El mundo recordó ayer con una ceremonia en Hiroshima el 70º aniversario del primer bombardeo atómico de la historia, que condujo a la capitulación de Japón y al final de la Segunda Guerra Mundial.
A las 8.15 del jueves (20.15 argentina del miércoles), una joven y un escolar golpearon una gran campana con una larga viga de madera suspendida, inmutable gesto realizado a la hora exacta en la que un bombardero estadounidense B-29, bautizado Enola Gay y que volaba a gran altitud, arrojó una bomba de uranio que sembró el fuego y la muerte en esa gran ciudad japonesa.
Al son declinante de la hermosa campana, acompañada después sólo del canto de las cigalas, omnipresente en Japón, una muchedumbre de 55.000 personas guardó silencio en el Parque Monumento de la Paz de esa ciudad de 1,2 millón de habitantes del oeste del archipiélago convertida en símbolo del pacifismo.
Dotada de una fuerza destructora equivalente a 16 kilotoneladas de TNT, la bomba estalló a 500 metros del suelo, que ardió a 4.000 grados, y destruyó todo a su alrededor, en el momento de la explosión y posteriormente por efecto de la irradiación.
“Para coexistir, debemos abolir el mal absoluto y el colmo de la inhumanidad que representan las armas nucleares. Ahora es tiempo de actuar”, declaró después del minuto de silencio el alcalde de Hiroshima, Kazumi Matsui, en un discurso, antes de dejar la palabra a unos niños.
El primer ministro japonés, Shinzo Abe, estaba presente, junto con representantes de cien países, el mayor número de delegaciones hasta ahora en la historia de las ceremonias de Hiroshima.
Entre ellos, la embajadora de Estados Unidos en Japón, Caroline Kennedy, y la subsecretaria estadounidense encargada del control de armamentos, Rose Gottemoeller, la responsable de mayor grado enviada hasta ahora por Washington a las conmemoraciones anuales.
"En tanto que único país golpeado por el arma atómica (...) tenemos la misión de crear un mundo sin armas nucleares", declaró Abe a la multitud.
"Tenemos la responsabilidad de hacer entender la inhumanidad de las armas nucleares, a través de las generaciones y las fronteras", añadió.
El primer ministro precisó que su país presentará este año en la Asamblea General de la ONU una nueva resolución destinada a abolir estas armas.
“No hace falta decir que es un recordatorio muy potente no sólo del impacto duradero de la guerra en la gente, en los países, sino también subraya la importancia del acuerdo que hemos alcanzado con Irán” para que su programa nuclear sea únicamente civil, dijo por su parte desde Kuala Lumpur el secretario de Estado estadounidense, John Kerry.
La conmemoración de este año coincide con el intento de Abe de hacer votar una ley para reforzar el papel militar de Japón en el ámbito internacional, cosa que la actual constitución pacifista del país impide. Un sobreviviente de Hiroshima reprochó a Abe esa política.
“Usted no debe cometer los mismos errores en Japón”, le dijo Yukio Yoshioka, 86 años, a Abe. “Nuestro compromiso contra la guerra, el camino pacifista emprendido por nuestro país jamás cambiará”, le respondió Abe, que no logró tranquilizar a Yoshioka.