Aunque la esperanza de vida no cesó de aumentar durante el siglo XX, la duración de la vida humana podría haber alcanzado un tope máximo: 125 años, según un estudio publicado por la revista británica Nature.
"Nuestros resultados sugieren que la duración máxima de la vida humana es fija y está sometida a limitaciones naturales", escribe un grupo de investigadores norteamericanos dirigido por Jan Vijg, que estudiaron la edad máxima alcanzada en una cuarentena de países.
No es la primera vez que la ciencia se interesa por esa cuestión.
En 2014, un estudio francés ya había demostrado que la esperanza de vida desde hace algunos años parece estar alcanzando un tope, tanto entre los atletas de muy alto nivel como de los “supercentenarios” (personas de más de 110 años).
De momento, ningún supercentenario logró igualar o superar el récord de longevidad de la francesa Jeanne Calment, fallecida en 1997 a los 122 años.
Al estudiar a los “supercentenarios” en cuatro países (Francia, Japón, Gran Bretaña y Estados Unidos), los investigadores norteamericanos descubrieron que la edad máxima de deceso había aumentado rápidamente entre 1970 y 1990, antes de alcanzar una meseta en 1995.
Después de esa fecha, la edad máxima de deceso comenzó a bajar ligeramente, del orden de 0,38 año por cada año, entre 1995 y 2006.
Desde el fallecimiento de Jeanne Calment, “los decanos de la humanidad han muerto alrededor de los 115 años y prevemos que eso no cambie en un futuro previsible”, explicó Brandon Milholland, uno de los autores del estudio.
No excluye que alguien pueda vivir más tiempo, pero las probabilidades de que un ser humano viva hasta los 125 años son casi inexistentes, con “una probabilidad de menos de 1 en 10.000”, estima.
La esperanza de vida aumentó fuertemente durante el siglo XX, paralelamente a una rápida disminución de la mortalidad infantil y a mejores condiciones sanitarias, señalan los expertos.
Sin embargo, aunque hoy en día un número creciente de personas viva más de 70 años en unos cuarenta países donde existen estadísticas disponibles, el aumento de la supervivencia en personas de más de 100 años comenzó a estabilizarse y luego a bajar a partir de 1980.
Los investigadores admiten que sus resultados “sugieren” --pero no demuestran-- que la duración de la vida humana podría haber alcanzado su límite “natural”.
“Nuevos avances en la lucha contra las enfermedades infecciosas y crónicas podrían aumentar todavía más la esperanza de vida media de la población, pero no la duración máxima de la vida”, señala Vijg.
Para extender la longevidad humana más allá de los 125 años se necesitarían “avances terapéuticos” capaces de “controlar las variantes genéticas que parecen determinar colectivamente la duración de la vida humana”, agrega.
“En calidad de científico, nuestro deber es decir la verdad, aunque no sea del todo agradable”, agrega Milholland. Según él, las personas que buscan la inmortalidad “seguirán poniendo sus esperanzas en tecnologías que no han sido aún descubiertas” para superar los límites actuales.
"Las especies viven cinco veces más de lo que les lleva llegar a su máxima capacidad reproductiva", explica el médico gerontólogo argentino, Juan Hitzig.
“Una vez que se llegó a esa edad, que en los humanos es entre los 25 y 30 años, hay que empezar a cuidarse a uno mismo porque los mecanismos de autorregulación se reducen. Si bien la edad cronológica no se va a modificar, lo que sí puede ser modificado es la edad biológica”.
La abuela Natalia, la más longeva de la Argentina
Dicen que es la mujer más anciana de la Argentina. La abuela de todos. Y debe ser, nomás, porque la mujer nombrada como la más vieja del mundo es una italiana que tiene apenas 8 meses más que ella. Cuenta que quiere llegar a los 120 años “porque mi madre llegó a esa edad”.
Se llama Natalia Reynoso y nació en Médanos, sur entrerriano, un 27 de julio de 1900. Chiquita hoy, pasita, suave, sin fuerzas para caminar (se queda sentada y disfruta de mimos y cuidados), fue sin embargo una mujer fuerte, domadora de caballos, emprendedora, madre de 5 hijos que le dieron nietos y más familia, tantos, que ya no lleva la cuenta.
“Yo domaba tropillas”, dice, y el título le sienta bien a una mujer que ha domado la vida a pulso y resistencia.
Cuando nació, Guillermo Marconi acababa de probar un año antes sus transmisiones de radio a través del Canal de la Mancha. Cuando la Patria cumplió cien años, ella ya tenía 10.
Y cuando el mundo desataba el horror de la Primera Guerra Mundial, ella andaba por sus 14 de aquí para allá, haciendo los quehaceres del campo. “Criada y nacida en Médanos, m'hija -recuerda-. Nunca viajé, siempre vivía colocada e iba con mis patrones”…
Peona, como se define a sí misma; “colocada”: empleada. Y fue muy poco a la escuela, aunque “la patrona me enseñaba a leer y escribir”. Recién la enrolaron después de cumplir 40, para la época del primer voto. “Y voté bien”, solía decir con picardía.