Abel Trillini (40) ya es como un miembro más de la familia -quizás un hermano- para los miles de automovilistas mendocinos que a diario atraviesan el nudo vial de Costanera y Zapata a primera hora.
Conocido como "el Motivador del Nudo Vial", sus carteles con mensajes que desbordan optimismo y contagian empatía pueden lograr que el día de quienes aguardan a que el semáforo cambie a verde comience de otra manera. Siempre mejor.
Su rol social y su protagonismo al incidir con tanto optimismo en el día a día de la gente lo llevaron a ser uno de los oradores de las recientes charlas TEDx Paseo Alameda; y fue en este contexto en que Abel hizo una confesión más que terrible y que marcó su vida: cuando tenía 6 años fue violado por un comerciante vecino.
"Durante 2 años abusó de mí sistemáticamente. Yo trataba de esquivarlo, y él me tenía amenazado con que si yo llegaba a decirle algo a alguien, le iba a hacer algo a mis hermanitas. Yo estaba aterrado, pero un día, con 8 años, empecé a correr para alejarme de él. Él me gritaba atrás, pero yo corrí. Y así pude escapar", recordó Abel con la simpleza y humildad que lo caracterizan, y con el optimismo que contagia día a día y que lo llevó a convertir todo ese dolor en ayuda.
"Recién hace 15 años pude contarle a alguien lo que me había pasado (fue a Susi, mi esposa y mi 'psicóloga'), y hace muy poco que puedo hablar del tema sin llorar. Hace 15 años pude perdonarme el no quererme. Y recién hace 7 años me empecé a ver al espejo y pude hablarme 'de frente manteca', sin agredirme", siguió Abel entre mate y mate, y con la compañía de la incondicional Susana Morán ("la Susi").
"Yo sabía que esto iba a pasar, por eso hablé (en la charla TEDx). Ha sido todo un proceso largo; no sé si valió la pena, pero hay que respetarlo. Yo estuve en las tinieblas, y hubo 2 situaciones concretas en las que intenté quitarme la vida (fueron más, pero aún no consigo poder hablar de las otras). Y a la gente le digo que lo primero que hay que hacer es perdonarse. Yo no soy psicólogo, pero la verdad es que no sé cuántos psicólogos han estado en las tinieblas; y salieron", continuó Trillini con la voz entrecortada, pero reconociendo que hablar del tema lo ayuda mucho.
Empatía
La charla en la que Abel hizo tan escalofriante confesión tuvo lugar el jueves 21 de diciembre del año pasado, en el Arena Maipú. "Empatía, signo de grandeza" fue el nombre de la exposición que se extendió durante casi 16 minutos.
"Yo he escuchado infinidad de charlas TEDx, y cuando mi primo vino y me dijo que estaban convocando posibles expositores; para mí fue como si viniesen a decirme que estaban buscando jugadores para la selección. La primera vez que escucharon mi charla me dijeron que les había gustado, pero que le faltaba emoción. Y yo les dije que si me llegaba a emocionar más, me iba a quebrar", recordó el motivador que vive en el barrio Infanta (Las Heras).
El domingo previo a la charla, Abel se fue solo al Parque San Martín a repasarla. Pero allí la emoción y los recuerdos le ganaron a la razón, y el llanto impidió que la pudiera terminar. Un día después, hizo la pre charla en el Arena y con sus amigos más íntimos debajo del escenario. Y no tuvo inconvenientes.
"Ha sido un proceso muy largo, una batalla y es conmigo contra quien más he peleado. Una vez escuché a la escritora y oradora Louise Hay que aconsejaba a uno a escribir cartas a las personas que lo habían herido (aunque después no las entregues y quieras quemarlas). A mi papá le escribí una carta de 4 hojas, al tipo que me violó una de 5. Y la carta dirigida a mí tenía 9 carillas. Y las primeras tres, todas de puteadas", rememoró Abel.
"Sentía asco, bronca, que no podía estar con la gente. Yo me había criado en la calle y había comido basura. Pero siempre fui solidario, y cuando era chico dije que iba a fundar un comedor. Y de grande lo hice, en La Favorita. Además, ayudé en otros tantos", explicó.
Cuando Trillini tenía 5 años, su padre lo abandonó y en ese momento se fue a vivir con su madre, sus tíos y sus primos a la casa de la abuela materna "Mota". Con tal de ganarse la vida, su mamá vendía números para rifar lo que tuviese (incluso, muchas cosas del casamiento). Y así fue como llegó a las garras de su depredador.
"Ese hombre me dijo qué quería comprar y me hizo pasar a su casa. Sus intenciones eran violarme, y lo hizo. Me robó la niñez, la inocencia. Me robó todo", recordó Abel, inquebrantable, sobre el primer ataque.
