Para descansar, para hacer ejercicio o simplemente para respirar aire “un poco más puro”. Como sea, el Parque San Martín es un lugar de encuentro para todos los mendocinos y un motivo para enorgullecernos ante el mundo entero (porque a cualquier turista que pisa Mendoza le recomendamos que lo conozca).
Dentro de esta aparente interminable extensión de árboles y verde natural hay -también- una gran cantidad de estatuas, monumentos y otras obras artísticas, y es muy probable que en cada visita que hagamos hacia el pulmón del Gran Mendoza “descubramos” una nueva. Pero, ¿algunas vez nos pusimos a contarlas?
La licenciada en Historia del Arte Patricia Favre se tomó ese trabajo. Y según censó, analizó y contabilizó para su más reciente investigación, en el parque General San Martín hay exactamente 58 obras de arte y monumentos desperdigados a lo largo y ancho del territorio.
“Se trata de una investigación muy profunda y minuciosa. Pude descubrir muchísimas cosas, tanto en lo que se refiere a obras como a información. Pienso que realmente ahora se redescubrirá el Parque, porque -la verdad- es que habían tantos vacíos y errores en el conocimiento de obras que esto puede aportar lo suyo”, destacó la investigadora, quien plasmó todo su trabajo documental y fotográfico en el libro “Escenarios del poder. La escultura en el parque General San Martín”. El trabajo será presentado el jueves en la Biblioteca San Martín.
Los años dorados
En 1996, con motivo de conmemorarse el primer centenario del parque San Martín, Favre realizó su primera investigación sobre este atrapante oasis. Y desde ese momento no dejó de investigar sobre él.
“Empecé a juntar material y surgió la idea de ver y reconstruir cómo había estado e ido cambiando el Parque a lo largo de la historia y las distintas épocas. Y noté que hay muchas obras desaparecidas. No tiene que ver con robo, sino con símbolos que marcaron una época y ya no están”, destacó la investigadora.
Uno de ellos es el ‘Quiosco de música’. “Estaba ubicado en la Rotonda donde ahora hay juegos y una calesita, un poco más al oeste de la Fuente de los Continentes. El quiosco fue traído desde Escocia en 1908 y fue de las primeras obras que se instalaron en el Parque, igual que los Portones y las farolas tradicionales. De éstas queda sólo una en la zona donde estaba el Hospital Emilio Civit”, destacó Favre.
La especialista resaltó que existe -o existió- mucha estatuaria que ya no se encuentra en el Parque. “Hubo una compra muy importante de obras a Escocia y Francia, aunque es muy difícil determinar si se llegaron a emplazar todas”, sostuvo.
Cronológicamente hablando, los primeros monumentos que se instalaron en el lugar fueron justamente los Portones, las farolas y el Quiosco de música, en 1908. “Fueron tres obras fundamentales. Los Portones eran todo un símbolo para marcar una entrada, un acceso al Parque. Las farolas permitían llevar luz artificial al lugar, extendiendo el tiempo de esparcimiento en el lugar.
Y el Quiosco era el punto de encuentro de la élite. Ahí se juntaba la clase alta a pasear en sus carruajes y a escuchar la banda de música. Toda esa rotonda que hoy rodea a los juegos y a la calesita era el Quiosco de música”, explicó la licenciada en Historia del Arte, y destacó que estas tres estructuras fueron compradas a Escocia.
Los años dorados en lo que se refiere a monumentos y estructuras artísticas en el parque San Martín comienzan con esas tres adquisiciones y se extienden hasta la década de 1930,
“Había más de 100 monumentos seguros, a los que se le sumaban las 150 farolas artísticas. Cuando en 1930 se encara la remodelación -que tenía como objetivo volver a resaltar el verde y la naturaleza del Parque-, se sacan muchas de esas obras. En el momento no tenían gran valor, además era necesario un rediseño. Las farolas, por ejemplo, eran muy vistosas desde la estructura, pero tenían muchas dificultades y ya no generaban buena luz. En lugar de adaptarlas, se retiraron. Además había mucha gente que se había instalado a vivir en ranchos, en condiciones muy precarias, en el interior del Parque. Y el plan de remodelación apuntaba justamente a retirar esos ranchos y que recuperara la naturaleza”, especificó Favre.
Según indicó la investigadora, en 1903 se creó el primer Zoológico (ubicado donde estuvo hasta hace algunos años la Hostería El León), y allí ya había ciertas construcciones llamativas como algunos puentes que cruzaban el lago del lugar. En 1909, llegaron las primeras piezas estatuarias más importantes procedentes de Francia. Entre ellas estaban los Caballitos de Marly y la Fuente de los Continentes.
“En 1914 se levanta el Monumento al Ejército de los Andes (el que se encuentra en el Cerro de la Gloria), confeccionado por el artista uruguayo Juan Manuel Ferrari. Y en 1920, ya con el lencinismo, llegaron algunas obras italianas. Un ejemplo de éste es La Pureza, una fuente con una mujer desnuda que se encuentra en el interior del Rosedal”, destacó la especialista.
Los años de gobierno de Lencinas también fueron dorados en lo que se refiere a las obras del gran pulmón verde. Fue también en la década del ‘20 cuando se instaló la imponente estatua de Benjamín Matienzo en las inmediaciones del Rosedal y el controvertido “Monumento al obrero”, tan simbólico como polémico.
“Fue muy importante, porque el lencinismo reivindicaba los derechos de los trabajadores. Y en esa época los obreros no eran bien vistos, de hecho se los llamaba -peyorativamente- ‘la chusma en alpargatas’. Pero la decisión de Lencinas fue que el obrero tuviera su monumento, ¡y llevaba alpargatas! Obviamente fue criticado por la “aristocracia”. La hizo el mendocino Juan José Cardona -el mismo del Cóndor del Acceso Este, que hoy está siendo restaurado- y actualmente está dentro del actual Zoológico”, contó Favre recorriendo algunas de las obras que sobresalen en su trabajo.
Confusiones comunes
La investigación también le valió a Favre la posibilidad de echar por tierra ciertos errores y confusiones muy comunes en lo que se refiere a estas obras, así como también dar con información valiosísima.
“La Fuente de los Continentes es uno de los mayores símbolos del Parque. Pero poca gente sabe que es una obra de Mathurin Moreau. Otro error común es sobre una estatua de un infante que está en el Rosedal y que todos la llaman ‘El niño’. ¡Pero es una niña!. Y es una réplica de otra obra célebre que está en Berlín y que se llama ‘La niña de los huesillos’.
Muchas de las estatuas que están en el Parque son réplicas de obras famosas que están en Europa, en lugares como los Jardines del Palacio de Versalles o en Roma”, siguió la mujer, y agregó que muchas de esas obras que estaban en el Rosedal en los años ‘20 actualmente no ese encuentran.
“El Parque tiene un carácter muy especial, que reúne obras decorativas y conmemorativas. Justamente marcan la conjunción entre la naturaleza y lo artificial”, sintetizó Favre.
Presentación
El libro: "Escenarios del poder. La escultura en el Parque General San Martín", de Patricia Favre.
La cita: será presentado el jueves 25 a las 19, en la biblioteca pública San Martín.