La transición entre 2010 y 2011 marcó un hito en la historia del agua en Mendoza: fue el período en el que el Departamento General de Irrigación declaró la Emergencia Hídrica, situación que se mantiene hasta la fecha y que se siente con mucha fuerza en primavera y verano (con cortes o faltantes de agua).
Esa misma emergencia se mantendrá al menos hasta el año próximo, más si se tiene en cuenta que el nivel de agua que se escurrirá al derretirse la nieve acumulada al cierre de la actual temporada se encuentra con niveles similares a los de aquel año crítico.
“Estamos en uno de los años más secos de los últimos 20, con un nivel de nevadas que está muy por debajo de lo que es un año medio o normal”, destacó el director de Gestión Hídrica del DGI, Rubén Villodas.
Si bien aún restan casi 20 días para el cierre de la temporada de nevadas y durante los últimos días precipitaron algunas en Alta Montaña, ninguna de estas realidades serán suficientes para revertir el mal año.
En la zona centro y norte de la provincia -aquí se encuentran las cuencas de Horcones, de Laguna Diamante y el corredor internacional, donde la falta de nieve también ha dejado sus consecuencias en el turismo- actualmente se ha registrado apenas una quinta parte (20%) de la acumulación promedio, en este caso tomando la temporada ya completa. Mientras, en las cuencas del Sur la acumulación alcanza la tercera parte (casi 35%) de un año medio.
Durante la temporada pasada la acumulación de nieve había sido más alta que la media anual y los niveles estuvieron muy cerca del récord.
“Irrigación ya está haciendo una planificación para la gestión de un año con escasez de agua. Se están activando diferentes actividades de gestión para poder llevar el agua de la mejor forma posible”, anticipó Villodas en relación a este año.
En detalle
La nieve en Alta Montaña tiene dos funciones indispensables. Por un lado, es el atractivo turístico que funciona como imán para miles de turistas cada invierno. Pero, por sobre todas las cosas, es indispensable para abastecer de agua a Mendoza (especialmente en verano y cuando comienza el deshielo).
Por estas razones es que un año de malaria como el presente, en lo que a nevadas se refiere, tiene consecuencias más que negativas sobre las reservas (glaciares).
Hasta la fecha, en el Sur el panorama es complicado. “Al cierre de un año medio, en la cuenca de la Laguna Atuel tendríamos que llegar a 480 mm EAN (Equivalente Agua Nieve, que hace referencia precisamente al volumen del agua que se podrá aprovechar cuando la nieve se derrita). Pero hasta la fecha estamos en 175 mm”, resumió Villodas, quien aclaró que en estas mediciones no están incluidas las nevadas de los últimos 2 días, aunque no deberían mover demasiado la aguja.
En el centro y norte mendocinos también la situación es crítica. “En Laguna del Diamante tendríamos que estar en 460 mm EAN al cierre del año, y estamos en 95 mm. En Horcones deberíamos llegar a 340 mm EAN y estamos en 55 mm, apenas 17%”, explicó el funcionario.
En Horcones, el año pasado el contenido de agua de la cubierta nevada (la que se termina por escurrir) fue de 425 mm, mientras que en 2015 fue de 504 mm. En ambos casos, estuvo muy por encima de la media anual. El peor año, en tanto fue 2010 con 63 mm EAN, una cifra similar a la que se ha registrado en 2017 hasta el momento.
En peligro
De acuerdo a las mediciones de quienes viven y trabajan en las localidades montañesas ubicadas a lo largo de la Ruta 7, en lo que va del invierno han caído menos de 100 centímetros de nieve (aquí se cuenta toda la precipitación acumulada, no simplemente lo que se puede recuperar como agua).
Siendo optimistas y en caso de cumplirse lo pronosticado para estos días, el acumulado para el comienzo de la semana entrante podría llegar a 150 centímetros.
“Este valor proyectado corresponde a menos de la mitad del promedio anual (300 centímetros), y para ello debería cumplirse el pronóstico. En caso de que esto no ocurra este invierno se convertiría en el más pobre desde 2004 (apenas 97 centímetros acumulados)”, sintetizó el guía de montaña y encargado del parque de nieve Aconcagua Park, Mario González, quien además realiza sus propias mediciones.
