Una revolución obrera habitó los barrios de la ciudad de Buenos Aires. Fue hace 100 años, en San Cristóbal, Nueva Pompeya, Boedo, Almagro y Chacarita.
Sepa que si tiene la suerte de trabajar no más de ocho horas por día y con descanso los domingos, es, en buena parte, porque en 1919 hubo 2.500 obreros metalúrgicos que dijeron basta a las jornadas de 11 horas, a los salarios escasos y a los despidos de los que reclamaban condiciones dignas de empleo.
La Semana Trágica fue anterior a la Patagonia Rebelde, a las conquistas sociales del peronismo y al Cordobazo. Fue el origen del sentido de rebelión que se extendió a partir de una sola fábrica, los talleres Vasena, desbordó a las nacientes estructuras sindicales y se extendió hacia el resto de la clase trabajadora.
Tiene la denominación de Trágica porque el triunfo de los reclamos fue precedido por el derramamiento de sangre, la violencia de matones contra huelguistas y una represión a mansalva, primero de la Policía y los Bomberos, y luego del Ejército. Hasta hoy se discute el número de víctimas, que van de los 70 a los 1.500 muertos y de los 300 a los 5.000 heridos, según archivos periodísticos consultados.
Los obreros pedían aumento salarial y reducción de la jornada laboral de 11 a 8 horas. La huelga de los metalúrgicos de los talleres Vasena fue declarada, en aquel diciembre de 1918, por mejores condiciones. Trabajaban hasta 11 horas seguidas, a veces sin francos, en un verano con temperaturas de 36 grados.
La negativa de los dueños de la fábrica a aumentar los salarios y a reincorporar a los delegados expulsados durante la medida de fuerza, situación que se agravó con la contratación de guardias armados y rompehuelgas que buscaban quebrar el paro.
Las primeras cuatro muertes, fueron el 7 de enero de 1919, una por un sablazo en la cabeza de un manifestante y las otras por disparos.
La tensión invadió la ciudad. Los trabajadores de Buenos Aires, encolerizados por la saña estatal, desafiaron al poder. El presidente radical Hipólito Yrigoyen había advertido a los empresarios que no podían imponer "el imperio del más fuerte como arbitrio de las decisiones, sea del capital para torturar al trabajo, sea de éste para explotar a aquél".
El mayor funeral registrado hasta entonces. El 9 de enero, los ataúdes de los mártires fueron llevados a pulso desde San Cristóbal hasta la Chacarita. Por la avenida Corrientes, 300.000 personas marcharon en un clima de hostilidad de las fuerzas de seguridad. Manifestantes asaltaron armerías. Los uniformados los emboscaron en el cementerio. Más pólvora, más plomo.
La aparición de una fuerza parapolicial contra "extranjeros, judíos e izquierdistas", a los que acusaba de introducir el sindicalismo y la conciencia de clase en los obreros. Estos nacionalistas de derecha se llamaron a sí mismos "Amigos del Orden" y "Defensores del Orden".
Historiadores del Centro de Estudios Históricos de los Trabajadores y las Izquierdas descubrieron que meses antes de los sucesos del '19 actuaba ya en la Argentina una red diplomática de espionaje conformada por las embajadas de cuatro países aliados: Francia, Inglaterra, Estados Unidos e Italia. Esos países temían por los ecos en América Latina de la Revolución Rusa de 1917.
En base a archivos secretos, se estableció que las embajadas sospechaban que "algunos anarquistas se trasladarían desde Buenos Aires a París para atentar contra la vida del presidente norteamericano, Woodrow Wilson, el premier francés Georges Clemenceau o su par inglés Lloyd George, que estaban reunidos en la capital francesa para firmar lo que luego fue el Tratado de Versalles".
Los agentes diplomáticos actuaron en Buenos Aires y en Montevideo, se infiltraron en las fábricas, armaron listas de anarquistas y transmitieron esos partes por una antena montada en las costas uruguayas, determinaron los investigadores Pascual Muñoz, Walter Koppmann, Lucas Glasman, Sabrina Asquini y Cristian Aquino.
"La red de espías asiste a la Semana Trágica del 7 al 13 de enero de 1919. Allí produce una serie de informes particulares y termina confeccionando un listado de los 400 maximalistas más peligrosos del Río de la Plata. La red fue desactivada en abril de 1919", revelaron. Hoy apenas quedan vestigios de los talleres Vasena en la plaza Martín Fierro.
El ex presidente Arturo Illia, testigo directo cuando tenía 18 años, aseguró que los hechos y la magnitud de la represión fueron tergiversados. Pero el historiador Osvaldo Bayer reafirmó: "Los obreros lucharon por su dignidad y el poder les respondió con balas y más balas".