Tomar como medida a un rival de cuarta categoría como Trinidad y Tobago no tiene sentido a la hora de evaluar la performance del seleccionado argentino en el primero de sus dos ensayos de despedida. El 3-0 ya es anécdota y el partido de anoche se recordará más por la cantidad de situaciones netas de gol que se perdió la Selección que por las que pudo concretar. Contra los caribeños, más que un amistoso internacional fue un entrenamiento con público, como si el predio de la AFA en Ezeiza se hubiera convertido en el Monumental durante noventa minutos.
Alejandro Sabella ensayó tres variantes de juego dentro de un esquema que pasó de un clásico 4-3-3 a otros en los que se cubrió el ancho de terreno por momentos con un doble cinco y por otros hasta por un triple cinco, al menos durante unos quince minutos aproximadamente. El entrenador evalúa cómo se acoplan sus hombres y de qué manera interpretan el mensaje previo sobre las funciones a cumplir. La teoría no siempre va de la mano con la puesta en práctica y cuando el técnico decidió los cambios lo hizo convencido de que en cancha se asimilan más rápido las ideas que en las prácticas, a partir del método ensayo y error.
El DT ha ensayado durante casi tres años para compensar la diferencia marcada entre ataque y defensa. En la última línea, indudablemente el talón de Aquiles de la Selección, han rotado nombres y sin embargo nunca se llegó a un nivel de seguridad extrema. Fue durante 2013 que el propio entrenador impuso la idea de establecer como primera línea defensiva a dos atacantes que de a poco fueron ganando minutos en cancha hasta transformarse en primera opción de recambio, como pasó ayer y también en otras oportunidades con Palacio y Lavezzi en vez de Agüero e Higuaín. Tanto el delantero del Inter como el de Paris Saint Germain presionan la salida rival apareándose al defensor adversario que sale armando juego desde abajo, con la premisa de hostigarlo en el traslado y de recuperar la pelota; a partir de allí, con el cambio de ritmo más las opciones de pase al costado (Di María) o al centro (Messi), Argentina gana en velocidad y queda usualmente uno contra uno en posiciones de definición.
En el sector central es donde Sabella sorprendió a último momento con la desafectación de Ever Banega, mucho más sintomática que la de José Sosa. El ex Boca y actual Newell´s parecía haberse ganado un lugar indiscutido a base de producciones satisfactorias y hasta goles en dos partidos importantes (el 1-1 contra Bolivia, en la altura de La Paz, por las eliminatorias, y el marcado frente a Italia en Roma, cuando el albiceleste ganó 2-1 en el amistoso en honor al Papa). Representaba, además, el recambio natural de Fernando Gago de la misma manera que Lucas Biglia lo era de Javier Mascherano. La decisión del DT en excluirlo marca una bisagra que se agigantó en las últimas horas como si se estuviera en presencia de un segundo “Caso Tevez”. Es más, hasta alimentado por las suspicacias que se generaron a raíz del vínculo de amistad entre el también ex jugador del Valencia con Lionel Messi, ya que se conocían desde la infancia de los dos en Rosario.
Sin Banega, la confirmación de Enzo Pérez se convirtió en una novedad saliente que aún no ha sido debidamente ponderada. Por su ductilidad a la hora de ocupar distintas posiciones dentro del campo de juego, el mendocino es uno de los jugadores más provechosos para Sabella. Ya se notó durante la Copa Libertadores 2009, cuando el “Principito” cobró protagonismo haciendo relevos de lateral derecho y también aportando como volante suelto en ataque, con llegada a posición de gol. Anoche, durante la media hora que estuvo en cancha, trabajó en función de triple cinco en línea, de entrada, repartiéndose el ancho del terreno con Mascherano y Biglia; luego, al salir el volante del Barcelona, el del Benfica quedó en función de doble cinco adelantado, con Ricky Álvarez como descarga por las bandas.
Contra Eslovenia, el sábado próximo, habrá enfrente una formación que está al menos un escalón arriba de T&T, aunque igualmente vendrá en rol de partenaire. Más allá de la despedida final y del eventual resultado, también será significativo comprobar si Sabella sigue ensayando variantes en público y no sólo en entrenamientos cerrados. Cuanta más prueba haya, mejor. Hasta al propio jugador lo obliga a potenciarse para contribuir a lo que necesita la Selección: correr los límites hacia adelante.