El fin de la historia, la celebración del presente, hay que dejar el pasado atrás para construir a futuro, más acción y menos retórica, la muerte de la ideología. Todas estas sentencias, que son prédica teórica global desde hace varias décadas, tienen un referente argentino que las refute: la revista "Todo es historia" creada por Félix Luna.
Es que hace 50 años ya, la publicación que el historiador gestó con la intención de divulgar nuestro pasado para mirarnos en el presente, y de cara al futuro, mantiene su vigencia en papel impreso y en los kioscos de todo el país.
Y, claro, a raíz de tan impactante cifra de permanencia arrancó una serie de celebraciones en Buenos Aires, que están en sintonía con la propuesta editorial de publicación.
La revista tiene entre sus logros uno que destaca: el hecho de construir un discurso histórico-mediático que se sostiene en la necesidad de repensarnos a través de la pluralidad de las miradas, como un paradigma consecuente y tenaz para la referencia.
A fin de ahondar un poco más en este acontecimiento ineludible desde la perspectiva editorial, charlamos con Felicitas Luna; hija de Félix y una las voluntades que sostienen con no poco esfuerzo la revista.
- ¿Cuál es la fórmula que le ha permitido, a una revista cultural como esta, permanecer durante tantos años?
- Yo creo que es el hecho de que sea conservadora e innovadora al mismo tiempo, que hayamos sido consecuentes con la premisa de la pluralidad de miradas en todos los temas que abordamos. Nuestro nombre y apellido se asienta en la idea de que todo suceso histórico requiere de múltiples miradas distintas. Y, también, el hecho de que hemos puesto en juego nuestra honestidad en todos los temas que se han tocado en estos 50 años. Por eso seguimos siendo creíbles.
- ¿Y cómo han sostenido esa credibilidad?, asunto que está en jaque en estos tiempos dentro del universo periodístico.
- Para nosotros no fue difícil porque el planteo fue claro desde un comienzo y fuimos consecuentes con él durante todos estos años. Cuando mi padre fundó la revista, la idea de él era que vos podías transmitir cualquier hecho del pasado con rigor y honestidad. Incluso presentar en nuestro espacio aquellos temas, o abordajes, con los que no coincidíamos; pero que había que publicar para ponerlos en la discusión pública.
-¿Te acordás de algún ejemplo?
- Me acuerdo de una nota sobre San Martín mestizo. Sobre el tema escribieron Hugo Chumbita y Florencia Grosso desde dos perspectivas distintas. Las dos eran válidas. Esa confrontación, esa intención de abrir el debate hace que la revista esté en vigencia.
-¿Cómo fue este tránsito en la búsqueda de los temas a tratar?
- Muy interesante, porque en un número salía Rosas y podía surgir el planteo de que la revista era rosista; pero al otro hacíamos Irigoyen. Todos los temas nos parecieron siempre propicios: los del interior del país, la inmigración, del campo, de la industria, de las mujeres... “Todo es historia” fue la primera publicación en abordar todos esos temas sucesivamente. Esa es una clave que fijó papá y que fue la premisa que sostuvimos los que trabajamos acá.
-¿Es difícil mantener una mirada plural en épocas en que los postulados binarios atraviesan a las sociedades del planeta?
- No creemos en los extremos, porque no han sido buenos para el país. Trabajamos para que la historia sirva para para educar, para entender que un caudillo como Facundo Quiroga -por ejemplo- es de su época: se lo tiene que entender y analizar, aún con nueva documentación, sin perder de vista el contexto en el que surgió y al que perteneció. No nos sirven, en nuestra vida diaria, los prejuicios.
Tampoco es bueno ser prejuicioso para mirar la historia. La idea de papá, al pensar en este espacio, era la de poder hablar de historia sin necesidad de hacer política. La idea de formar ciudadanos que conozcan su país, que sepan dónde están plantados.
-¿Cambiaron los lectores que fueron acompañando a la revista en estos 50 años?
- ¡Sí!, y de una manera que nos ha sorprendido totalmente. Cuando la revista cumplió 40 años decidimos hacer un estudio de nuestros lectores. Y descubrimos que nuestro lector es de lo más heterogéneo. Muchos compran la revista por las tapas: una edición de rock nacional, por ejemplo, determinó lectores que antes no teníamos y así con muchas otras.
