Cuando el interior despierta en festivales, Abel Pintos (32) no tiene casi ni un día libre. Anoche estuvo en Andalgalá (Catamarca), hoy en Trancas (Tucumán) y mañana en Alta Gracia (Córdoba).
Y siempre viaja en la ruta. Kilómetros, kilómetros y más kilómetros: recorre de punta a punta el país. En esas horas, su distracción es leer: “En cinco o seis horas lo leo”, dice refiriéndose a los “Ensayos”, del filósofo francés Michel de Montaigne. Quizás ahora mismo los esté ojeando.
Y en la ruta, apenas alejándose de Capital Federal, es que le cae esta llamada de Estilo. Es en ocasión de su regreso (después del show cancelado el año pasado a causa de un fatal accidente, recordemos) al festival Rivadavia Canta al País, el 3 de febrero (es decir, el viernes que viene).
Allí compartirá la noche con Los Huayra y otros artistas (ver ficha), y así también abrirá el calendario de un mes que sabrá verlo otra vez más en Mendoza: el jueves 9, que es el primer día del Festival Nacional de la Tonada en Tunuyán.
“Fue un día muy conmovedor para todos. Me siento muy agradecido con el pueblo de Rivadavia, que nos acompañó, nos contuvo en aquel momento, y que ahora nos da la oportunidad de regresar, para poder cerrar ese círculo que quedó abierto y brindar este concierto”, dice Abel Pintos, recordando la triste jornada en la que murieron una joven y tres niños.
Sigue: “Lo mismo me siento agradecido con la gente del festival, que me permite regresar para poder brindar este concierto”.
El día de ese show fallido muchos lo tendrán bien presente, puesto que Abel se acercó al público en la calle y (acompañado nomás por su guitarra) cantó “Motivos”: “A veces pierdo los sentidos / pensando el tiempo de partir, / no quiero irme de este mundo / con mil cosas por decir”, coreaban los fans ese 29 de enero (ya es exactamente un año).
Así arrancaba su 2016. Como siempre, localidades agotadas en cada escenario que pisó, pero también la publicación de “Once” (su 11° disco con 11 canciones), que llegó a las bateas el 7 de octubre. El 11 de ese mes fue Disco de Oro y el 17 Disco de Platino.
“Once” (Sony Music, 2016) marca definitivamente, según muchos, la internacionalización de Abel Pintos: sonidos pop más bruñidos, una radicalización que 15 premios Gardel obtenidos en ese género ya la venían haciendo presentir.
-Todavía no presentaste "Once" en Mendoza...
-Sí, voy a cantar algunas canciones, mezcladas con otras de toda mi carrera. Luego, en el transcurso del año voy a regresar a Mendoza probablemente a un par de ciudades, a presentar ya la gira del disco, con todas las canciones en vivo y contándole más específicamente al público de qué se trata. Pero en estos festivales, tanto Rivadavia como Tunuyán, voy a cantar algunas canciones del disco nuevo también.
-El 11 se repite, y además vos naciste un 11. ¿Hay una cuestión numerológica en el disco?
-Bueno, sin dudas me puse a coquetear un poco con la numerología. La realidad es que el 11 funcionaba como un símbolo que tenía mucho que ver con el orden conceptual del álbum. Las canciones del disco, en órdenes generales, hablan de dónde pienso yo que están las relaciones entre los seres humanos hoy, y también hablan de qué opino yo sobre lo que significan las individualidades propias y de los demás.
-¿Cómo es eso?
-Poder elegir las relaciones por lo que el otro es y no por los intereses que podamos tener creados con el otro. Opino que si pudiéramos hacer un foco en eso, tal vez las relaciones que tenemos puedan ser un poco más sabias. Justamente, dentro de la numerología, el 11 habla de esto: de espiritualidad, de sabiduría.
Tanto desde el sentido numerológico, que es un número importante y significativo en mi vida, también funcionaba como un buen símbolo de lo que habla el disco. Justamente, para lograr relaciones sabias hacen falta dos individuos que se respeten como tal.
-Cambiando de tema, hace dos semanas falleció Horacio Guarany, ¿cómo te afectó?
-(Respira profundo) Bueno, como a todo el mundo. Es una pérdida muy significativa, porque es una pérdida doble: la música pierde a un autor, compositor y cantante prolífico por demás, que deja una obra vastísima, una obra popular (remarca) vastísima y que también seguro debe haber dejado una obra desconocida vastísima también. Porque, por comentarios de gente que siempre estuvo a su alrededor - yo siempre preguntaba por él-, me decían que siempre estaba ahí, haciendo canciones, grabando... Era un tipo imparable.
-¿Cuándo fue la primera vez que lo viste?
-A los 11 años. Me invitó a cantar a su escenario. Fue siempre muy cariñoso y amable conmigo. Nos vimos pocas veces, pero fueron muy importantes esos pocos encuentros.
-¿Cómo lo recordás en los gestos, en el porte, en el lado más humano?
-Muy intenso. Un tipo arrollador. Una energía incomparable. No por nada le decían “El Potro” en su momento, era un tipo que te llevaba puesto como un caballo de energía arrolladora.
-¿Es cierto que el día que te "descubrió" Raúl Lavié cantabas una canción de Horacio?
