18F en Argentina y 19F en Venezuela

Similitudes y diferencias entre el proceso político venezolano y el argentino, donde el populismo conduce, enfrentado en ambos países con la movilización en las calles de los sectores que resisten el autoritarismo creciente.

18F en Argentina y 19F en Venezuela
18F en Argentina y 19F en Venezuela

Por Rosendo Fraga - Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría - Especial para Los Andes

En 48 horas, los gobiernos de Argentina y Venezuela enfrentaron movilizaciones opositoras de protesta que ambos consideran un intento de desestabilización.

El miércoles 18 de febrero ó 18F tuvo lugar en Argentina la marcha convocada por un grupo de fiscales que pidió por el esclarecimiento la muerte de uno de ellos, Alberto Nisman -quien acusó a la Presidenta Cristina Fernández de encubrir a Irán en el atentado contra la mutual judía AMIA en 1994-, y al día siguiente, 19F, se realizó en Venezuela la marcha convocada por la oposición para pedir la libertad del líder opositor Leopoldo López al cumplirse un año de su detención.

Para el Gobierno argentino se trata de la puesta en marcha de un “golpe blando” -al estilo de los que destituyeron a Zelaya en Honduras y a Lugo en Paraguay- que tiene al Poder Judicial como protagonista principal.

Los presidentes de Ecuador, Bolivia y Venezuela, han respaldado esta posición. Para el venezolano, la marcha del 19F era un intento de golpe manipulado por EEUU, que tendría una faz militar desbaratada -días atrás fueron detenidos varios oficiales en actividad de la Fuerza Aérea acusados de preparar un ataque al Palacio de Gobierno- y que tenía esta marcha como capítulo central.

Según la interpretación de ambos gobiernos, está en marcha en la región una gran operación tendiente a desestabilizar a los gobiernos “populares” que alcanza también a los de Brasil y Chile que, a poco de iniciarse, reciben fuertes críticas por denuncias de corrupción (en el primer caso por los negociados de Petrobras y en el segundo por un préstamo de un grupo privado a la nuera de la Presidenta y una denuncia por financiamiento ilegal de la campaña).

La marcha en Argentina fue multitudinaria y pacífica. En Venezuela, en cambio, fue menos masiva pero con enfrentamientos violentos. En el primer país marcharon cientos de miles de personas en Buenos Aires y en centenares de lugares del país y también en las principales ciudades del exterior.

Pero el oficialismo no sacó sus militantes a manifestar, consciente de que la opinión pública hoy está en su contra y domina las calles. Los familiares del fiscal Nisman y los fiscales que reclamaron justicia por su muerte encabezaron la marcha.

En Venezuela la marcha tuvo como antecedente la realizada la semana pasada, el 12 de febrero, al cumplirse un año del inicio de las protestas en el Estado de Táchira, donde tuvieron lugar enfrentamientos violentos con detenidos y heridos.

En esa oportunidad se movilizó tanto la oposición como el oficialismo para enfrentarla. La esposa de López, Lilian Tintori, estuvo a la cabeza, usando el color blanco como símbolo.

En enero, dos ex presidentes sudamericanos -Piñera de Chile y Pastrana de Colombia- quisieron visitar a López en su prisión y el gobierno de Maduro no lo permitió. Desde entonces, las condiciones de detención de López se agravaron. Ha sido sometido a aislamiento y un grupo militar destruyó las pertenencias que tenía en su celda.

El mismo 19 tuvo lugar un motín en la cárcel donde está detenido y se temió por su vida en ese contexto. El gobierno venezolano semanas atrás autorizó a las Fuerzas Armadas a abrir fuego en la represión de manifestaciones opositoras y ello elevó la tensión.

Pero la marcha venezolana fue interrumpida por la violenta detención del alcalde de Caracas, Antonio Ledezma, acusado por el gobierno de participar en el supuesto golpe.

Esto interrumpió la marcha por Leopoldo López y pasó a constituirse en otra por el alcalde detenido. El 20 de febrero, Lilian Tintori encabeza manifestaciones por la liberación de ambos,-su marido y el alcalde,- condenando a la “dictadura de Maduro”. El 19F derivó así en el 20F.

Venezuela y Argentina tienen cada vez más similitudes, aunque mantienen diferencias. Los dos tienen las economías en peor situación de América Latina: la venezolana tuvo en 2014 más de 60% de inflación y una caída del PBI cercana al 4%, mientras que en Argentina la inflación fue del 38% y caída del PBI del 2%.

En los dos países la falta de dólares ha generado el cierre de la economía y desabastecimiento de productos de primera necesidad, en Venezuela, y de insumos para la industria y otros sectores, en Argentina. Los dos países han buscado y logrado alianzas económicas con China y estratégicas con Rusia.

En ambos casos hay una política exterior contraria a los EEUU, aunque es frontal y directa en el caso del Chavismo y más moderada en el del Kirchnerismo.

Maduro acusa directamente a EEUU de impulsar un golpe en su país; en cambio Cristina Fernández insinúa que dicho país e Israel están impulsando acciones de desestabilización en su país y en manifestaciones públicas ha mencionado enfrentamientos de Argentina con EEUU del pasado en los orígenes del Peronismo.

Los dos países han buscado una alianza con Irán: en Venezuela desde hace más de una década y en Argentina, desde hace sólo tres años. Pero la diferencia está en que el Kirchnerismo no ha logrado el control de la Justicia y los medios de comunicación, lo que sí ha logrado el Chavismo, y la violencia callejera que se ha desatado en el conflicto venezolano todavía no se ha registrado en el argentino.

Maduro recién lleva algo más de un año de gobierno, mientras que Cristina Fernàndez ha cumplido siete. Por último, los dos presidentes han visto caer su popularidad en las últimas semanas.

Los dos gobiernos tienen una prueba electoral importante en 2015 (Argentina tiene elección presidencial y legislativa en octubre y Venezuela, legislativa un mes antes, en setiembre): las consecuencias de las dos movilizaciones influirán sobre los resultados.

En el primer país las primarias obligatorias de agosto pueden anticipar el resultado, como ha sucedido en las dos elecciones presidenciales precedentes en las que se usó este sistema.

El oficialismo tiene pocas posibilidades de ganar, con un año económico difícil e indicadores sociales que evolucionan negativamente, aunque no está claro todavía quién será el candidato opositor beneficiado. Pero el caso Nisman ha generado una crisis institucional y avanzan causas judiciales contra el oficialismo en diversos ámbitos.

En Venezuela, las elecciones legislativas medirán el consenso del gobierno al promediar el mandato. Los sondeos muestran hoy que el gobierno puede perder, con una economía en crisis que crea cada vez más descontento, incluso en los sectores populares que han sido la base del sustento popular del gobierno.

En conclusión: a ocho meses de las elecciones en Argentina y siete en Venezuela, tanto el Kirchnerismo como el Chavismo enfrentan la posibilidad de una derrota y tanto el 18F como el 19F, derivado en 20F pueden contribuir en ello, cuando en ambos países está en juego la institucionalidad, aunque en distinto grado.

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