Estados Unidos conmemorará hoy el 15 aniversario de los atentados de 2001 contra las Torres Gemelas y el Pentágono, ataques que dejaron una huella imborrable y marcaron un antes y un después en todos los ámbitos de la vida de los norteamericanos.
El presidente estadounidense, Barack Obama, dará un discurso en el Pentágono en su última conmemoración del 11-S como mandatario antes de dejar un cargo desde el cual se autorizó la operación de 2011 que terminó con la muerte de Osama Bin Laden, el ideólogo de los atentados, en Paquistán, informó ayer la Casa Blanca.
Además de su impacto geopolítico, los atentados de la red islamista Al Qaeda con cuatro aviones de pasajeros secuestrados, que dejaron 2.996 muertos y más de 6.000 heridos, tuvieron profundos efectos en la política, la economía, la sociedad y la cultura de Estados Unidos.
La estructura del gobierno, la legislación antiterrorista, la sensación de seguridad y la percepción de las minorías musulmanas; la forma de viajar en avión y de relacionarse, los hábitos religiosos, el cine, la literatura, la música y hasta el lenguaje, nada escapó al trauma.
La paranoia y la angustia respecto de futuros ataques se extendió entre los estadounidenses de todo el país, en línea con un sentimiento de temor e indefensión, un incremento de la vigilancia y una mayor demanda de seguridad que la policía aceptó gustosa.
De paso, la militarización policial fue otra de las fuertes consecuencias del 11-S, ya que cientos de vehículos blindados usados por el Ejército en las guerras de Afganistán e Irak fueron a parar a las manos de las policías de diversos Estados y luego sacados a las calles para contener protestas raciales, por ejemplo.
El miedo que se apoderó de la población justificó y legitimó ése y otros retrocesos en las libertades civiles y los derechos humanos que acompañaron a la “guerra contra el terrorismo” que Washington impuso al mundo -y a los propios estadounidenses- después de los atentados.
La apabullante cobertura mediática, incluyendo la difusión permanente de imágenes perturbadoras como las de los aviones chocando contra las Torres y las de gente arrojándose al vacío, y el interminable relato periodístico sobre los ataques en general, contribuyeron con la atmósfera de aprensión en Estados Unidos.
Según un estudio de enero de 2002 revisado en junio pasado, en los primeros meses tras el ataque, las farmacias registraron un notorio aumento de la demanda de ansiolíticos, y las prepagas una suba de un 25% en las llamadas por consultas.
Un 62% de los consultados en una encuesta incluida en el estudio dijo que tenía dificultad para conciliar el sueño y un 57% afirmó que había empezado a tomar inéditas medidas para protegerse, como abrir el correo con cuidado o evitar eventos en lugares públicos.
También se documentó un gran impacto del 11-S en la creencia religiosa de muchas personas; en algunos casos se vio reforzada como forma de hallar consuelo ante la pérdida de seres queridos, mientras que en otros hubo fuertes cuestionamientos e incluso pérdida de la fe ante la incapacidad de reconciliar la perversidad de los atentados con la existencia de Dios.
Favorecido por su interminable reproducción en los medios y la cultura popular, los atentados más grandes de la Historia también generaron un potente simbolismo iconográfico, debido al hecho de que las Torres Gemelas y el Pentágono representaban el poder económico y militar, respectivamente, de EEUU.
Aunque no se sabe a ciencia cierta, se cree que el avión que se estrelló en Pensilvania se dirigía contra la Casa Blanca o el Capitolio, símbolos del poder político del país.
Los atentados sirvieron también como telón de fondo o narrativa central de numerosos libros y de algunas canciones y películas. Innumerables films debieron ser editados para evitar mostrar imágenes de las Torres Gemelas o para eliminar referencias a atentados o explosiones.
Radios y canales de TV dejaron de pasar algunas canciones y videos musicales porque incluían imágenes asociadas al 11-S.