Otra diferencia que detectamos es que los lectores de provincia de Buenos Aires están más interesandos en los temas del campo que de política; o que en el interior los temas como el de la Difunta Correa son importantísimos. Ese estudio nos desorientó mucho más (se ríe) porque nos puso en el compromiso de satisfacer a un público mucho más heterogéneo del que imaginábamos.
- ¿Ha cambiado el proceso de creación editorial en estos años?
- Desde hace unos 30 años, María Saenz (la editora que acompañó a Félix desde los incios de la publicación) y yo dimos mucha cabida a todos los historiadores. Pero al principio eso era muy difícil, porque no había tantos académicos que se animasen a escribir desde un lenguaje de divulgación. Al principio papá convocó más a periodistas que ha historiadores porque eran los que se atrevían a escribir en el registro que requería la revista. Después fueron animándose a escribir los historiadores. Ese es para nosotros otro de los logros: la idea de que con la divulgación se puede educar, aprender y amar la historia.
El hombre detrás de la obra
“Mire, yo no me describo. En todo caso el que tenga interés que diga lo que piensa que soy. Pertenezco a la Academia Nacional de la Historia, lo cual no quiere decir que sea un historiador académico. Tal vez mi forma de poner la historia es un poco más heterodoxa, más suelta, más dedicada a la divulgación. Pero me considero un historiador”, le dijo Félix Luna al periodista Andrew Graham-Yooll, durante una entrevista que tuvieron a principios del 2000.
Esa pulsión docente, de apasionado deseo por compartir un saber que era central en su vida cotidiana, llevó a Félix a pensar en cómo derramarlo masivamente.
La idea fraguó en épocas riesgosas: 1967, a un año de la llegada de la dictadura de Onganía al poder. El hombre no se amedrentó y pateó fuerte el tablero del pensamiento nacional, pues el primer número de “Todo es historia” fue sobre Juan Manuel de Rosas. Los caudillos, en plenos efluvios del Mayo Francés, no estaban bien vistos por la intelectualidad argentina. A Félix no le importó, porque tenía clara su meta: buscó “suplir de alguna manera las inquietudes de la gente que tenía curiosidades políticas”, supo decir en otra entrevista.
-¿Cómo era tu padre? ¿Qué lo impulsó a viabilizar este proyecto?
- Para él el gran premio fue el de la Academia Nacional de la Historia (en 1992). Él era un tipo tranquilo, muy estable. Apreciaba mucho el cariño de la gente, que le llegaba a través de la radio, o en sus viajes al interior. Me acuerdo una vez de una señora, una oyente, que le decía que ella aprendía sobre Mitre mientras cocinaba, que en esos programas de papá sentía estar en el pasado, viviéndolo. Creo que por eso que este gran premio que recibió le permitió cerrar un ciclo y constatar para sí mismo que se puede ser serio, riguroso, y a la vez desacartonado.
La idea de “Todo es historia” no surgió de un día para el otro, sino que rondaba en la cabeza de Félix desde una visita que hizo a la ciudad de Berna, en 1959, como agregado cultural argentino en Europa. Allí, en un kiosco de la estación del tren, vio un número de “Miror de l’Histoire”; una publicación francesa con firmas ilustres y temas cotidianos.
Ese enfoque propuesto a mirar la historia desde la perspectiva de los grandes relatos, y también desde las curiosidades, los chismes y las pequeñas anécdotas, fascinó a Luna. Fue el germen que alentó el nacimiento de “Todo es historia”.
"Él (Félix Luna) era un tipo tranquilo, muy estable. Apreciaba mucho el cariño de la gente, que le llegaba a través de la radio, o en sus viajes al interior".
-¿Qué temas valoran más ustedes desde la perspectiva editorial?
- Dar voz a gente que no tiene el espacio donde hacerlo, abordar temas que no se conocían o no eran comunes, ser federales en la mirada. Esos fueron los ejes fundantes de nuestros temarios. Hemos hecho notas sobre masonería, sobre Malvinas, sobre viajeros, sobre Montoneros, sobre el Petiso Orejudo, sobre Javiera Carrera, sobre el petróleo, sobre argentinos en el mundo...
- ¿Cuáles recuerdan que han sido los números más notables de "Todo es historia"?
- Sentimos mucho orgullo por ediciones temáticas, como una sobre la industria o sobre la minería, el petróleo o el ferrocarril. A María Sáenz le gustan más las relacionadas con momentos de la historia, como la Generación del ‘80, el Peronismo y sus aportes, los orígenes de la Guerra de la Paraguay. Pero también han habido, en estos cincuenta años, muchos temas que fueron interesantísimos.
