Según la OMS y su oficina regional para las Américas, OPS, la EPOC afecta a más de 200 millones de personas en el mundo y es responsable de alrededor de 3 millones de muertes cada año. Además, es la sexta causa de muerte y discapacidad en los países de ingresos bajos y medios, y se proyecta como tercera causa de muerte para 2020. Asimismo, 7 de cada 10 muertes por EPOC son atribuibles al tabaco.
Esta enfermedad es generalmente progresiva y se asocia a una respuesta inflamatoria crónica exacerbada de las vías aéreas y de los pulmones en respuesta a partículas o gases tóxicos. Entre los síntomas más frecuentes figuran: la falta de aire, expectoración anormal y tos crónica. Las exacerbaciones y las co-morbilidades (enfermedad cardiovascular, disfunción musculoesquelética, síndrome metabólico, osteoporosis, depresión y cáncer de pulmón) contribuyen a la gravedad de los pacientes.
En el 2010, la EPOC fue responsable de más de 235.000 muertes en las Américas, posicionándose como la sexta causa de mortalidad a nivel regional. Alrededor de un 23% de estas defunciones fueron prematuras, es decir en personas de 30 a 69 años.
La EPOC es una enfermedad prevenible: se precisan acciones urgentes para reducir los factores de riesgo subyacentes, especialmente el uso de tabaco.
El tabaco, incluyendo la exposición al humo de tabaco ajeno, es el principal factor de riesgo para esta enfermedad en todo el mundo. Un 70% de todas las muertes por EPOC ocurridas en la región son atribuibles al consumo de tabaco.
La exposición a la contaminación intramuros representa otro importante factor de riesgo, especialmente entre mujeres y niños, en las comunidades que continúan utilizando combustibles de biomasa para cocinar, calentar y realizar otras tareas domésticas. En Guatemala, Haití, Honduras, Nicaragua y Paraguay, más del 50% de la población utiliza este tipo de combustibles como principal fuente de energía. Incluso en algunos países más desarrollados, una parte significativa de la población carece de acceso a combustibles limpios.
El acceso a un diagnóstico y tratamiento adecuados puede ayudar a controlar los síntomas de EPOC, reducir la frecuencia y severidad de las exacerbaciones, y mejorar la calidad de vida de los pacientes.
Con frecuencia la EPOC es infra-diagnosticada: muchos pacientes no son diagnosticados hasta que ven limitadas sus actividades de la vida diaria a consecuencia de la severidad de los síntomas.
La EPOC no es curable, pero el tratamiento permite retrasar la progresión de la enfermedad. La mejora del acceso a un tratamiento adecuado y oportuno, así como a la rehabilitación pulmonar, ayuda a controlar los síntomas y permite incrementar la calidad de vida de las personas con la enfermedad.