Las voces femeninas no sólo gritaron el “Ni una menos” que identificó a la marcha en todo el país, sino que también cantaron un estremecedor “¡Se va a acabar, se va a acabar, esa costumbre de matar!”. Elevaron gritos de “justicia” luego de mencionar a víctimas mendocinas de femicidios y desapariciones como Fernanda Toledo, Soledad Olivera y Johana Chacón. Y reclamaron la declaración de emergencia para que se destine presupuesto a acciones para combatir la violencia hacia las mujeres.
Unas 15 mil personas, hombres y mujeres de todas las edades e ideologías, como también de diversas pertenencias sociales, marcharon por las calles del microcentro bajo la consigna común del pedido de que se terminen los femicidios. La columna de manifestantes, que partió de San Martín y Peatonal, alcanzó una extensión de siete cuadras en su recorrido por la avenida, para llegar a Las Heras y seguir por Patricias Mendocinas hasta la Legislatura.
La movilización reunió a integrantes de una amplia variedad de agrupaciones sociales, gremiales y políticas, que hicieron visible su presencia con pancartas, banderas y, en algunos casos, enormes carteles. Entre los grupos había los que caminaban con una frase escrita a mano en un cartón que llevaban al cuello o sostenido por un palo, los que iban bailando al ritmo de una murga, y algunas jóvenes se habían pintado consignas en la cara o en su cuerpo.
Claudia Galdame sostenía una pancarta con la foto de su hermana, Nancy Noemí Natal, a quien su pareja apuñaló frente a los tres hijos de ambos -de 10, 7 y 4 años- en febrero de 2010. La mujer contó que al hombre le dieron 17 años de cárcel, en lugar de cadena perpetua, porque no estaban casados. La víctima, añadió, había hecho varias denuncias en la policía y la justicia pero el agresor regresaba al hogar. Claudia manifestó que espera que se paren las muertes como esa y que los que más sufren son los niños. Sus sobrinos, a quienes está criando, todavía reciben asistencia psicológica.
Una mujer que prefirió no identificarse comentó, visiblemente afectada, que hace 12 años que su hija sufre violencia por parte de su esposo. Y si bien lo dejó y vive con ella desde hace 3, sigue recibiendo amenazas del hombre, a quien teme denunciar por lo que le pueda ocurrir a sus hijos o a ella misma.
Precisamente uno de los reclamos de las agrupaciones sociales que organizaron la marcha en Mendoza fue que se declare la emergencia, de modo que se puedan asignar fondos para concretar las acciones que establece la ley 26.485, sancionada hace 6 años y no reglamentada por completo aún. Desde entonces, 1.236 mujeres han muerto a causa del femicidio, lo que implica que cada 30 horas una argentina muere a manos de su pareja.
Los integrantes de organizaciones y los familiares de víctimas se mezclaron con personas como Analía Studer, que había quedado en encontrarse con amigas pero no las identificaba entre la multitud y a quien movilizó la inquietud porque se desnaturalice la violencia hacia las mujeres. Señaló que el Estado y la misma familia tienen que dejar de ser cómplices y agregó que, como mamá de tres hijos, los ha criado con iguales derechos y obligaciones, en lugar de como “machos” y “princesas”.
La actriz y directora de teatro Gladys Ravalle resaltó que vio muchos hombres, en bicicleta, con sus hijos en brazos, que acompañaron la movilización. Y si bien consideró esto como algo positivo, también indicó que tal vez en ese momento se estaba cometiendo otro femicidio, por lo que lo fundamental es que se tomen acciones para terminar con el flagelo.
Mauricio Martínez opinó que la consigna involucraba también a los varones y se mostró sorprendido por la diversidad de asistentes, de los barrios, de agrupaciones políticas, de distintas ideologías. De hecho, si bien el “Ni una menos” fue el llamado compartido, el espacio fue aprovechado para visibilizar otras problemáticas de género, como el aborto -hubo quienes señalaron que no deben morir más mujeres en abortos clandestinos, y también los que se mostraron en contra- y el matrimonio igualitario.
Cuando terminó la marcha, los participantes se reunieron frente a la Legislatura. Allí se leyeron tres documentos, elaborados por colectivos de mujeres, y María Domínguez, una Abuela (de Madres de Plaza de Mayo), manifestó en un breve discurso que no esperaba tanta convocatoria. Planteó que los hombres “desde tiempos inmemoriales” han considerado a las mujeres como su propiedad y que eso debe revertirse. El principal medio para lograrlo, señaló, es la educación, que empieza en casa y sigue en la escuela. Pero también instó a seguir con las marchas hasta que se logren medidas.
Varias artistas participaron del espectáculo de cierre: Batalá, Cristina Pérez, María Eugenia Fernández, Paula Neder, Ini Ceverino y La Mascarada, entre otras.