Por estos días, Abel se está moviendo para que aquellos episodios que le arrebataron todo tengan una resolución judicial -"estoy buscando como hacerlo mierda legalmente", se sinceró sin eufemismos-. Por eso es que prefiere no dar nombres.
Hace 15 años alguien le contó que a su agresor lo habían asesinado a cuchilladas cruzando el puente que une el barrio Aeroparque con el San Martín. Sin embargo, fue la propia hermana del comerciante quien le confirmó hace 2 meses que estaba vivo.
"Cuando me fui a Estados Unidos (NdA: vivió allí 15 años junto a Susi y allí nacieron sus hijas) le perdí el rastro. Pero aún lo estoy procesando. No ha sido fácil vivir, pero lo bueno es que salí", rememora.
El último de los encuentros con quien se convirtió en su pesadilla fue a los 8 años. El mismo día en que Abel -cansado de esquivarlo- corrió para alejarse, su vecino lo siguió hasta la escuela. Y estando adentro, le tiró un beso al niño a quien él mismo le había arruinado la vida.
"El ruido del beso me quedó. En las tinieblas, todos los ruidos son fuertes. Entonces yo me subí a un árbol y me tiré al piso de cabeza. Después del golpe, las maestras me dejaron en un banco hasta que me quedé dormido, y cuando me desperté me mandaron a mi casa, solo. Yo no sabía quién era, dónde estaba. Y fue mi mamá quien salió a agarrarme, porque yo iba pasando por al lado y no la había reconocido. Ni tampoco respondía a sus llamados", reconstruyó Abel, quien aclaró que todo eso lo supo cuando se lo contaron más adelante.
Cerca de 36 horas después del golpe, Abel Trillini volvió en sí. Y fue el doctor Abel Albino quien lo atendió en el sanatorio Fleming y lo derivó a un neurólogo. Sí, el mismo Abel Albino que dio su charla en el mismo escenario de TEDx Paseo Alameda minutos antes que él.
Ayudar
Mientras escucha -y se emociona al hacerlo- la canción "Oregon" que su sobrino (Matías Trillini) le regaló y que describe en parte su vida; Abel no deja de enaltecer a su abuela "Mota" ("ella nos cobijó a todos bajo su ala, ella es gran parte de lo que soy yo") ni a Daniel Rojas ("papá de mis amigos y mi figura parental").
Abel salió a trabajar con 8 años vendiendo maples de huevo casa por casa. Y era el principal sostén de una casa en la que vivían 12 personas. "Fueron años jodidos, yo nunca le dije nada a nadie de lo que me había pasado, por miedo", recuerda.
La idea de pararse en un pequeño descanso ubicado cerca del cruce entre Costanera y Zapata con mensajes motivadores la tomó de un hombre a quien vio en Nueva York con un cartel donde ofrecía abrazos gratis. "El hombre me dio un abrazo muy sincero. Y yo le pregunté si a todos abrazaba así, y él me dijo que abrazaba a todos como si fuesen sus hermanos. Cuando volví a Argentina yo estaba muy enojado con mi país. Pero me di cuenta que la empatía a mí me salvó la vida. La empatía permite que la gente se de cuenta que se puede ayudar siempre, y lo de los carteles yo lo hago para tratar de arreglar este país", acotó.
Luego de la charla de diciembre y de la confesión, Abel fue invitado el sábado pasado a un hogar de la Dinaf. Allí -dice- estuvo rodeado de un montón de chicos de entre 6 y 19 años que también habían sido víctimas de abusos y de abandonos.
"Había un chico que había sido abusado y que no hablaba con nadie, nadie lo sabía. Pero después de escucharme, se acercó y me contó. Mi idea fue siempre motivar a la gente a pesar del dolor. En esas situaciones tenés dos opciones: o te tirás o salís. Y yo elijo salir. Y si puedo dar charlas y ayudar a gente a salir adelante, lo haré", resumió Trillini al fin de la charla y mirando sus antebrazos, donde sobresalen los tatuajes con las iniciales de sus hijas y las fechas de nacimiento.
“A veces me olvido por qué me levanto cada mañana. Pero cuando estoy lijando (trabaja como pintor), veo los nombres de mis hijas y allí me acuerdo”, agregó.
Ayuda y más ayuda
Como Abel no concibe su vida sin poder ayudar, este viernes -de 7 a 11- estará en el lugar de siempre (Nudo Vial) recolectando ayuda material y dinero para la Fundación Carmela Fassi y para la iglesia Cruz y Gracia.
Quienes deseen ayudar, podrán acercarse al lugar. O aprovechar la lenta espera del semáforo en rojo para aportar su granito de arena.