“Se nota que viene mucha menos gente que otros años”, resumió a su turno Gloria Frías, empleada de un local en Puente del Inca y vecina del sitio de Alta Montaña.
Las mediciones contemplan año por año el acumulado de nieve precipitada desde 1988 hasta la fecha. Siempre de acuerdo a este registro, el récord de acumulación fue en 2002 con un máximo de 626 centímetros.
El más bajo, en tanto, fue una década después con 65 centímetros -ambas cifras calculadas ya al fin de la temporada-. Lo que preocupa de este invierno es que el fuerte de la temporada ya transcurrió. “El problema es que este año ha nevado poco, y encima ha sido con mucho viento. Esto lleva a que no se acumule nada”, indicó González.
En Penitentes y Los Puquios -otros dos centros de esquí de la zona- las postales hablan por sí solas. Apenas algunas líneas blancas caen por las laderas de los cerros y lo que a esta altura del año suele ser pistas de esquí hoy son verdes praderas por las que los turistas practican trekking. Incluso los medios de elevación están funcionando como simples aerosillas.
“No ha sido un buen año. En la primera nevada cayeron 20 cm, y después no se acumuló nada más. Para poder habilitar la pista de esquí necesitás que caigan al menos 50 cm y aplastarlos”, resumió uno de los empleados. Incluso en Portillo (ya en Chile y donde se encuentra el centro de esquí más importante de esa zona de Alta Montaña) hasta la semana pasada el acumulado de nieve llegaba a 252 centímetros, y sólo 30 km separan ese punto de Puente del Inca.
Un puente demasiado lento
En febrero de 2016 un alud de barro arrancó de cuajo el puente ubicado en la zona del Arroyo El Tigre (kilómetro 1.125 de la ruta, entre Potrerillos y Uspallata). No hubo que lamentar ninguna víctima, pero el fenómeno llevó a que las autoridades de Vialidad nacional debieran improvisar un bypass al costado de la ruta, ya sobre la ladera de un cerro.
Se dividió en dos tramos y se instaló un puente Bailey (metálico) para la vía de circulación de oeste a este. “Iba a ser un puente provisorio, pero parece que va a quedar por años”, sintetizaron algunos de los lugareños.
Desde la DNV destacaron que el lunes pasado empezaron los trabajos de limpieza donde estaba emplazado el viejo puente. Ya en abril habían llevado adelante los estudios de suelo, hidrológicos e hídricos, y luego presentaron los resultados. Ya con todo aprobado comenzaron los trabajos la semana pasada.
El plazo de la obra es de 12 meses y se destinarán 30 millones de pesos.
Cortes y turismo
Como cada invierno, las constantes interrupciones de tránsito en el corredor internacional han sido noticia. Siempre vinculadas a temporales o tormentas, no sorprende que en el transcurso del día haya múltiples avisos de aperturas y cierres del Paso a Chile, incluso con diferencia de horas.
No obstante, lo que más ha molestado esta temporada a quienes viven y trabajan en el lugar es “el poco compromiso de las autoridades chilenas para hacer que el tránsito sea fluido”. Según denunciaron, no sorprende que por apenas una leve nevisca o por el más mínimo problema, las autoridades del Complejo Los Libertadores (Chile) anuncien que no están en condiciones de abrir.
Esta situación lleva a que se generen demoras y largas filas en ambos lados de la frontera. Hace unos días, incluso, los cortes de tránsito para vehículos particulares se hicieron en Uspallata, impidiendo que muchos turistas pudieran disfrutar del turismo interno (llegando hasta Penitentes, Puente del Inca o Las Cuevas).
“Uno entiende que la viveza criolla de los conductores que dicen que van hasta Puente del Inca y después siguen con la idea de cruzar a Chile lleva a que se tome esta decisión. Pero si se realizara el corte en la zona de la ermita de Las Cuevas, se evitaría que la gente intente cruzar a Chile igual. Los turistas podrían disfrutar de la montaña”, sintetizó el guía de montaña y responsable de Aconcagua Park, Mario González.