La entrada al país mundialista no fue una más como las que habíamos sorteado en el viaje. Un país disciplinado y que tiene el gran compromiso de que todo salga a la perfección. Por eso si la foto de tu pasaporte data de un tiempo atrás y tu fisonomía ha cambiado en algo (más gordo o flaco, más o menos pelado, más o menos canoso) hay grandes chances de que el trámite migratorio se demore más de la cuenta. Por suerte nosotros no tuvimos ningún inconveniente y así como salimos del aeropuerto de Moscú, nos subimos a un mini bus para emprender la marcha hacia Nizhni.
Fue duro el trayecto por tierra donde fueron algo de 8 horas (toda la madrugada). Por la cantidad que somos no quedó otra que alquilar una casa en las afueras de la ciudad. Allí nos esperaba Valero, un armenio que vive en Rusia. Y la bienvenida fue preparando una “barbacue”, para agasajarnos.
Como debemos adaptarnos a las reglas de lugar, unas pantuflas nos esperaban detrás de la puerta. Aquí la tradición es dejar zapatos o zapatillas y moverse con ese calzado adentro de la casa, dicen que esta costumbre porque la idea es que la basura no entre a la vivienda. Con este comodo calzado llegó la segunda costumbre que dice que si un ciudadano ruso te invita un vodka no se le puede negar y, así fue. Rusia de a poco nos va enseñando sus costumbres y a su vez su gente nos brinda su cariño. Sin desperdicio.
Una ciudad que tiene un sólo favorito
En Nizhni, un gran porcentaje de sus habitantes pretende que hoy la Selección de Messi consiga los tres puntos sobre los coratas. “Vamos Argentina”, se sintió en más de una oportunidad cuando transitamos las calles céntricas de la ciudad. La expectativa de nuestro grupo por presenciar el primer partido son muy grandes. Cada uno siente que las horas son eternas y que el partido queda lejos. Sin embargo, Valero nos atiende de la mejor manera, por lo que la espera, luego, se torna con mayor tranquilidad.
Predominio criollo en la ‘Rosario rusa’
A los hinchas argentinos nada los detiene cuando de ver a su Selección se trata, ni aun el fuerte viento que es común en Nizhni Vodgorod, un enclave situado a 400 kilómetros de Moscú, en el oeste del país, que alberga una de las ciudades más bellas de Rusia hoy invadida por miles de compatriotas ataviados con los colores celeste y blanco.
El desplazamiento desde la capital y la llegada de los seguidores del equipo capitaneado por Messi, se hizo masiva ya un día antes del partido ante Croacia, sabedores seguramente de los atractivos de esta ciudad que podría escenificarse como la “Rosario rusa” Y esta comparación tiene que ver, salvando las distancias, con el ancho río Volga que confluye con el Oká, dejando en medio a esta Nizhni Vodgorod que por esa misma razón es víctima permanente de fuertes vientos.
Los argentinos pudieron comprobar “in situ” los efectos de este factor climático, aumentado por el fuerte temporal con granizo que se abatió el lunes sobre la ciudad anegando calles y provocando evacuaciones de los habitantes más cercanos a los ríos. Pero nada es suficiente para la renovada fe de los hinchas, que tratan de juntarse permanentemente en cualquier punto en que aparecen colores albicelestes.
“Ya no sabemos donde estamos, pero cuando vemos una camiseta argentina y a alguien hablando en español, nos vuelve el alma al cuerpo”, comentó el joven Matías González, de 29 años y oriundo de Burzaco, que tiene un hermano jugando al básquetbol en Italia. “Estoy acostumbrándome a los viajes largos. Pero ahora es especial porque vinimos a presenciar un Mundial”, admitió.