-¡Claro! Cantaba una canción que grabé en mi primer cassette, que se llama “Herencia” (grabado en un sello local de Bahía Blanca) y que grabé también en mi segundo disco, con una multinacional, “Todos los días un poco”. Se llama “Cuando nadie”. Cuando grabé ese cassette en Bahía Blanca, el día del show de Horacio lo fui a ver, cantaba un 11 de mayo, mi cumpleaños.
Entonces yo le pido a mi familia que me regale las entradas. Lo voy a ver, me meto ahí al camarín, medio como un fan enloquecido, y simplemente le digo: “Lo único que quiero es darle este cassette y no quiero molestarlo”. Se lo di y me fui, ni lo saludé ni me saqué una foto, ni nada.
-¡La emoción de ese niño!
-Me fui al hall del teatro. Comenzó el show y estaba a mitad de sala. En un momento me fui hasta al lado del escenario para sacar una foto de cerca con mi cámara y entonces él me ve, corta la canción, le cuenta al público que yo había sido un chico muy atrevido y que había entrado en su camarín para dejarle un cassette mío, y entonces dice: “Bueno, este chico canta, a ver si es cierto...”. Subí al escenario y me preguntó si quería cantar y en qué tono. Ahí cantamos “Cuando nadie”...
-O sea, sin escucharte te hizo subir.
-Sí (contundente), para ver si era verdad que yo cantaba (risa).
-Cambiemos de tema, a algo más recalcitrante: ¿Qué le decís a las personas que critican esta evolución tuya cada vez más notable hacia el pop?
-(Silencio telefónico)... Nada que decir.
-¿Nada?
-No, porque entiendo que las críticas siempre son subjetivas. Por eso lo que cada uno piense va a estar bien.
-Hace unos días una cobertura de Cosquín para Télam te "acusó" de "españolizarte".
-Claro... (silencio) ¡Como si fuese un crimen si eso fuera así! No tengo nada que decir frente a la crítica, sobre todo porque yo no hago mi música basándome en las críticas buenas, por eso no veo por qué me preocuparía por una crítica. Yo no considero que existan críticas malas además.
-¿Cuál es tu postura?
-Son opiniones y las opiniones son siempre válidas. Si al periodista de Télam le pareció que yo me españolicé, no veo que esté ni bien ni mal lo que opina, ni veo que esté ni bien ni mal si así fuera.
-De alguna forma, ¿puede ser que te ayude para instalarte en la industria de España este cambio?
-Creo en realidad que lo que me va a ayudar a instalarme en la industria de España va a ser lo que hago acá: dedicación más conciertos, conciertos, conciertos. Lo importante es eso, mi relación con el público.
Esta relación es más sólida que las fuerzas de la industria: lo demuestra cada escenario cada noche. Pero un caso en especial emocionó a Abel, y fue hace poquitos días, cuando se difundió una carta pública que le escribió Beba Rodríguez, una cordobesa de 79 años.
Ahí ella cuenta cómo lo acompañó, desde abajo del escenario, durante sus veinte años de carrera. Tiempo en el que pasó de todo en la vida de Beba (hasta haber sobrevivido a un cáncer): “Todo mi amor. Te quiero Abel”, terminaba escribiendo.
Ese Abel la recuerda con mucha emoción, porque se conocieron hace apenas unos días en Cosquín. Y hubo gratitud de las dos partes.
Rivadavia canta al país
En Complejo Municipal Deportivo de Rivadavia.
Día por día:
Martes 31 de enero
Apertura de taquilla a las 19, espectáculo a las 21. Vendimia Departamental: “Postales de un legado eterno”, dirigida por Maximiliano Yankelevich. Serenata de las reinas con Lisandro Bertín. Cierre con Santos Guayama. Entrada general $30. Menores de 10 años gratis.
Miércoles 1 de febrero
Noche Familiar. Actuación de Los Cancheros y artistas locales. Entrada libre y gratuita.
Jueves 2 de febrero
Noche de Previa Tropical-Cuarteto. Apertura de taquilla a las 19, espectáculo a las 21. Actúan Amar Azul, Ulises Bueno, La Fiesta, La Re Pandilla y Owen y Jack. Entradas anticipadas (limitadas) $150, en taquilla $200 (menores de 10 años gratis). En Chamu Rockería (Lavalle 35, Ciudad; 9 de Julio 83 y Peatonal Aldo Sánchez, San Martín),
Viernes 3 de febrero
Primera noche. Apertura de taquilla a las 19, espectáculo a las 21. Actúan Abel Pintos, Los Huayra, Rodrigo Galdeano (humor) y artistas locales.
Sábado 4 de febrero
Segunda noche. Apertura a las 19, espectáculo a las 21. Actúan El Chaqueño Palavecino, Los Nocheros, Beto Moya (humor) y artistas locales.
Domingo 5 de febrero
Tercera noche. Apertura de taquilla a las 19, espectáculo a las 21. Actúan Soledad Pastorutti, Luciano Pereyra, Héctor Gil (humor), Ligia Piro, Antonio Romera y artistas locales.
Entradas de los días 3, 4 y 5: Anticipadas $150, taquilla $200, preferenciales $400. Menores de 10 años gratis. Los residentes del departamento tienen beneficio con la tarjeta Rivadavia Digital: dos entradas por $150 por cada titular (acercarse a la Municipalidad de lunes a viernes de 7 a 13).
