Hoy, 29 de marzo, se cumplen 58 años del golpe militar contra el Presidente Arturo Frondizi.
Visto retrospectivamente, fue un error político que significó un retroceso institucional y la pérdida de una gran oportunidad para el país.
Como sucedió con la mayoría de los golpes militares, los contemporáneos carecieron de la visión de largo plazo para advertir los alcances de lo que estaba sucediendo.
La transformación económica puesta en marcha con el desarrollismo, no era comprendida o quedaba en un segundo plano frente al furibundo conflicto político que enfrentaba a peronistas y antiperonistas.
Sectores del justicialismo proscripto, sin demasiado interés por la vigencia de una democracia que les impedía la participación, convergían con los sectores más antiperonistas, que no veían otra alternativa que una dictadura “democrática” para impedir que el peronismo retornara al poder.
Las Fuerzas Armadas eran campo de batalla de las facciones políticas que influían sobre ellas y si bien los tres Comandantes en Jefe en la mañana del 29 de marzo ordenaron detener a Frondizi y lo enviaron a la isla Martín García, la noche anterior fue detenido el secretario de Guerra, el general de división Rosendo Fraga (nota de la R: padre del autor de esta nota), temiendo que encabezara una reacción militar a favor del Presidente.
Los intentos realizados para constituir un gabinete de coalición, que permitiera a Frondizi terminar su mandato en mayo de 1964, fracasaron porque la oposición no quiso asumir el “costo político” de acompañar a un Presidente que muchos consideraban desgastado y poco confiable, como surge de revisar las publicaciones de la época.
Como en los seis golpes militares que tuvieron lugar entre 1930 y 1976, la historia pudo haber sido diferente; ello no es sólo un ejercicio de historia contra-fáctica.
Si las fuerzas políticas del momento -y el resto de la dirigencia también- hubieran percibido los costos de largo plazo que tendría este golpe para las instituciones y el progreso del país, podrían haberlo evitado, acompañando al Presidente en un gobierno de coalición -al que Frondizi se prestaba decididamente- para mantener la legalidad.
Aunque este golpe haya tenido lugar catorce años antes que el de 1976, hay un nexo entre ambos.
Hasta 1962, la historia reciente mostraba tres golpes militares exitosos: en 1930, 1943 y 1955. Es cierto que después de los dos primeros, en ambos casos hubo un solo período constitucional completo, el de Justo y el primero de Perón después.
Desde esta perspectiva podría argumentarse que, si Frondizi hubiera terminado su período en 1964, ello no hubiera impedido que el Presidente electo para el siguiente que terminaba en 1970, no hubiera sido desplazado también por un golpe militar.
Pero un mandato completo de Frondizi, por lo menos hubiera dado la posibilidad de un comienzo de estabilidad institucional, que debía irse completando con la incorporación del peronismo al sistema político, objetivo que el ex presidente perseguía, como lo mostró en las elecciones de 1962, cuando el triunfo justicialista en la provincia de Buenos Aires, terminó siendo el desencadenante del golpe.
El de 1976 fue el sexto golpe militar en cuarenta y cuatro años y, el de 1962, el cuarto en treinta y dos.
Aunque sea historia contra-fáctica, es posible pensar que, si se hubiera evitado el golpe contra Frondizi, a lo mejor podría haberse evitado el siguiente contra Illia y el que tuvo lugar en 1976.
La realidad muestra que la situación de violencia que vivía el país en ese momento, jugó un papel importante como precipitante del golpe, como la inacción de la sociedad civil frente al mismo y que en la mayoría de los países de la región en ese momento había gobiernos militares (Brasil, Chile, Uruguay, Paraguay, Bolivia, Perú y Ecuador).
Pero también es cierto que otros dos (Colombia y Venezuela), que habían sido institucionalmente muy inestables hasta los años cincuenta y también enfrentaron situaciones de violencia, lograron mantener su estabilidad institucional en los años setenta.
Sin el golpe contra Frondizi, a lo mejor Argentina podría haber tomado el mismo camino.