El presidente italiano Giorgio Napolitano renunció ayer a su cargo tras haber garantizado por casi un decenio la estabilidad política en Italia, con lo que se abre una fase incierta de pugnas por su sucesor.
La carta de renuncia fue presentada a la presidenta de la Cámara de Diputados, Laura Boldrini, quien convocó para el 29 de enero una asamblea conjunta con el Senado y los representantes de 20 regiones con el fin de iniciar la elección de su sucesor.
El Parlamento italiano, cumplirá el plazo de quince días previstos para elegir al sucesor de Napolitano, quien renunció anticipadamente al cargo por razones de edad. Napolitano, que este año cumple 90 años, había anunciado su decisión en un mensaje a la nación por el fin de año.
El cargo será ocupado en forma transitoria por el presidente del Senado, Pietro Grasso.
La elección del sucesor de Napolitano se anuncia difícil ya que la derecha y la izquierda no han logrado al parecer ponerse de acuerdo hasta ahora sobre un candidato de consenso.
El candidato al cargo más importante y estable del país, con mandato de 7 años, es tradicionalmente una personalidad por encima de los partidos y una figura que garantiza el equilibrio de la vida política, ya que es la única persona con derecho a disolver el Parlamento y a convocar elecciones legislativas anticipadas.
“Se trata de una fase delicada y difícil” para Italia, reconoció Renzi, quien delineó las características del futuro jefe de Estado: “Debe ser un árbitro equilibrado y sabio”, dijo. Las votaciones para remplazar al ex comunista Napolitano, quien aceptó con reticencia el segundo mandato en febrero del 2013 debido a que las fuerzas políticas no lograron un acuerdo, son secretas. Los parlamentarios suelen liberarse de la disciplina de partido, por lo que históricamente no ha sido fácil llegar a una elección.
En 1978, el popular y carismático socialista Sandro Pertini, fue elegido en la 16ª vuelta.
Lanzar falsos candidatos, “quemar” rivales y ocultar el nombre hasta último momento han sido tradicionalmente algunas de las estrategias para elegir a la personalidad que ocupará por siete años el legendario palacio del Quirinal.
La elección presidencial constituye un momento muy solemne para la nación ya que la función de presidente, en una democracia de carácter parlamentario, suele ser ocupada por un mediador político y también un garante de la Constitución.
Entre los nombres que suenan para relevarlo figuran Carlo Padoan, ministro de Economía, Roberto Pinotti, ministra de Defensa y el ex alcalde de Roma, Walter Veltroni.
El nombre de Romano Prodi, dos veces jefe de gobierno y ex presidente de la Comisión Europea, fue propuesto por algunos sectores del Partido Democrático, pese a la humillante derrota del 2013, por la traición de 101 parlamentarios de su propio partido.
1.009 “grandes electores” -630 diputados, 315 senadores, 5 senadores vitalicios y 58 representantes de 20 regiones- han sido convocados para la elección del sucesor de Napolitano.
“Como ocurre en la elección de un papa, la elección del presidente de la República italiana es impredecible, pero al contrario de lo que ocurre en el Cónclave, no cuentan con la ayuda del Espíritu Santo”, comentó ayer el diario La Stampa.