Se presenta por primera vez en Sudamérica, y será en Mendoza. Se trata del bailarín de ballet Aaron Robison. Con suavidad, movimientos sutiles casi inconscientes que delatan su profesión, comienza a contar su temprano encuentro con su primer amor: el ballet. “Fue a los 10 años que mi madre me regaló un video del bailarín ruso Nuréyev. El tenía mucha fuerza cuando bailaba y eso me inspiró a decidir que quería ser un bailarín en serio”, comenta.
Las palabras fluyen y dejan entrever esas entonaciones, saltos y expresiones de quien nació en Inglaterra, se crió en Barcelona y hoy vive en Estados Unidos. "Yo nací en Inglaterra, pero mis padres se mudaron a Barcelona cuando era pequeño. A los 16 regresé a Londres y después de 6 años, al regresar a España me di cuenta que algo de mí, de cuando era joven se había perdido y lo pude volver a encontrar".
Esta noche, Aaron llega al teatro Independencia y en la piel de Sigfrido, el Lago de los Cisnes cobrará vida. La escenografía musical de Tchaikovsky también abrazará a los bailarines del teatro Colón, Matías Santos y Gerardo Wyss, a la mendocina Inés Riveros y al cuerpo de baile del Ballet de María Cristina Hidalgo, quien junto a Shirley Jorquera llevan a cabo la dirección. Aaron nos adelanta "Está bueno porque yo he hecho versiones diferentes de ‘El lago de los cisnes’, y ellos tienen su versión así que estamos haciendo una buena mezcla de las dos cosas".
-¿Cómo fue que empezaste a bailar?
-Tenía 6 años, mi hermana mayor iba a la escuela de ballet a la que yo iba con mi mamá a esperarla. Cuando era pequeño era un chico con mucha energía y molestaba, entonces las profesoras de mi hermana le propusieron a mi madre que me pusiera a bailar a mí, así que comencé a bailar. Al principio me gustaba porque estaba rodeado de chicas, como era el único chico tenía mucha atención.
-¿Has interpretado varios personajes en diferentes espectáculos, cómo es que lográs combinar el ballet con la teatralidad de cada personaje?
-A veces no tienes mucho tiempo para armar el espectáculo. Por ejempo, en el Houston Ballet hacemos muchas exhibiciones al año y tenemos tres semanas, un poco más o un poco menos para aprender todo los pasos y a eso sumarle el carácter del personaje. Son igual de importante los pasos que la interpretación. Creo que ayuda mucho la persona que enseña, que pueda explicarte bien cómo es la personalidad o qué está pensando ese personaje. Especialmente en el ballet, porque uno no puede hablar, a veces es difícil. Es una de las mejores cosas de ser un bailarín, el poder interpretar diferentes papeles, es divertido ser distintos personajes. Siempre es un desafío.
- ¿Qué aprendiste de los distintos ballets (Barcelona, EUA, Londres) de los que fuiste parte?
- Yo nací en Inglaterra, pero mis padres se mudaron a Barcelona cuando era pequeño. A los 16 regresé a Londres, me di cuenta de la disciplina que tienen en las Escuelas de ballet y de la madurez. En España, en esa época, todo el mundo hacía lo que quería, había muchos chicos con talento pero no un marco para ellos; no hay muchas compañías profesionales y el gobierno no está muy interesado en promover esos ámbitos.
En Inglaterra son muy famosos por la importancia que le dan a los detalles en los pasos, bailando en España pensaba que era mejor hacer más (saltos, giros) y en Londres aprendí que menos es más, allí también es más importante cómo interpretar al personaje más que la técnica. Después de 6 años con la compañía en Inglaterra, al regresar a España me di cuenta que algo de mí, de cuando era joven se había perdido y lo pude volver a encontrar, y me hizo muy bien.
Estados Unidos es como una mezcla de diferentes estilos, los bailarines americanos son una combinación de español, cubano, ruso. Al público le encanta ver actos grandes, agradecen mucho el ballet y le dan importancia. En el Houston Ballet, no hay ayuda del gobierno y sin embargo es increíble lo que invierten en la compañía.
- Ahora que bailás por primera vez en Argentina y Sudamérica, ¿qué te parece este escenario mendocino, tus compañeros?
-Todos son simpáticos, y me han hecho sentir muy cómodo. Está bueno porque yo he hecho versiones diferentes de “El Lago de los cisnes”, y ellos tienen su versión... así que estamos haciendo una buena mezcla de las dos cosas.
- Como bailarín joven e internacional, ¿qué pensas de la llegada de la danza clásica a otros públicos?
- Es difícil. Si yo no hubiera tenido esa pasión de pequeño hoy no sabría todas las cosas que tiene el ballet; piensas en ballet y te imaginas chicas con tutú o que es aburrido. Ahora he visto que se está promocionando la danza clásica para más variedad de edades, principalmente para gente más joven. Antes era para gente que tenía más dinero, pero ahora las compañías están intentando llegar a un tipo de público con menos recursos. En Houston hacemos 5 o 6 espectáculos al año, al aire libre, al que puede venir cualquier persona. Las compañías tienen que encontrar una manera de hacer conocer este estilo de danza y no esperar a que la gente venga por sí sola.
-Y cuando te retires...
-A veces pienso qué me gustaría hacer después de vivir de esto. Por un lado, me gustaría seguir en el mundo del ballet, ser maestro. Por otra parte, también me gustaría conocer algo diferente. Soy alguien muy físico, tengo que hacer algo que tenga que ver con el cuerpo. Algo que me llama la atención, es que tengo compañeros que tienen 40 años y siguen bailando, es increíble, comparado con hace 10 o 20 años atrás es sorprendente.
-Pero tu pasión es el ballet.
-Mi madre me dice que me perdona por poner al ballet antes que todo, porque sabe que mi primer amor siempre ha sido el ballet. Es como una droga casi, la mayoría de las veces te están criticando, no hay un día en que alguna parte de tu cuerpo no te duela rodilla, tobillo, espalda, hombro. Cualquier persona normal me preguntaría ¿por qué lo haces entonces, si te duele, te gritan? Yo creo que ser bailarín es algo con lo que naces adentro, es más terrible cuando alguien no sabe cuál es su pasión, yo creo que todo el mundo lo tiene ahí para algo y hay que encontrarlo. Al final, vale la pena; cuando termina una actuación, haces una reverencia, ves al público aplaudiendo y te dices a ti mismo: “¡Esto es lo que me gusta!”
La ficha
El Lago de los Cisnes
Fecha y hora: hoy y mañana a las 21.30.
Lugar: Teatro Independencia.
Entradas: agotadas para las dos funciones.
Bailarines: Aaron Robison (Sigfrido), Matías Santos (Rotbart), Gerardo Wyss (Pas de Trois), Inés Riveros (Odette/Odile) y elenco.
Dirección: Shirley Jorquera y María Cristina Hidalgo.
Escenografía: Gustavo Lozano.
Iluminación: Daniel Cortez.
Vestuario: Liliana Rosales, Yanina Di Munno y Marisa Bacchini.
Tocados: Humberto Riveros.