El productor musical y editor literario Jorge Álvarez, artífice de la edición independiente que publicó entre otros a David Viñas, Rodolfo Walsh, Manuel Puig y Ricardo Piglia, y fundador del sello Mandioca -impulsor del rock en castellano- falleció a los 83 años tras permanecer internado durante tres semanas, según confirmó su amigo Aníbal Esmoris.
Álvarez, uno de los principales promotores culturales de los 60 y 70, visionario, irreverente y audaz, quien regresó al país en 2011 tras un exilio de 34 años en España, falleció anoche luego de una semana en coma farmacológico, en tanto que todavía no se confirmó donde serán velados sus restos.
Hincha fanático de River, apasionado por Astor Piazzolla, Aníbal Troilo y las noches del Club 676, vinculado con escritores y rockeros, ha sido uno de los editores y productores más emblemáticos y contraculturales de nuestro país, así como también de España, donde dejó una huella imborrable.
Bajo el sello Editorial Jorge Álvarez publicó entre 1963 y 1968 a Rodolfo Walsh con "Un kilo de oro", "Los oficios terrestres" y "Operación masacre"; el primer libro de relatos de Ricardo Piglia "La invasión"; la obra inaugural de Manuel Puig "La traición de Rita Hayworth" y fue responsable del debut novelístico de Juan José Saer con "Responso".
En ese lapso de siete años publicó alrededor de 300 libros que marcaron un hito en la literatura argentina y latinoamericana con nombres como David Viñas, Félix Luna, Marta Lynch y Leopoldo Torre Nilsson, al tiempo que logró algo sin precedentes: que los lectores reclamaran los libros por el nombre de la editorial y no de sus autores.
Cultor de desacralización del libro -"editar un libro es lo mismo que hacer zapatillas"-, Álvarez fue también fundador de la mítica librería de la calle Talcahuano 485, un epicentro de tertulias literarias y musicales del momento, donde confluyeron Rodolfo Walsh, Pirí Lugones, Germán García y David Viñas, entre otros.
Con el tiempo, en la década del 60 creó Ediciones De la Flor junto a Daniel Divinsky, nombre tomado de la exclamación de la desaparecida Pirí Lugones, nieta de Leopoldo, que cuando escuchaba el proyecto decía "entonces lo que ustedes quieren es una flor de editorial", contó Álvarez en una entrevista a Télam.
Incluso, fue quien convenció a Quino de reunir Mafalda, y publicó "Los pollos no tienen sillas" (1968), el único libro de Copi que salió en Argentina durante la vida del autor.
Como productor musical, a fines de los 60 fundó el sello discográfico Mandioca, la primera editora independiente de rock argentino e impulsora del rock en castellano, de la que salieron los primeros discos de Manal y Vox Dei. Más adelante, bajo el nombre de Talent-Microfón produjo a La Cofradía de la Flor Solar, Pescado Rabioso, Invisible, Color Humano y Sui Generis. Además, participó como productor en el sello Music Hall.
También editó "Artaud", obra emblemática del grupo que lideraba Luis Alberto Spinetta, y "Pequeñas anécdotas sobre las instituciones" de Sui Generis, además de ser el que descubrió a Vox Dei, Tanguito, Pappo`s Blues, Miguel Abuelo y Moris.
A comienzos de la dictadura militar, en 1977 debió exiliarse en Madrid, donde vivió 34 años y trabajó para grandes firmas discográficas, como CBS y BMG. Rápidamente se convirtió en productor de Antonio Flores, Mecano, Olé Olé, Marta Sánchez, Joaquín Sabina y Manolo Tena.
Escribió sus memorias, publicadas en 2013 por el sello Libros del Zorzal, donde se revela una inmensa parte de la historia cultural argentina del siglo XX en la voz de un protagonista inmediato de la conformación de vínculos intelectuales.
"Sé que la memoria funciona con intermitencias, selecciones, represiones y distracciones deliberadas. De hecho, en este libro sólo quise poner por escrito algunas aventurillas de mi vida", escribió este hombre que describe el relato de una época.
El mismo año que se publicaron sus memorias, lanzó una colección con su nombre en la Biblioteca Nacional, cuyo catálogo lo componen "Tres historias pringlenses" de César Aira y "Obras completas" de Germán Rozenmacher, el mismo autor con el que inauguró su sello editor en 1963, marcando el rumbo -osado para la época, y vanguardista- que desarrollaría hasta su exilio en plena dictadura militar.
Retornó a la Argentina a los 79 años para reinventarse como editor, esa búsqueda que siempre lo motorizó aquí y allá, y para reiniciar su tarea en la tierra que lo vio partir. Cuando en una entrevista le preguntaron cuál fue el secreto para diferenciarse de otras editoriales, él contundente respondió: "Arriesgarme, simplemente".