Recientemente el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, ha justificado el nuevo impuesto al vino diciendo que es una bebida no saludable.
En 2011 asistí al Congreso Mundial de Glaucoma en París, donde se realizó un simposio sobre "Vino y glaucoma".
Allí se expusieron con fundamento científico las propiedades antioxidantes y neuroprotectoras del vino, considerándolo un aporte nutricional protector contra las enfermedades degenerativas del ojo.
Este mes se ha publicado un estudio en conejos donde el resveratrol (polifenol presente en el vino tinto) se inyecta en los ojos para reducir la presión intraocular (Natesan, 2017).
Pero no sólo el vino es saludable para los ojos, también se han destacado sus propiedades anti-tumorales (Delmas, 2002 a la fecha).
El doctor René Favaloro recomendaba el consumo de vino para prevenir las enfermedades cardiovasculares.
En 1992, el científico francés Serge Renaud publicaba en la prestigiosa revista Lancet sobre la paradoja francesa: ¿por qué si los franceses ingerían muchas grasas no tenían tantos infartos? Justamente porque el consumo de vino produce un efecto protector sobre las arterias.
Estos hallazgos fueron corroborados por el estudio Framingham, el trabajo más grande que se ha realizado sobre las enfermedades cardiovasculares.
Para los mendocinos la vitivinicultura es nuestra cultura. Requiere de la labor artesanal del que trabaja la tierra: atar, podar, cosechar son tareas manuales, señor ministro, que se transmiten de generación en generación. Luchar contra el granizo, las heladas, la escasez de agua, son arduas tareas que deberían conocer y valorar quienes toman decisiones desde una cómoda oficina.
A quienes nos interesa la salud de la población esto nos parece una burrada, como cuando la ex presidente dijo que la diabetes es una enfermedad de los ricos.
Doctora María Alejandra Carrasco
Médica oftalmóloga. Matrícula provincial 7082