La orden llegó por radio a las sala de máquinas de la presa Potrerillos. Y sólo bastó girar una llave para cumplir el sueño de varias generaciones de mendocinos. La compuerta del túnel que desviaba el río Mendoza comenzó a bajar. Y en segundos el bramido del río se calló y el agua empezó a chocar contra la enorme pared que se levanta en la precordillera. Eran las 14.18 y en ese simple acto Mendoza estaba dando un paso histórico sobre el desierto, siguiendo el camino que en estas tierras iniciaron los huarpes.
Ayer comenzó el llenado de la presa Potrerillos, la obra pública más importante y anhelada de la provincia. Y las perspectivas de Mendoza cambian. El agua para la agricultura estará asegurada, se aumentará la cantidad de energía eléctrica y se abre un importante espacio para la explotación turística.
Como una paradoja o una gracia del destino, el sueño de varias generaciones se concretó en uno de los momentos más duros para la provincia y el país. La obra se inauguró luego de casi 3 años de trabajo. El presidente Fernando de La Rúa y el gobernador Roberto Iglesias tuvieron la fortuna de ser quienes cortaran la cinta en un acto austero y en el que la angustia no se disimuló a pesar de la buena noticia.
La cuenta regresiva venía desde hace rato. Y el día llegó. Desde ayer parte del agua que trae el río Mendoza se guarda como reserva en la presa para las épocas en la que más se necesita. “Estamos felices”, decía el gobernador Roberto Iglesias. Y no es para menos. A dos años de su asunción como gobernador pudo inaugurar la única obra que se salvó de los recortes. Más teniendo en cuenta su magnitud.
La inversión total es de 268.467.656 pesos, de los que el Estado puso 174.980.656 (provenientes de la privatización de EMSE). El resto fue aportado por la empresa concesionaria Cemppsa (integrada por Cartellone y Pescarmona).
Nadie en el Gobierno se quiso perder la fiesta. Por eso los funcionarios de todas las áreas llegaron hasta el pie del imponente paredón de 116 metros para presenciar el acto. Como lo había prometido, De la Rúa estuvo presente gracias a un viaje relámpago en el que casi no pisó tierra mendocina.
El Presidente llegó al aeropuerto sobre el mediodía y subió a un helicóptero que lo hizo sobrevolar los problemas que lo esperaban en tierra: un grupo de manifestantes lo aguardaba en la salida al aeropuerto pero no tuvo éxito.
El momento fue soñado por dirigentes, regantes y mendocinos desde principio del siglo pasado, desde que en 1920 Lencinas anunciaba la necesidad de regular el río Mendoza. En una carpa, que parecía un horno, por el calor, estaban preparados los actos para cumplir ese sueño.
Un simbólico corte de cinta, el descubrimiento de una placa alegórica, la bendición y los discursos de rigor precedieron al hecho por todos esperados. El cierre de la compuerta para el inicio del embalse se transmitió por televisión, ya que era imposible imposible presenciarlo en el lugar.
A pesar de la falta de euforia, todos los que llegaron hasta Potrerillos sabían que vivían en presente la historia de la provincia. “Hemos cumplido con la historia. Mostramos que cuando se comprometen voluntades, a pesar de los problemas los objetivos se consiguen”, dijo José Cartellone, representante de la empresa constructora.
(...) El llenado comenzó ayer pero aún queda mucho por delante. El embalse de 420 hectómetros cúbicos que formará la presa garantizará en un 80 por ciento la llegada del agua a los campos que dependen del río Mendoza. En total unas 120 mil hectáreas de campos se benefician, además de la garantía para el suministro de agua potable para todo el Gran Mendoza.
Además, una vez que se termine el llenado y los trabajos en las centrales de Cacheuta y Álvarez Condarco, el dique generará un20 por ciento más de energía eléctrica para la provincia.
Pasaron más de 80 años de ilusiones, proyectos y frustraciones. Pero todo se hizo realidad.
La presa Potrerillos ya está ahorrando agua para los mendocinos.