Sucedió hace 19 años. Pero se hablará de ello para siempre. El 28 de noviembre de 2000, bajo el cielo de Tokio (Japón), Boca puso de rodillas al poderoso Real Madrid de España y escribió su nombre a fuego en el mundo de la pelota, tras vencerlo 2-1 por la Copa Intercontinental.
Aquel martes (bien temprano en Argentina; de noche en tierras asiáticas), el equipo por entonces dirigido por Carlos Bianchi pegó rápido y pegó fuerte: antes de los 10 minutos del primer tiempo ya ganaba 2-0 con dos tantos de Martín Palermo (a los 3 y a los 6). Luego, a los 12, el descuento del brasileño Roberto Carlos le puso un poco de incertidumbre a la final, pero Boca aguantaría los embistes de Raúl y compañía para quedarse con el título.
No hubo fisuras en aquel Boca. Y entre varios puntos altos, uno de los que más se destacó fue Juan Román Riquelme, quien por estas horas es noticia tras anunciar que participará de las elecciones que habrá en el club dentro de poco.
El 10, como se dice en el barrio, hizo lo que quiso: con la pelota bajo su pie derecho, el hombre de Don Torcuato -que en ese momento tenía 22 años- dictó el ritmo del partido. Claude Makelele fue un testigo privilegiado: el experimentado volante francés, que se caracterizaba por ahogar a los rivales en el mediocampo, nunca pudo detenerlo