Fue presentado como una consecuencia obligada de la devaluación del peso. Pero, desde su lanzamiento, el 1 de diciembre de 2017, el billete de mayor denominación, de $ 1000, no paró de perder capacidad de compra.
La turbulencia financiera y las profundas depreciaciones de la moneda golpearon al hornero, que en dos años perdió el 71% de su valor en dólares. En ese momento, con un dólar a $ 18.05, el billete de $ 1000 equivalía u$s 55,40.
Esto, sin contar la inflación acumulada en este periodo: con un 118% de incremento en el índice de precios, para mantener su poder adquisitivo, el billete de mayor denominación ahora tendría que ser de $ 2180,86. Es decir, que el billete de $ 1000 perdió más de un 50% de poder de compra.
Durante la presidencia de Federico Sturzenegger en el Banco Central, la autoridad monetaria puso en circulación billetes por montos superiores al de $ 100, no sin resistencia de algunos sectores. Así, presentó la"familia de animales autóctonos" que incluyen al Yaguareté en el papel de $ 500 y a la ballena franca austral, en el de $200. Todos se vieron afectados por la combinación entre el salto del dólar y el aumento descontrolado de los precios.
Ahora, el presidente electo, Alberto Fernández anunció su intención de "lavarles la cara" y devolver a los próceres argentinos a los billetes.
Según el último dato disponible en el BCRA, en el país hay 5082 millones de billetes en circulación, de los cuales 225,5 millones corresponden al de mil.