Los que hicimos sobre inmigración o sobre mujeres presidiarias, rameras y cortesanas son buenos ejemplos. La de este último marzo, sobre el Juicio a la Corte en la década del ‘40, nos interesó muchísimo. En febrero pasado hicimos una sobre el cruce de Los Andes y otra sobre la plataforma marítima argentina. En fin: la lista es interminable.
-¿Qué planean para esta edición de festejo de los 50 años?
- Incluiremos el testimonio de lectores, colaboradores, canillitas. Todos querían participar. Habrá más de 70 columnas: desde Felipe Pigna hasta Pacho O’Donnell; desde Carlos Corach hasta el ministro de la Corte Suprema Ricardo Lorenzetti.
El miércoles pasado, en el marco de los festejos y como marca de inicio, se realizó en la Academia Nacional de la Historia un homenaje a Félix Luna, que coordinó María Sáenz Quesada y tuvo como panelistas a Natalio Botana, Miguel Bravo Tedín, Roberto Cortés Conde y Carlos Páez de la Torre.
-¿Alguna vez tuvieron que sortear presiones o censuras políticas?
- Papá pensaba que el trabajo intelectual hay que pagarlo y esa fue siempre una lucha para nuestra revista: la supervivencia económica. Jamás tuvimos condicionamientos de otro tipo que no fueran éstos, muy típicos de una publicación independiente como “Todo es historia”. Nuestro orgullo es que, aún con esas limitaciones, somos la única revista cultural que tiene esta presencia en los kioscos.
- ¿Cuáles son los desafíos que se han puesto a futuro?
- Trabajar en contenidos digitales; y hacerlo sin perder la esencia. Entre tanto estamos disfrutando de haber llegado a más de 5.000 editoriales y 3.700 colaboradores.
En el primer número de “Todo es historia”, que apareció en mayo del ‘67, Félix Luna escribió: “... Historia es todo; y todo es Historia. Historia no es únicamente la línea de las grandes efemérides: es también el amor y los crímenes, las modas y las costumbres, las formas de vida, las creencias, hasta las mentiras. Todo es historia, todo nos interesa porque todo se refiere a nuestro país y a nuestro pasado”. Y finalizaba: “Deseamos que este mensaje tenga un destino de grandes públicos, que ande largos caminos y suscite muchas vocaciones, muchas curiosidades, muchas reflexiones”.
“Papá trabajó hasta el fin en nuestra redacción (Luna falleció en noviembre de 2009). Él adoraba a la revista, y me dejó el respeto que siempre mantuvo hacia sus colaboradores: les mandaba esquelita a todos, uno por uno, para comentar con ellos sobre los artículos que enviaban. El respeto hacia el otro, el ser prudente y humilde, su amor por el país federal son los legados que me dejó y que continúan en ‘Todo es historia’”, concluye orgullosa -¡y cómo no!- Felicitas.
Los festejos de una revista grande
Desde este miércoles pasado, y hasta el 6 de junio, “Todo es historia” será motivo de acontecimientos y celebraciones.
No sólo se lanzó un número especial por este aniversario, sino que además habrá actividades que convocarán a personalidades importantes de la cultura y la historia nacional.
Mañana habrá una mesa en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, titulada “Todo es Historia: 50 años de curiosidades, temas y autores”, con Mabel Bellucci, Leandro de Sagastizábal y Diego Barros (en la Sala Adolfo Bioy Casares. Pabellón Blanco).
El miércoles 17 la revista recibirá el Premio de la Legislatura de CABA (Ciudad Autónoma de Buenos Aires), donde disertarán Carolina Estebarena y Claudio Heredia por la Legislatura, María Sáenz Quesada y Daniel Rodríguez Masdeu; con la coordinación de María Gracia Nenci.
Luego, la Escuela de Guitarristas Irma Costanzo, de la Escuela Superior de Música Pedro Esnaola, también rendirá honores a la revista y a su fundador; que supo aportar sus creaciones musicales al ideario del folclore nacional. Lo hará con un concierto de Ariel López Saldívar y Dante Galeano.
El miércoles 24 se realizarán mesas redondas y otras actividades en el CCK, bajo el título “Todo es Historia: un país y sus miradas”.
Finalmente el martes 6 de junio, en el Congreso de la Nación, “Todo es historia” recibirá el Premio Senador Sarmiento; máximo galardón de la Cámara Alta, otorgado a la publicación por su trayectoria nacional y democrática.