2014: año de los culebrones y las narconovelas

La pasional "Avenida Brasil" y el "El patrón del mal", fueron capaces de revivir el "prime time" y de lograr más de 20 puntos de rating.

2014: año de los culebrones y las narconovelas
2014: año de los culebrones y las narconovelas

Los 179 capítulos de la telenovela brasileña escrita por João Emanuel Carneiro, uno de los guionistas del filme "Estación Central", visitaban en clave de melodrama las desventuras de personajes surgidos de la nueva clase media emergente en ese país.

"La 'clase C' es la nueva clase media brasileña, mucha gente logró salir de la pobreza con los cambios que la nación viene experimentando, la novela habló sobre ellos ya desde el título, se refiere al nombre de la avenida que recorre 27 barrios pobres de Río (de Janeiro), donde se empezaron a ver otro tipo de construcciones, otro estilo de vida", contó Leticia Isnard a Télam, una de las protagonistas de la tira.

Según la actriz quien encarnó a Ivana, una esposa ingenua y engañada, la calidad de la trama resulta decisiva para el éxito mundial, "no es sólo un argumento romántico, básicamente -como sucede en varias tragedias- tiene como centro a la venganza y los secretos, focaliza la mirada en el deseo de revancha propio del ser humano y sitúa como motor dramático, eso atrajo a la platea masculina".

Los derechos de emisión de los episodios le costaron a Telefé casi un millón y medio de dólares, generando un rating poderoso al exhibirla durante las tardes, las noches o en los especiales del sábado, junto a un fenómeno de igual fuerza en las redes sociales.

Si la narración de amor y traiciones, donde el factor social se incluyó con maestría cautivó a multitudes en más de 30 países, las "narconovelas o narcoficciones" con antecedentes en tiras como "Sin tetas no hay paraíso" (Canal 9) signadas por las peripecias de los narcotraficantes y sus víctimas despertaron a la audiencia de la otrora señal de Alejandro Romay.

El enunciado "el pueblo que olvida su historia, está obligado a repetirla" prologaba cada capítulo de la miniserie "Escobar, el patrón del mal", centrada en la vida del narco criminal colombiano Pablo Escobar Gaviria (1959-1993), y consiguió levantar el rating habitual de Canal 9, alcanzando un promedio de 9.5 puntos.

La tira producida por la cadena colombiana Caracol Televisión entre 2009 y 2012, se inspira en el libro "La parábola de Pablo", redactado a partir de una vasta investigación periodí?tica, de Alonso Salazar Jaramillo, encontró en el actor colombiano Andrés Parra a un notable intérprete.

La génesis de "Escobar…" encierra un dato intenso, con el poder de generar algo más que empatía en los hogares y llegar a construir una "tira detrás de la tira", ya que la idea de adaptar el texto pertenece a dos de los productores, Juana Uribe y Camilo Cano, víctimas directas de los delitos perpetrados por el delincuente.

La madre de Uribe, la periodista Maruja Pachón fue secuestrada por Escobar, su historia fue magistralmente contada en "Noticia de un secuestro" por el escritor colombiano fallecido Gabriel García Márquez, mientras que Cano es hijo de otro periodista, Guillermo Cano (director del diario colombiano El espectador), asesinado a fines de 1986 por sicarios.

La posibilidad de conocer perversiones y abusos de poder, sumado al fuerte atractivo representado por los "hechos reales" que ofician como soporte de la trama embelesaron al público, quien continuó con su lealtad a los universos narcóticos durante las dos temporadas de la tira "El señor de los cielos" (Canal 9).

La cotidianidad del jefe del cártel de Juárez Amado Carrillo Fuentes es el nudo de "El señor...", con Parra encarnando nuevamente a Escobar, papel que repite en la telenovela "Griselda Blanco: La Viuda Negra", acerca de una mujer que llevó las drogas de tierras latinas hacia Estados Unidos, que también transitó por la pantalla de Canal 9.

Más allá del placer generado por creaciones sostenidas en firmes estructuras narrativas y muy buenas actuaciones, quizás la pasión despertada por las historias de narcotráfico pueda atribuirse a su capacidad de ubicar al televidente en un lugar especial, el de voyeur jerarquizado, que puede fascinarse e indignarse con un cuento de final previsible, pero no por eso menos excitante.

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