A una semana de la elección legislativa, los sondeos dan ganador a Cambiemos en la provincia de Buenos Aires. La encuesta de Poliarquía publicada por el diario La Nación, le otorgó una ventaja de entre 2 y 4 puntos sobre Unidad Ciudadana, que lleva a Cristina como primer candidato a senador nacional; el mismo día, la de Management&Fit, publicada por Clarín, da una ventaja para el oficialismo de 4 puntos; por su parte un diario opositor y cercano al kirchnerismo como es Página 12, publicó una de CEOP, que da ganador a Cambiemos en la provincia de Buenos Aires por 1,9 puntos.
Pero las tendencias electorales son cambiantes y aun en países con información muy precisa para determinar las muestras de los sondeos, como son el caso del Reino Unido y Alemania, se registraron este año, cambios de 4 y 5 puntos en los días previos a la elección.
Cuanto mayor es la imprecisión de los sondeos, más fuerte es el impacto político de los resultados.
En este contexto, mientras la Casa Rosada parece dar por ganada la elección, en La Plata, el equipo de la gobernadora María Eugenia Vidal prefiere trabajar sobre la hipótesis de que algunos puntos de diferencia días antes de la elección no aseguran un triunfo.
Mientras ella, como es lógico, concentra su campaña en la provincia de Buenos Aires, el Presidente alterna entre las provincias y el conurbano bonaerense. Mientras tanto, los créditos Argentina y Procrear se han transformado en instrumentos de campaña más importantes que la obra pública en el conurbano.
En cuanto a la elección de gobernador de Corrientes, el claro triunfo del gobierno por casi 9 puntos es un hecho favorable para el oficialismo, pero que no se proyecta al resto del país. Se trata de una de las cinco provincias que gobierna Cambiemos sobre veinticuatro. Candidatos del radicalismo vienen ganando la gobernación desde 2003, como ha vuelto a suceder ahora por cuarta vez consecutiva. Pero el resultado mostró cómo la articulación del poder nacional y provincial es una fórmula de acción política que tiene un peso electoral relevante.
Buscando extender al ámbito nacional los triunfos de Cambiemos, en Ciudad de Buenos Aires -donde se denomina "Vamos Juntos"- todos los sondeos dan cuenta de que la lista encabezada por Elisa Carrió mejoraría entre dos y cinco puntos en comparación con las PASO.
Cambiemos puede ganar aproximadamente en la mitad de los distritos, es decir doce sobre veinticuatro, y su aspiración es hacerlo en los cinco más grandes (Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Ciudad de Buenos Aires y Mendoza).
Por su parte, el peronismo da señales de unificarse con vista a la negociación con el gobierno nacional que tendrá lugar después de la elección. El encuentro entre el presidente del principal bloque justicialista en el Senado (Pichetto) y el triunvirato que conduce la CGT adquiere relevancia. Es que la convergencia de los gobernadores y su poder en el Senado con los sindicatos alineados con el PJ, es la articulación más fuerte en el campo opositor para la negociación a la cual Macri convocará después del 22 de octubre.
Por su parte, los gobernadores opositores se reunirán en los próximos días en el Consejo Federal de Inversiones (CFI) para afinar la estrategia frente al reclamo de la provincia de Buenos Aires de aumentar su participación en los fondos coparticipables y obtener del gobierno nacional los recursos para financiar los regímenes previsionales provinciales.
En el Congreso también se evidencian las señales de redefinición del PJ y avanzan conversaciones para crear un interbloque en Diputados entre el bloque Peronista que se escindirá del FPV, el de Bossio y el de Massa.
Por su parte el líder del Frente Renovador no descarta públicamente volver al PJ y ha dado señales de querer acercar posiciones con Randazzo.
En cuanto al kirchnerismo se estima que, aun derrotado, puede mantener influencia sobre uno de cada cuatro senadores del PJ - aproximadamente diez- y en uno cada tres diputados del FPV -entre veinticinco y treinta. Cristina será un factor de agitación en la oposición, pero no estará en fuerza de impedir un acuerdo entre el gobierno por un lado y los gobernadores y la CGT por otro.
Tras la elección, las reformas y avances del gobierno seguirán la estrategia "gradualista" y el ámbito laboral es un ejemplo de ello. Voceros del gobierno y el empresariado han dicho que no será contundente al estilo brasileño y que en el caso argentino será consensuada entre tres partes: gobierno, empresarios y sindicatos. Además, cambiar las leyes enfrentará la barrera en el Senado del acuerdo entre el PJ y la CGT, como ya lo hicieron sin éxito tanto Alfonsín como De la Rúa. Eso implica que el gobierno no intentará modificar la Ley de Asociaciones Profesionales, que establece el sindicato único por actividad; tampoco la Ley de Obras Sociales, que pone la salud y otros servicios de los trabajadores formales en manos de los sindicatos; no cambiará la Ley de Convenciones Colectivas de Trabajo, que establece la negociación de salarios y condiciones de trabajo bajo control de los sindicatos únicos por actividad, y tampoco intentará reformar la Ley de Contrato de Trabajo, por la cual se determinan las condiciones laborales individuales.
Sí buscará extender la reforma del régimen de las ART a las provincias que no han adherido al nuevo sistema -incluida la de Buenos Aires- para bajar la litigiosidad laboral; poner en marcha un blanqueo laboral para reducir el trabajo informal o en negro, lo que mejora los ingresos del sistema previsional y amplía la base de representación de los sindicatos; buscará implementar un sistema de salud para los quince millones de personas que no lo tienen, en el cual jugarán un rol el hospital público y las obras sociales, las que se buscará sanear y mejorar en su calidad de administración; también habrá mayores controles sobre los fondos que manejan los sindicatos; se impulsará un nuevo régimen de pasantías y se tratará de avanzar en el plan "empalme", por el cual subsidios como "Argentina Trabaja" son parte del salario en los casos de nuevos empleos.
Esta reforma, no evitará la protesta de los sindicatos combativos, como lo evidenció la nacional realizada por Ate (estatales) la semana pasada y la que harán esta semana los sindicatos y comisiones internas controladas por la izquierda y enfrentadas con el sindicalismo peronista.
En conclusión: a una semana de la elección, un triunfo del gobierno lo fortalecerá para la negociación que viene con gobernadores y sindicatos, pero sin por ello abandonar la política "gradualista", que domina su estrategia tanto política como económica.