En el plano político e institucional, los atentados derivaron en la mayor reestructuración del gobierno de Estados Unidos de los tiempos modernos, con la creación del Departamento de Seguridad Interior, mediante la Ley de Seguridad Interior, de 2002, para coordinar los esfuerzos antiterroristas.
Espionaje permitido
El Congreso también sancionó una ley antiterrorista, la Ley Patriótica, que dio a la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) y a otras el poder de espiar, sin permiso de un juez, las comunicaciones, los e mail y el uso de internet de los ciudadanos estadounidenses e incluso de millones de personas en el extranjero.
Los ataques también cambiaron para siempre la rutina de los aeropuertos. La Administración Federal de Aviación (FAA) ordenó que se reforzaran las puertas de las cabinas de los aviones y asignó a los vuelos agentes de seguridad encubiertos.
Además, la Ley de Seguridad de la Aviación y el Transporte, de noviembre de 2001, traspasó de los aeropuertos al Estado la responsabilidad de la seguridad en las estaciones aéreas.
La ley creó la Administración de Seguridad de Transportes para revisar a los pasajeros y su equipaje, derivando en largas demoras para tomar un vuelo y en preocupaciones para la privacidad de los pasajeros.
Al Qaeda amenaza con miles de atentados
El jefe de Al Qaeda, Ayman Al Zawahiri, amenazó ayer a Estados Unidos con repetir los ataques del 11 de setiembre “miles de veces”, en un video difundido con ocasión del 15º aniversario de los mortales atentados de Nueva York.
El 11 de setiembre es “el resultado de sus crímenes contra nosotros”, afirmó Ayman Al Zawahiri en un video difundido en cuentas yihadistas de internet y dirigiéndose a EEUU. Según él, si los “crímenes” continúan, el 11 de setiembre “se repetirá miles de veces”.
En el video, Zawahiri menciona la política de EEUU hacia los países árabes y musulmanes, denunciando su “ocupación” de tierras en estos países y su apoyo a gobiernos “criminales y corruptos”.
Si bien, después del 11 de setiembre, Estados Unidos concentró su lucha antiterrorista contra Al Qaeda y los talibán afganos, hoy combate prioritariamente al grupo yihadista Estado Islámico, rival de Al Qaeda, que ocupa grandes extensiones en Siria e Irak.
AP
Obama pidió a su nación "no rendirse"
El presidente Barack Obama urgió ayer a los estadounidenses a permanecer unidos ante la amenaza terrorista, en víspera del aniversario de los atentados del 11 de setiembre de 2001 y en un velado golpe contra el candidato republicano Donald Trump.
“No podemos rendirnos ante aquellos que nos quieren dividir. No podemos reaccionar de formas que erosionen el tejido de nuestra sociedad”, dijo.
“Porque es nuestra diversidad, cómo recibimos a todos los talentos, la forma en que tratamos justamente a todos sin importar su raza, género, etnia o credo. Es parte de lo que nos hace grandes como país. Eso es lo que nos hace fuertes”, agregó.
Obama ha denunciado en varias ocasiones la virulenta retórica de Trump hacia los musulmanes.
Tras el tiroteo de San Bernardino, California, en diciembre pasado, por ejemplo, Trump instó a prohibir temporalmente el ingreso de musulmanes a Estados Unidos.
Obama pronunció sus palabras a dos meses de las elecciones presidenciales en las que Trump, un magnate inmobiliario, se enfrentará a la candidata demócrata y ex secretaria de Estado, Hillary Clinton.
Evocando uno de los días “más negros de la historia de nuestra nación”, Obama señaló que muchas cosas han cambiado desde aquellos atentados. “Impartimos justicia a Osama Bin Laden. Fortalecimos nuestra seguridad interior. Hemos prevenido ataques.
Hemos salvado vidas", dijo Obama. Pero al mismo tiempo, agregó, en referencia a los ataques de Boston, San Bernardino y Orlando, Florida, “la amenaza terrorista ha evolucionado”.
Télam