desborda de jerga legal, que se ha colado en el lenguaje de los espectadores.

Abogados a toda hora
Abogados a toda hora

De la noche a la mañana, gracias al estímulo de los medios y sin la necesidad de haber pasado por una facultad de Derecho, los argentinos padecemos una nueva fiebre: pensamos, hablamos y discutimos como si fuéramos abogados. De repente, somos expertos en peritajes, testimoniales, cautelares y hablamos de “dolo eventual” y de “homicidio criminis causa”.

Si bien ha sido un fenómeno gradual, este año lo terminó de impulsar el crimen de Ángeles Rawson, que conmocionó a la sociedad y catapultó el rating de los informativos, magazines y las señales de noticias que siguen el caso: las audiencias lo ven como a un folletín del espanto. Casi en simultáneo, se estrenaron programas de ficción que pusieron a los abogados en el centro de la escena. Fue el caso de “Farsantes” (a las 22.45, por El Trece, y aquí por Canal 7), tira que comenzó en junio pasado protagonizada por un dream team de actores: Julio Chávez, Facundo Arana, Griselda Siciliani, Benjamín Vicuña y Alfredo Casero.

Mario Segade -guionista de éxitos como “Vulnerables”, “Resisitiré” y “El puntero”- integra la pareja autoral de la tira con Carolina Aguirre, escritora que se hizo reconocida con sus blogs “Bestiaria” y “Ciega a citas”. Según Segade, “la idea de que ‘Farsantes’ gire alrededor de un estudio de abogados y que los protagonistas confluyan ahí fue de la producción. Desde el guión tratamos de trabajar sus diferencias y semejanzas, y de recrear una mirada moral sobre la vida. Que sean abogados los hace estar en contacto con criminales, pone en jaque lo que piensa cada uno sobre lo legal y lo ilegal. Para cada personaje esto puede resultar simple o complejo. Por ejemplo, defender a un estafador”.

Las ficciones han puesto el ojo en esta temática porque permite desandar conflictos humanos desde una mirada novedosa. “Interesa porque es un mundo de la palabra, en el que hay que negociar, ponerse de acuerdo. Una cosa es lo que se dice y otra lo que se hace. Odiás al otro y no se lo tenés que demostrar, hay como una hipocresía andante que a la hora de escribir tiene buenos matices, es material precioso”, afirma Segade.

En la tira brillan dos personajes contrapuestos: el codicioso Marcos Labropoulos, interpretado por Casero, y la idealista Gabriela Soria, jugada por Siciliani. El guionista los analiza: “Ella tiene un ideal de justicia que cuando se choca con el día a día tiene conflictos. En el estudio a veces el fin justifica los medios y ella es intransigente con que hay que hacer lo que se debe y no lo que se puede. El personaje de Alfredo es más pragmático. Sin ser un delincuente, sabe que tiene que meterse en el barro y mentir, y que para mantener la estructura del estudio hay que facturar”.

La impronta humana con la que Casero recorta a su personaje es memorable. El actor se define en el rol con claridad: “Uno nunca deja de ser uno cuando trabaja en primera persona, uno pone muchas cosas de uno. Mi pregunta es ¿quién sería yo si fuera Marcos?

“Marcos es un entusiasta de ganar, nunca se enoja, trata de inquietar, no tiene fuerza de mafioso. Es un poco egoísta, como lo son un poco todos. Trato de ir tirando cosas que sirvan para ver cómo es el tipo, sobre guiones que vienen muy bien, ya tienen caída, son techos que ya vienen con canaleta puesta”. Según Casero, los abogados del ciclo “son personas luchadoras. Podrían ser mucho más soretes y tienen en el fondo una cosa abiertamente moral y otra inmoral, que es lo que la Justicia es. Tenés la mierda de un lado y lo noble del otro. Eso mantiene el justo medio de la idea que nosotros tenemos de la Justicia. Es que en ‘Farsantes’ no se habla mal de los abogados, se habla mal de un sistema jurídico lleno de agujeros”.

Para Carolina Aguirre, “cualquier profesión sirve para reflejar una visión moral del mundo. Tratamos de que la historia sea lo más verdadera, tierna y sensible que se pueda”.

Quizás como reflejo al auge general, “Los vecinos en guerra” (a las 22.45 por Telefé y aquí por Canal 9) incorporó hace poco -a cuento de la necesidad de un giro en la historia- a Juan Gil Navarro, que interpreta a Mariano, un abogado penalista seductor y manipulador que irrumpe en la trama para vincularse con Mecha, el personaje de Eleonora Wexler. Ese enfoque no es casual.

Los abogados también están instalados como personajes oscuros, de doble moral. Así los ve Ernesto Korovsky, guionista de “Los vecinos...”: “A mí en general no me gustan. La abogacía es de las profesiones más áridas. Comparados con un médico que te salva la vida, son más lejanos, te hablan de cosas que vos no sabés. Tienen un aspecto heroico, pero también son vistos como muy tramposos, tienen un poder sobre la gente que no me gusta, son seductores que manejan una retórica muy envolvente. Hay algo de la familia judicial que es interesante dramáticamente, pero está idealizado. Eso sí, cada época tiene sus héroes nuevos. En esta tira, el abogado que interpreta Gil Navarro es un villano, vino a enrarecer el clima. Ojo, tampoco es lo único que pensamos sobre el tema, es sólo un personaje”.

“Para componerlo me basé en el imaginario colectivo que hay sobre los abogados más mediáticos. Mi vieja laburó muchos años en un estudio jurídico y vi gente muy amable y educada... y también conocí abogados. No te puedo mentir”, reconoce Gil Navarro. “A diferencia de los planteos de las series norteamericanas, acá el foco está puesto en la trampa y en cómo transgredir la ley. Ninguno de los abogados actuales de la ficción es un Petrocelli, un tipo que sólo buscaba justicia”, sostiene el actor, que cree que “el público se engancha más con un estereotipo que con el oficio en sí”.

No ficción

En forma simultánea, los penalistas invadieron los programas que no son de ficción, que se transformaron en juicios “all’ uso nostro”, en los que acusados y acusadores debaten para una audiencia que consagró ese planteo -que a veces orilla el amarillismo- con el rating. Así, en una maraña de abogados surgió un nuevo personaje, el lacónico e hiperserio Marcelo Biondi, integrante del estudio de Miguel Angel Pierri, defensor de Jorge Mangeri en el “caso Angeles”. Con sus camisas negras, su bigote denso y su look ‘Soprano’ , Biondi supo capturar la atención de los medios. Pero hubo otro ángulo que les abrió a los abogados las puertas de la TV: el de las peripecias judiciales de los famosos.

Ana Rosenfeld es la pionera en la defensa de estrellas: “Creo que lo nuestro interesa tanto porque la gente se siente identificada. Saber que sus problemas son similares a los de los famosos los hace sentir acompañados. Además, suma que reciben información que les sirve para tramitar sus propios casos, como los divorcios o los accidentes”. Rosenfeld parece haber nacido para la TV: “Me siento muy cómoda porque hablo de lo que sé. Recuerdo que una vez titularon una nota que me hicieron como ‘De Figuretti no tengo nada’.

Al principio me shockeó, pero Marcelo Tinelli me dijo que en realidad significaba que lo que hago le interesa a la gente y por eso me invitan. El tiempo le dio toda la razón”.

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