En la eterna batalla entre perros y gatos, hay un claro ganador en cuanto a relaciones públicas. Los perros son el mejor amigo del hombre. Son sociables, leales y obedientes.
Por el contrario, nuestra relación con los gatos suele pensarse más como una transacción. Distantes, misteriosos e independientes, los gatos están con nosotros sólo porque los alimentamos.
O tal vez no. El lunes, unos investigadores reportaron que los gatos tienen vínculos emocionales tan fuertes con nosotros como los que experimentan los perros o los niños pequeños, lo cual reivindica a los amantes de los gatos de todo el mundo.
"Me dicen mucho eso: 'Bueno, eso ya lo sabía, sé que a los gatos les gusta interactuar conmigo'", dijo Kristyn Vitale, etóloga de la Universidad Estatal de Oregon y autora principal del nuevo estudio, publicado en Current Biology. "Pero en la ciencia, eso no se sabe sino hasta que se comprueba", completó.
La investigación sobre el comportamiento de los gatos está retrasada con respecto a la de los perros. Los felinos no son animales sociales, pensaban muchos científicos, ni tampoco es tan fácil trabajar con ellos. Pero estudios recientes han comenzado a hurgar en las profundidades de las vidas sociales de los gatos.
“Esta idea de que a los gatos no les importan mucho las personas ni responden a ellas no se sostiene”, afirmó Vitale.
En un estudio realizado en 2017, Vitale y sus colegas encontraron que la mayoría de los gatos preferían interactuar con una persona antes que comer o jugar con un juguete. En otro estudio de 2019, los investigadores descubrieron que los gatos adaptan su comportamiento dependiendo de cuánta atención les preste una persona.
Otros investigadores han comprobado que los gatos son sensibles al estado de ánimo y las emociones de los humanos y que además se saben sus nombres.
Pero los científicos habían llegado a conclusiones divergentes sobre si los gatos desarrollan vínculos emocionales con sus dueños, así que Vitale y sus colegas diseñaron un estudio para poner a prueba la hipótesis de manera más explícita.
Reclutaron a dueños de 79 gatitos y 38 gatos adultos para participar en una "prueba de la base segura", un experimento que suele usarse para medir el apego que los caninos y primates tienen con sus cuidadores.
Se usa una prueba similar para los bebés humanos que está basada en la teoría de que los niños pequeños forman un vínculo innato con sus cuidadores, el cual se manifiesta como un deseo fuerte de estar cerca de esa persona.
En el experimento, que duró seis minutos, los dueños de los gatitos y gatos mayores entraron a una habitación desconocida con sus animales. A los dos minutos, el dueño salió de la habitación y dejó sola a su mascota, una experiencia posiblemente estresante para el animal. Cuando el dueño regresó dos minutos después, los investigadores observaron la respuesta del felino.
Dos terceras partes de los gatos se acercaron a saludar a su dueño cuando estos regresaron y después siguieron explorando la habitación, aunque regresaban de manera periódica con su amo. Estos animales, concluyeron los investigadores, tenían un apego seguro con sus dueños, lo cual significa que los consideraban una base segura en situaciones desconocidas.
“Ésta puede ser una modificación del apego que tenían con sus padres cuando eran pequeños”, opinó Vitale, y añadió que este comportamiento quizá signifique: “Todo está bien. Mi dueño regresó, me siento reconfortado y tranquilizado, ahora puedo seguir explorando”.
Aproximadamente un 35 por ciento de los gatos mostró tener un apego inseguro.
Evitaban a su dueño o se aferraban a ellos cuando regresaban a la habitación. Esto no significa que estas mascotas tengan una mala relación con su amo, Vitale aclaró, sino que más bien no lo ven como una fuente de seguridad y alivio de tensiones.
Los hallazgos hacen eco de lo que se ha encontrado en estudios de perros y niños. En los humanos, 65% de los niños pequeños demuestran tener un apego seguro con su cuidador; en el caso de los perros, el 58% demuestra un apego seguro.
"Este resultado sugiere una similitud en la sociabilidad de las personas y de los animales de compañía", dijo Atsuko Saito, etóloga de la Universidad Sofía, en Tokio, quien no participó en el nuevo estudio. "Investigar este fenómeno nos ayudará a entender mejor la evolución de la sociabilidad en los animales, incluidos nosotros", indicó.
Luego de la primera ronda de pruebas, los investigadores inscribieron a la mitad de los gatitos que participaron en el estudio en un curso de entrenamiento y sociabilización. La otra mitad sirvió como grupo de control.
Un día a la semana durante seis semanas, los gatitos jugaron entre sí y fueron entrenados para sentarse, quedarse quietos y hacer trucos. Cuando el curso concluyó, los investigadores repitieron la prueba de la base segura con los gatitos. Encontraron los mismos resultados, es decir, que el entrenamiento no tenía un efecto en el comportamiento de apego de los gatitos hacia sus dueños. Esto indica que, una vez que un gato forma un lazo, se mantiene estable con el paso del tiempo, sostuvo Vitale.
Los investigadores siguen sin conocer todos los factores que forman la relación con el cuidador tanto en los gatos como en los niños y perros, pero probablemente sea una mezcla compleja de genética, personalidad y experiencia.
A diferencia de los perros y los niños pequeños, muchos gatos pasan casi todo el tiempo en interiores, por lo que estar en un entorno nuevo puede ser una experiencia extraña para ellos y tal vez los asuste, comentó. Para algunos gatos, una reacción temerosa a una situación de estrés podría tener precedencia sobre el apego seguro con su dueño, por lo que quizá los resultados del estudio no reflejen totalmente el apego de algunos gatos.
Es posible que probar las reacciones de los gatos con desconocidos, y no solo con sus dueños, revele si los gatos realmente tienen lazos con una persona en específico o si son sociables con los humanos en general, añadió Delgado.