Pocos podían creer cuando la noticia se difundió en todo el mundo. Ayrton Senna, ídolo de la Fórmula 1, había muerto. Su trágico accidente fue en el Gran Premio de Imola, en 1994, en un fatídico fin de semana que incluyó otra muerte, la de Roland Ratzenberger, en la tarde del sábado.
En la final del domingo se largó con Senna adelante y a las pocas vueltas ocurrió lo peor. El Williams de Ayrton se fue en la curva Tamburello e impactó a mucha velocidad contra el paredón, produciéndole la muerte casi al instante.
A 25 años de su muerte, la leyenda del paulista es una fuente que cada vez genera mayor cantidad de dinero. Al menos la recaudación se acrecienta en el Instituto Ayrton Senna, fundado por su hermana, Viviane, y que gestiona y licencia la marca del gran piloto, campeón de Fórmula 1 en tres ocasiones.
Cada año, en promedio, obtiene unos 450 millones de dólares, de los cuales el 15% aproximadamente se destinan a combatir la pobreza entre los niños más desfavorecidos de Brasil. El mayor objetivo es mejorar la educación en ese país. Gracias a ese plan acuden cerca de 1.800.000 niños pertenecientes a 700 ciudades de 19 estados de Brasil.
Los productos Senna se reparten entre material audiovisual, productos con su firma o su imagen como camisetas, gorras, cascos y calzado, entre otros. También se encuentran en el mercado productos con la imagen de Senninha, un cómic inspirado en el ex piloto como chocolatinas o golosinas.