80 veces Víctor

Mañana, 29 de mayo, el Maestro Legrotaglie cumple ocho décadas de vida. Un repaso a la vida del máximo ídolo del fútbol mendocino a través de anécdotas.

80 veces Víctor

El Víctor es un personaje entrañable. Querible como jugador y persona. Amigo incondicional de sus amigo. Capaz de llamarte un 24 de diciembre a las 12 de la noche o todos los sábados para recordarte su cariño. Una recopilación de anécdotas y frases del Gran Maestro a lo largo de su vida.

l Nació en Las Heras el 29 de mayo de 1937. Surgió del "Club Sociedad Italiana 5 de Octubre" (donde hoy está el Polideportivo "Vicente Polimeni" de Las Heras), club fundado por su abuelo y donde su padre y su tío fueron presidentes. Dicho club disputaba la Liga Lasherina de Fútbol existente por aquel entonces.

l  “Mi viejo, Antonio, de Bari, tano hasta los enojos. Mi madre: Micaela López Torres de Logroño, de Castilla la Vieja. El viejo zafaba, era constructor, tenía auto y también tenía ausencias. Ellos nos inventaron a mí, a Carola, a Raúl, a Oreste, mis queridos hermanos”.

l “En la escuela “3” en Aritmética, “3” en Geometría, “3” en Historia y “10”en dibujo. No porque supiera dibujar bien, sino porque mientras los otros dibujaban yo le hacía payanitas con la pelota al profesor”.

l “Cuando era chico me escapaba de mi casa para jugar al fútbol. Iba y me ponía a practicar centros y remates al palo. Cuando estaba en Don Bosco, tenía 11 años, el cura jugaba con nosotros y un día hubo un penal y él lo quería patear. Lo terminé pateando yo e hice el gol. Eso sí, después nos pusieron a rezar de rodillas sobre una llave”.

l “En la primaria había una maestra terrible, la Guidolfi. Si no le gustaba la tarea, te rompía la hoja a la mierda. Una vez le hizo eso al Víctor, le devolvió la hoja hecha un bollo, y el Víctor se puso a payanear con la hoja en el medio del aula. La señora se volvió loca”, cuenta Cato Aguilar.

l “Ya de chico, el Víctor era  crack. Cuando jugábamos en la cancha de Tamarindos lo teníamos que hacer jugar de tres, con la condición de que no pasara la mitad de la cancha. Ésa era la única forma de que otros equipos nos quisieran jugar”, cuenta el Cato.

l “Tiraba una moneda contra el piso, rebotaba y la agarraba con la zurda: tac, tac, tac. Yo lo vi con mis ojos, no me lo contaron. ¿Sabés la de apuestas que ganaba haciendo eso? Probá hacer payanas con una moneda, vas a ver”, cuenta su hermano Raúl.

l “Un día me robé una pelota nueva que habían comprado en la iglesia; me tenté. En mi casa era difícil comprar una pelota nueva. ¡No sabés lo que era esa pelota! Al otro día el cura empezó a decir que Dios iba a castigar al que se había robado la pelota, y cosas así. Así que a la noche tiré la pelota al patio de la iglesia".

l “Con Lucha, mi mujer, nos conocíamos del barrio. Tenía diez años cuando le propuse noviazgo, de aquellos noviazgos inocentes de hacerle la pasadita y de mandarle saluditos con las amigas. Me pidió que la tratara de usted. Ella me enseñó a vivir”.

l "La Lucha es el amor de mi vida. Siempre me bancó. Me entendió cómo era y me quiso así. Le di miles de dolores de cabeza. Pero ella sabe que siempre fue mi único amor. Un día, me siento a almorzar con la Lucha y una de mis hijas. Veo que en la mesa ponen dos platos. Para mí, nada". "En eso, la Lucha me tira un diario. Lo veo y había una nota que me habían hecho. El título decía: "Gané mucha plata y luego se la devolví a la gente". "¡Qué te dé de comer la gente, caradura!", Y me quedé sin almuerzo"
 
l Mis tíos tenían puesta la camiseta de Independiente, mi viejo también. La que era de Gimnasia era la Micaela, mi madre. Yo ya me había pintado el corazón a franjas verticales, negras y blancas. Mi vieja, me seguía, mi viejo se perdía. No lo encontrábamos".

l “Mi mujer se preocupaba porque yo salía mucho de noche. Es que en la noche te piden documentos y yo no tenía. El único que tenía a mano era el 'Documento' Ibáñez. Siempre me gustó la noche porque en la tarde había mucho sol. Se me ponía la cara roja. En la noche se te abren las puertas para pensar”.

l “Yo sigo siendo de mi club, el 5 de Octubre, allá en las Heras. Siguen siendo mis amigos el Tulo, el Rafa, Victoria, Ledesma. Jugábamos al Baby Fútbol. Nuestra camiseta era roja. Yo chocho porque entonces era hincha de Independiente de Avellaneda”.

