Uno de los casos más recordados entre los expedientes policiales sin solución de la zona Este, es el homicidio de Ana María Molina, una señora de 79 años que fue atacada en su finca de Junín y cuyo cuerpo apareció más tarde flotando en un canal de riego.
El crimen ocurrió en la mañana del 26 de diciembre de 2008, hace precisamente seis años, y el caso sigue impune, ya que aunque la investigación policial descartó el robo e indicó que el asesino posiblemente haya conocido a la víctima, no hay detenidos ni sospechosos. La familia aún pide justicia.
Ana Molina vivía en una finca de Medrano, a unos dos kilómetros del pueblo de ese distrito de Junín, una zona rural en la que los vecinos escasean y lo que abundan son los viñedos y las plantaciones.
De todos modos, la falta de vecinos no implicaba que Ana Molina viviese en soledad, ya que a la visita habitual de su familia, se sumaba la presencia de un obrero de confianza que atendía los viñedos y también la de un matrimonio y su pequeño hijo de diez años, que a cambio de hacerle compañía ocupaba algunas habitaciones de la propiedad.
Aquella siesta
En la siesta de aquel 26 de diciembre de 2008, dos pibes se sacaban el calor bañándose en el canal matriz San Martín, cerca del barrio Ambrosio, cuando descubrieron en el agua el cuerpo de una mujer; enseguida dieron aviso a la Policía y más tarde, con ayuda de una cuerda, lograron rescatar el cuerpo.
Un rato después, la Policía establecería que el cadáver recuperado del canal era el de Ana María Molina: había viajado por el agua durante más de tres horas y mostraba muchos golpes por el roce, pero también tres costillas quebradas.
Aunque inicialmente se pensó en la posibilidad de un suicidio, con las primeras investigaciones esa teoría quedó descartada y los peritos establecieron que el crimen había ocurrido esa misma mañana y que el asesino entró a la casa de Molina sin forzar las puertas, invitado incluso por la víctima.
Hubo tal vez una discusión, en medio de la cual la mujer fue golpeada y cargada en una carretilla.
No faltaba nada
"En la casa de mi mamá estaba todo en orden y no faltaba nada, ni siquiera el dinero de la jubilación, que estaba en una cartera", recuerda Fanny Martín, hija de la víctima, y completó: "Al salir, el asesino cerró la puerta con llave".
Con Ana Molina inconsciente sobre la carretilla, el agresor cruzó toda la finca y arrojó a la mujer al cauce de agua que cruza por los fondos, donde fue arrastrada por la corriente y murió ahogada.
Luego, el asesino volvió al casco de la propiedad, lavó la carretilla y la guardó en el galpón. Fanny dice que hubo graves errores en la investigación: "Encontramos huellas de la carretilla que iban hacia el fondo, a donde pasa el canal San Martín, y también había pisadas de mujer pero nadie se preocupó por investigarlas; a la carretilla la vinimos a encontrar nosotros y aunque había sido lavada, todavía tenía sangre entre los pliegues de las chapas.
"Ningún desconocido se toma el trabajo de ordenar la casa, cerrar con llave, lavar la carretilla y encima, no llevarse nada; el que lo hace sabe que lo conocen y quiere evitar que lo descubran", agrega la hija de la víctima, que siempre ha tenido sospechas sobre el matrimonio que hacía las veces de caseros de la propiedad.
Sospechosos
Precisamente el matrimonio declaró que en la mañana del crimen no estuvo en la casa; el hombre dijo que se fue a trabajar, ella que estuvo haciendo unos trámites, y a la semana del homicidio la familia dejó la casa.
Un dato curioso, que no fue debidamente investigado, es que durante la mañana del crimen, el obrero de la finca se encontró en la viña con el hijo del casero y cuando le preguntó qué andaba haciendo por allí, el niño de diez años le dijo que su madre lo había mandado a ver si venía agua por el canal.
"Días antes de que la mataran, mi mamá me contó que había discutido con la esposa del casero por unas boletas de luz que no se habían pagado, me dijo además que se estaban llevando bastante mal y que hasta había pensado en pedirles que dejaran la casa", recuerda Fanny, y cierra: "El expediente hace meses que no se mueve y la única esperanza que tengo es que el hijo del matrimonio hable; todavía es menor y ha declarado que no recuerda nada, ni siquiera que vivió en esa casa; yo espero que cuando sea mayor y declare bajo juramento cuente lo que sabe".