Este sábado falleció a los 89 años el productor cinematográfico estadounidense Robert Evans, figura del estudio Paramount y un estandarte del Nuevo Hollywood que impulsó clásicos de los 70 como "El Padrino", de Francis Ford Coppola, y "El bebé de Rosemary" y "Chinatown", de Roman Polanski.
Evans tuvo un gran peso en la génesis de obras maestras de la gran pantalla, pero también fue muy conocido en la industria cinematográfica por su conflictivo carácter y sus graves problemas con las drogas, que lo llevaron a alejarse de sus oficinas y a realizar sus tareas desde la cama.
Perteneció durante más de 50 años a las huestes de Paramount, en la que se hizo cargo a mediados de la década de 1960, en coincidencia con el nacimiento del Nuevo Hollywood, una tendencia que desafiaba las viejas prohibiciones e incluía temáticas como sexo y violencia.
Bajo la supervisión de Evans se gestaron cintas como "El bebé de Rosemary" (1968) y "Barrio Chino" (1974), de Roman Polanski, las dos primeras partes de "El padrino" (1972 y 1974), de Francis Ford Coppola, "Love Story" (1970), de Arthur Hiller, y "Enséñame a vivir" (1971), de Hal Ashby, entre otras.
Su conflictivo carácter también fue muy famoso en Hollywood como demuestra su relación de amor-odio con Coppola, con quien tuvo famosas peleas en el muy turbulento rodaje de "Cotton Club" (1980).
Se casó y se divorció en siete ocasiones -entre ellas tuvo como esposa a Ali MacGraw (1969-1972)-, y se hundió en la depresión y los problemas de adicciones a partir de los años 80.
Además, Evans publicó una autobiografía titulada "The Kid Stays in the Picture", que en 2002 se convirtió en un documental dirigido por Nanette Burstein y Brett Morgen.
Según Peter Biskind, en su libro "Easy Riders, Raging Bulls", "lo que a Evans más le gustaba era la compañía de las mujeres, sobre todo la de modelos, actrices y prostitutas".