l “Han habido muchas jugadas lindas. Pero hubo una especial. Jugamos contra Huracán en la cancha de Independiente por un torneo de verano. Íbamos 1 a 1  y en un centro tras el puñetazo del arquero la dejé pasar y definí de taco. Fue parecido al “Escorpión” de Higuita. Después hice 11 goles olímpicos, 64 de tiro libre. Pasa que los arqueros eran amigos míos”.

l “Cuando tenía 17 años fui a llevarle el equipo a Cardone, que era el 10 de Gimnasia y pasamos gratis. Ahí jugamos contra Gutiérrez en la cancha de Argentino y el Monita García me dice `no te animás a jugar´ y le dije que sí. Ganamos 6 a 2 e hice dos goles”.

l “Lo veo al fútbol actual. Ahora es muy distinto. El entrenador te habla con pizarras y demás. A nosotros nos explicaban las cosas con monedas y yo agarraba la mía y me la guardaba para que el técnico no me dijera nada”.

l “A mí me vinieron a buscar del Real Madrid, del Ínter, del Cosmos (con Di Stéfano, Pelé y Beckenbauer). Cuando vinieron del Real de Madrid me acuerdo que el cónsul de España y me regaló su reloj de oro”.

l “¡Qué me iban a hablar de irme! Mi vida ha sido extraordinaria acá. Yo me emociono con el cariño de la gente, he sido muy feliz, no me arrepiento de no haber ido ahí, te lo digo de corazón, la gente conmigo ha sido extraordinaria”.

l “En los nacionales, tres años invictos estuvimos. Yo llegaba de traje y con la orquesta de los hermanos Rosales con contrabajo y bandoneón entrabamos al camarín, me subía a la camilla y me ponía a bailar y todos cantaban: “Hoy Mendoza está de fiesta, vino el Víctor con su orquesta”.

l “Cuando yo dirigí Gimnasia había un pizarrón en el camarín, un día me fui a una escuela del barrio San Martín y lo doné. Se me armó un quilombo bárbaro en el club, pero después les expliqué: el fútbol es práctico ¿Qué quieren ustedes? ¿Diagramar qué? Eso es para los profesores”.

l Una tarde, en cancha de Gutiérrez, Gimnasia tuvo como diez tiros libres. Ninguno fue al arco. Todos afuera. Los hinchas se preguntaban qué pasaba. "¿Qué pasó que no metieron un solo tiro libre?", le preguntó un hincha a Legrotaglie. El Víctor le dijo a Aceituno: “Contale vos”. “Habíamos apostado a ver quién le pegaba al fotógrafo”, contó el Cachorro.

l  “Al otro día de lo del fallecimiento de mi hijo, agarré el auto y me fui al Cerro de La Gloria. Me iba a tirar. Pensaba en eso. Pero cuando llegué, me cagué. No me animé. Y dije: “Voy a vivir por el Cocó”. Por eso me gusta hablar de él, porque me hace feliz, yo lo veo ahí, con su pantaloncito, la camisetita de Gimnasia”.

l “Recuerdo cuando fuimos a jugar con San Lorenzo (en octubre de 1971) en el Viejo Gasómetro. Ellos tenían un equipazo y venían primeros. La verdad es que les dimos un baile bárbaro y ganamos 5 a 2. A tal punto fue la superioridad que el árbitro (Roberto) Goicochea me apartó y me pidió que no siguiéramos tocando; que él no se hacía responsable de lo que podían hacer los hinchas de San Lorenzo. Al final no pasó nada malo. Cuando salimos de la cancha había como dos cuadras de hinchas de San Lorenzo aplaudiéndonos mientras salíamos con el micro”.

l “Una vez me fue a buscar don Felipe Bellene (presidente de Maipú) para llevarme a su club. Me ofreció de todo y fue hasta mi casa del barrio San Ignacio con dos camiones llenos de electrodomésticos y muebles para el hogar.  Yo no quería irme del club. El amor por Gimnasia no lo cambio por nada”.

l “Jugar con Carlovich era muy sencillo. No me voy a olvidar nunca de un partido amistoso que jugamos contra Boca en la cancha de Independiente, ganábamos 2 a 0 y el 'Toto' Lorenzo se metió a la cancha a pedirle al árbitro que sacara a uno de nosotros dos porque si no retiraba el equipo".

l Un día fue a arreglar su contrato y le pidió a Don Pancho Luna (presidente de ese momento) una casa y se fue. La comisión directiva aceptó el pedido y así el Maestro fue uno de los vecinos del Barrio San Ignacio. Su casa se destacaba por tener el tanque de agua blanco y negro.

