Cuando el 8 de marzo de este año se supo que el vuelo MH370 de Malaysia Airlines, un Boeing 777-200, un armatoste de casi 64 metros de largo y 135 toneladas de peso, se había esfumado en el aire con 239 personas a bordo, el mundo se llenó de asombro. Asombro que se multiplicó cuando se constató que el inmenso operativo de búsqueda puesto en marcha, con toda la tecnología del siglo XXI, había fracasado. Sin embargo, los expertos en aviación saben que aún en la actualidad no es tan raro ni difícil que una aeronave se pierda sin dejar huellas visibles. El mundo sigue siendo un lugar demasiado grande. Y una falla de comunicación más un siniestro sobre un océano, una selva, montañas u otras zonas deshabitadas siguen siendo una fórmula que puede conducir a cualquier máquina del aire a quedar escondida para siempre, o quién sabe hasta cuándo, de la mirada de la humanidad.
La Aviation Safety Network, una entidad privada que registra accidentes y problemas de seguridad de aviones de pasajeros, de transporte militar y corporativos, y que tiene en su base de datos descripciones detalladas de más de 10.700 incidentes, señala que entre 1948 y marzo de este año al menos 88 aviones desaparecieron sin dejar rastros.
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