A 100 años del triunfo de Lencinas y a 98 años de su fallecimiento - Por Andrés Abraham

A 100 años del triunfo de Lencinas y a 98 años de su fallecimiento - Por Andrés Abraham
A 100 años del triunfo de Lencinas y a 98 años de su fallecimiento - Por Andrés Abraham

El 20 de enero de hace 100 años se consagraba en las urnas el caudillo José Néstor Lencinas, accediendo a la gobernación de la provincia después de toda una vida de denodado esfuerzo por destronar del poder a los representantes locales del "régimen". Su triunfo fue el corolario de un proceso de ampliación política que comenzó en 1912 con la sanción de la Ley Sáenz Peña y que se profundizó a nivel provincial con las reformas llevadas adelante por los gobiernos liberales modernistas de Rufino Ortega (hijo) y Francisco Álvarez, plasmadas en la Constitución provincial de 1916.

Bajo este nuevo marco legal, a fines de noviembre de 1917 el gobernador Álvarez convocó a elecciones de gobernador para el 6 de enero de 1918.

Por entonces la provincia atravesaba una grave crisis económica y política. Desde Buenos Aires el presidente Hipólito Yrigoyen decretó la intervención federal a Mendoza y designó interventor al radical cordobés Eufrasio Loza, quien a fines de noviembre de 1917 pospuso los comicios para el domingo 20 de enero, en medio de acusaciones cruzadas con los conservadores por su supuesto favoritismo hacia los radicales. Con premura, conservadores y radicales socialistas designaron sus respectivas fórmulas: Emilio Civit-Alfredo Ruiz por los primeros; José Néstor Lencinas-Delfín Álvarez por los segundos.

La campaña se desarrolló en un marco de polarización política entre los dos grupos, que incluyó el uso de la prensa partidaria para lanzar diatribas contra los adversarios, actos proselitistas en los que debió intervenir la policía y hasta el recurso de la violencia política. Para la conquista de votos los contendientes continuaron recurriendo a algunas prácticas non sanctas, propias de la época anterior a la Ley Sáenz Peña: secuestro de libretas de enrolamiento, mitines con empanadas y vino, traslado de votantes desde los comités e incluso la intimidación con matones.

El Partido Socialista -tercero en discordia que finalmente se autoexcluyó de la puja electoral- supo cuestionar muchas de estas prácticas con el apelativo de "política criolla" y bregó desde su periódico El Socialista por una nueva cultura política que inculcara en los sectores populares virtudes cívicas y morales a su entender indispensables para la novel democracia.

La contienda se manifestó también a nivel simbólico con la utilización de la alpargata y la figura del gaucho como estandartes lencinistas y la asociación de Civit y los conservadores con la corbata, la levita o las bordelesas de los bodegueros. Desde la prensa partidaria -integrada por periódicos como La Palabra (radical), La Tarde y El Régimen (conservadores)- se lanzaron acusaciones mutuas de corrupción y una denostación de la trayectoria y los antecedentes previos de los dos principales candidatos.

El domingo 20 las elecciones se realizaron en un marco de tranquilidad, aunque se denunciaron algunos episodios menores de robo de libretas o problemas con los padrones en algunas mesas. Debido a la lentitud de los escrutinios de entonces, los resultados se dieron a conocer recién a principios de febrero, aunque los radicales dieron por descontado su triunfo desde un principio. Lencinas triunfó ampliamente: obtuvo 18.355 votos contra los 12.748 de Emilio Civit, ganando en la Capital y en todos los departamentos, salvo Tupungato.

La asunción del "Gaucho" como gobernador tuvo lugar el 6 de marzo, siendo una verdadera apoteosis del caudillo radical. Para la ocasión se organizó un banquete en el Parque del Oeste -espacio hasta entonces exclusivo de las élites mendocinas- y se dispuso la apertura de la Casa de Gobierno, ámbito hasta entonces cerrado a la población.

El gobierno de Lencinas se caracterizó por un sentido obrerista, un estilo político populista, confrontación con los opositores y parte de la prensa, y por algunos desencuentros con el gobierno nacional encabezado por Yrigoyen. Su breve mandato se vio interrumpido por dos intervenciones federales, motivadas por su particular estilo de gobierno y por conflictos institucionales con el Poder Judicial y con el Poder Legislativo.

El discurso pro-obrero se tradujo en hechos: mediante leyes de avanzada se creó una Inspección del Trabajo, se reglamentó el trabajo de mujeres y menores y se fijó la jornada máxima de 8 horas de trabajo y el salario mínimo. Otras medidas en ese sentido fueron el sábado inglés y la indemnización por accidentes de trabajo. Aunque esta legislación tuvo al principio aplicación restringida a trabajadores del sector público, sirvió de antecedente para su posterior extensión a otros sectores del trabajo.

La muerte de Lencinas, el 20 de enero de 1920, le impidió concluir el período constitucional de gobierno. Había nacido en San Carlos en 1859, por lo que llegaba al poder con casi sesenta años y con algunos achaques. Sus hijos Carlos Washington, Rafael Néstor y José Hipólito continuaron su legado, manteniendo la hegemonía del lencinismo como movimiento político hasta fines de los años veinte.

Su funeral fue un reflejo de la gran popularidad que había gozado en vida, algo que reconocieron hasta los diarios más críticos hacia su gobierno.

Incluso Los Andes, que había cuestionado las restricciones a la prensa y varios de los atropellos institucionales cometidos por Lencinas y sus correligionarios, reconoció como su mayor virtud el inalterable cariño a su pueblo, en favor de cuyo bienestar dedicó su vida. Sin embargo, hubo una negativa a rendirle homenaje que provino de la Cámara de Diputados de la Nación, de la que había sido miembro, siendo en la historia el primer caso de una moción de homenaje pos-mortem rechazada en el recinto, lo que muestra el encono de sus adversarios hacia su figura.

El balance histórico de su gobierno muestra que las dificultades institucionales que debió enfrentar en su desempeño como gobernador no opacaron su sincero afán por mejorar la situación de los sectores más vulnerables. La historiografía coincide en señalar esto último como su mayor mérito, considerando que fue el primer gobierno en sancionar medidas a favor de los sectores trabajadores y con un profundo sentido de la justicia social, prefigurando los procesos de ampliación política y de mejoras sociales llevados adelante por otros gobernadores radicales contemporáneos (como los hermanos Cantoni en San Juan), y por el peronismo unas décadas después.

Esta orientación popular fue, a su vez, el aspecto más cuestionado por la oposición conservadora, que no logró comprender cómo hacer política exitosamente interpelando a los sectores populares hasta entonces excluidos de la vida cívica.

Evocar la figura del "Gaucho" Lencinas a 100 años de su triunfo en las urnas y a 98 de su fallecimiento es rendir tributo a la memoria de un caudillo popular que se hizo un lugar en el corazón de muchos mendocinos. La efeméride invita también a conocer las vicisitudes de los momentos iniciales de nuestra vida democrática mendocina y tomar nota de las deudas pendientes en pos de su mejora.

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