l En 2012, presentó su libro titulado El Víctor y tiene también un vino que lleva su nombre de la bodega Staphyle.

l “Tenía casi 70 años y era manager de Gimnasia. Un día estábamos haciendo médanos con el plantel y él salió corriendo a la par de nosotros. Nos sorprendió a todos”, cuenta Javier Chacón.

l Como entrenador dirigió a Gimnasia de Mendoza en varias oportunidades. En 1981, logró sacar campeón al Lobo mendocino del torneo doméstico. Su última experiencia en el Lobo del Parque fue en 2004.

l “Éramos compadres adentro y afuera de la cancha. Amigos del alma. Acá en Mendoza ser compadre es una categoría superior a la amistad. El Polaco, el Bolita, Aceituno, Guayama y yo. Nos hablábamos en los partidos, nos dábamos ánimo, nos felicitábamos, gozábamos cada pase y ni que decir cada gol. Después se nos sumó 'El Documento' Ibáñez. Se lo merecía. Sentía el fútbol como nosotros”.

l  “Vinieron a buscarme los dirigentes de Chacharita, los de acá no querían que me fuera. Pero me convencieron. Salimos campeones con Los Funebreros. Jugué un año. Fui tapa de El Gráfico. Ser la portada de esa revista era todo un reconocimiento, te transformaba en famoso. Al finalizar la temporada me dicen los del club que el 10 de enero había que volver a las prácticas. Yo contesté: “Perdone, jefe, pero el 8 de enero me caso con el amor de mi vida. Me voy a casar y me voy a quedar a disfrutar en mi tierra. No cuente conmigo. Así que rompí el contrato y volví a Mendoza”.

l  “A mí me decían ‘El Patón’ porque calzaba el 44, que no es un número espantoso de botines, pero con mi cuerpo menudo se notaba mucho. Después me pusieron “Calzoncillo”, porque yo nunca usé calzoncillo y menos debajo del pantalón de fútbol, me molestaba, me sentía ceñido, atado”.

l  “Yo tuve dirigentes de lujo y tuve hinchas de lujo. Me invitaban a comer al barrio San Martín, su pobreza de puchero, y allí iba y me sentía entre los míos”.

l “Cuando pateás el tiento con el pie débil, te duele y no te digo nada cuando lo cabeceás. Yo aprendí a usar el tiento para darle efecto a la pelota, a mí no me incomodaba, me servía”.

l “Nos hablan de Independiente para estar con el Tucho Méndez y otras figuras en un partido especial. Lo fuimos a buscar a Carlovich a Rosario. Cuando veníamos la nafta se nos terminó por Sampacho. No teníamos un mango ni para combustible. Al lado de la estación de servicio había unos pibes jugando al fútbol. La pelota cae cerca de mí y mandé un puntazo para arriba, el rey Carlovich y el Tucho se prendieron. La gente que nos vio quedó maravillada y nos cargaron nafta gratis y nos dieron guita para seguir”.

l “Me voy a permitir contar algunas intimidades después de compartir con él por casi 40 años de amistad. El 13 de diciembre de 1997 fallece mi esposa, yo cumplo años el 24 de enero, ese día de 1998, a un mes de la pérdida, estaba en mi sumido en un profundo dolor, cuando llegó y con su carisma, me abrazó, y me dijo “Vamos ya a mi casa, Lucha ha preparado algo. Fuimos a su casa, y  con respeto y emoción,  compartiros  mi cumpleaños. Esa es la parte humana del ídolo de Mendoza”.

l “¿Señor, va a patear o no?”, le  preguntó   el árbitro a Legrotaglie  que debía ejecutar un tiro libre en un  partido que Gimnasia le ganó 2 a 1 a Central Córdoba de Santiago del Esteroen el Nacional  ‘71. Lo increíble es que  ya había colgado la  pelota en un ángulo quizás con uno de los chanfles más perfectos de toda su carrera. Doy fe como enviado especial de Los Andes a ese encuentro que hasta  el arquero  todavía estaba acomodando la barrera cuando el Maestro convirtió  ese  gol”, cuenta el periodista José Félix Suárez.

l “Contaba  el  Cachorro Carlos Gil Aceituno compañero del  Maestro  en aquel Lobo de los 70: “yo tenía una doble función  porque jugaba  y también  entrenaba  a  Gimnasia  en la parte física. El Víctor y el Bolita (por  Alfredo  Angel Sosa) que eran inseparables llegaban tarde a las prácticas y me saludaban sonrientes a través de la tela. ¿Qué les podía reprochar si el día del partido la rompían?”.  También se  tiraban en el suelo  y dormían  la siesta como si nada.  Hasta que una vez se  quedaron dormidos arriba de un hormiguero y así  quedaron. Todavía están corriendo…”. (José Félix Suárez).

Inigualable el querido Maestro. ¡Que los cumplas muy feliz!

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