“Cuando tiembla en Brasil, las réplicas llegan a Mendoza”, señalaba días pasados un economista, al intentar graficar de qué modo lo que sucede en ese país influye sobre la economía de la Provincia. Razones no la faltan al profesional, en razón de que la dependencia de la producción local de base agraria es absoluta, al tener a ese país como principal mercado para las exportaciones. De ese modo, entonces, cuando a Brasil le va bien, cuando sus habitantes mejoran el poder adquisitivo y consumen más, las repercusiones positivas llegan a Mendoza. Por el contrario, cuando la economía brasileña entra en crisis, la agricultura y las exportaciones locales se ven seriamente afectadas.
Durante gran parte de la última década, la economía brasileña tuvo un crecimiento exponencial, que la llevó a convertirse en una de las más importantes del mundo e integrar un selecto grupo de países que conformaban el BRIC (Brasil, Rusia, India y China). Esa mejoría se vio reflejada en la situación sociopolítica interna, con mayor cantidad de gente ingresando al mercado de consumo, lo que llevó a considerar a gran parte del mundo como “el” mercado a ganar.
En ese contexto y pese a los errores de la política argentina en materia económica, la agricultura mendocina se vio fuertemente beneficiada. Aumentaron las exportaciones hacia ese país, beneficiadas esencialmente por el hecho de que, por conformar el Mercosur, la Argentina se encontraba con ventajas importantes en materia de aranceles.
Fue así entonces que Brasil se convirtió en el principal mercado para los productos mendocinos. En 2015, de acuerdo con la información suministrada por ProMendoza, las exportaciones mendocinas hacia el gigante sudamericano alcanzaron los 196 millones de dólares. En vinos se exportó por 53 millones de dólares, convirtiéndose así en el cuarto país de destino de los vinos argentinos después de Estados Unidos, Canadá y el Reino Unido; en aceitunas en conserva se exportó por 16,4 millones de dólares; en ciruelas desecadas con carozo, por 8,4 millones; y sin carozo, por 5,2 millones; en pulpa de durazno, por 4,7 millones; en vino espumoso, por 2,1 millones; en peras y pastas de frutas por U$S 1,3 millón y en aceite de oliva, por U$S 1,6 millón. En maquinarias y productos industriales se exportó hacia al Brasil por U$S 4,4 millones. En lo que hace a otros productos, se exportaron desde Mendoza a Brasil ajos por U$S 76 millones; peras en fresco porU$S 7,7 millones; duraznos en fresco por 900 mil dólares y manzanas en fresco por 556 mil dólares, entre otros.
Los valores son por demás importantes, a pesar de que estamos hablando de un año en que la economía brasileña había profundizado su caída y había bajado también su consumo interno. Pero en la actualidad la situación es más que preocupante, como consecuencia de la crisis política por la que atraviesa ese país, que ha determinado la suspensión de Dilma Rousseff de su cargo de presidenta de la Nación y la designación del vicepresidente, Michel Temer, quien también ha sido cuestionado por las denuncias de corrupción que recaen sobre él. Ese problema institucional ha generado desconcierto en la economía en general del país y muchos economistas anticipan que el mediano y corto plazo resultará complicado, incluyendo posibles anuncios sobre retracción en el consumo de la población en general.
En ese esquema, entonces, a los mendocinos sólo nos resta esperar que la situación política brasileña encuentre el rumbo que permita la recuperación del país e incrementar el consumo interno. De no ser así, gran parte del futuro de la agricultura local tendrá un horizonte muy complicado y para ello también debemos estar preparados.
