Hace cincuenta años, se produjo uno de los hechos más importantes que tuvo la humanidad: el primer alunizaje realizado por el hombre. Todo comenzó el 16 de julio de 1969, cuando los tripulantes estadounidenses de la misión Apollo 11, Neil Armstrong, Edwin "Buzz" Aldrin y Michael Collins, iniciaron la aventura más grande del hombre. El día 20, Armstrong y Aldrin, en su nave denominada "Águila" se posicionaron en la superficie selenita. Después de unos días los astronautas regresaron y fueron recibidos como héroes.
En octubre de ese mismo año, llegaron a Argentina por unas horas y diario Los Andes pudo entrevistar a dos de ellos. Así decía la nota publicada el 3 de octubre:
"La llegada a Buenos Aires de Neil Armstrong y Michael Collins, los lunautas que conmovieron al mundo el 20 de julio de este año al pisar por primera vez la superficie selenita, provocó una serie de incansables conferencias. Por ejemplo, el doctor Horacio Thedy —siempre muy elegante— venía paseando por la calle Florida y decidió ingresar al Plaza Hotel para 'seguir de cerca un tiempo de la vida de estos dos muchachos admirables'. Lo hizo sin inconvenientes, Victoria Ocampo —la eterna directora de la revista Sur— llegó de pantalones negros y sacón marrón con sus infaltables anteojos de puente blanco, pero a ella no la dejaban ingresar al hospedaje donde iba a desarrollarse la conferencia de prensa porque no tenía credenciales. Sin embargo, la credencial 306 —que es la que nos correspondió a nosotros— hizo diplomáticas gestiones en español y en inglés y logró que Victoria tuviera la satisfacción de escuchar 'en vivo y en directo' a Neil y Michael. La directora de Sur estaba tan agitada que ni dio las gracias. Se metió en el amplio salón y comenzó a mirar todos los detalles que a su paso iban produciéndose.
Nosotros hicimos lo mismo. He aquí algunos de esos impactos, antes del ingreso de nuestros dos huéspedes al inmenso salón.
(...) El primero de ellos: la enorme cantidad de periodistas que se dio cita en la conferencia de prensa. (...) Canales de televisión, traductores y radios de casi todo el país cubrían la nota. LOS ANDES vio llegar a Armstrong y Collins exactamente a la 13.30: setenta y dos días y horas después del sensacional suceso de julio.
Contacto personal
Estuvimos a centímetros de ellos. Les dimos la mano. Una mano firme y dura. Las manos de quienes tomaron las primeras piedras de la superficie selenita. Demostraban estar al tanto del 'show' que debían cumplimentar. Sin embargo, manifestaron un respeto a las preguntas más insólitas de algunos colegas. Por ejemplo, alguien consideró ocurrente comparar los tiempos y los cansancios —textual— de una carrera de cien metros superficie lunar y sobre la superficie terráquea. Armstrong, encargado de la respuesta, indicó que era menos difícil correr sobre la Luna que sobre la Tierra, que el tiempo iba a ser menos en la Luna y también mucho menor el cansancio. Otros fantasearon sobre la posibilidad de una rebelión en pleno vuelo por parte de los tripulantes de la Apolo 11, a alguna orden emanada desde la base terrestre. Y también respondieron con seriedad. Pero antes de estas preguntas y respuestas de todas estas formalidades que quieren extraer fenómenos inéditos a algo tan sensacionalmente maravillante , nos pareció estar —a nosotros también— sobre la nave misma que condujo a Armstrong y a Collins hacia la Luna.(...)
(...) Armstrong, resumiendo, dijo que ve así el futuro de la humanidad después de su presencia en la Luna: "creemos que la Apolo ha dado una nueva dimensión a los pensamientos de la gente en todo el mundo. Creo que los problemas más difíciles están sobre la tierra, no en el espacio ni los que existieron durante nuestra ida a la Luna. Pero creo que la gente está con un nuevo espíritu para resolver esos problemas".