Y ahora a remar desde atrás, a luchar para salir de esa maldita zona a la que siempre intentó escapar y que lo venía logrando con relativo éxito hasta ayer. Justo a once fechas del final, el Lobo cae en el pantano, está embarrado hasta el cuello.
A pelearla desde el lodo, situación en la que deberá sacar sus garras, de lo contrario será prácticamente imposible. Hasta utópico. Todo el entorno había cambiado el humor con el arribo de Omar Labruna.
Hoy Gimnasia cumple 107, debutaba un entrenador de fuste y nada menos que ante un rival directo en la lucha por la permanencia. Estaban todos los condimentos para que sea una fiesta el Parque. Globos blancos y negros para recibir al equipo y una torta de casi ocho kilos para celebrar el cumpleaños. Era un resurgir de la esperanza, como un volver a vivir. Pero duró exactamente noventa minutos.
Pos 1-2 ante All Boys, la popular cantó contra los jugadores, Oga pelea con un plateísta y en la cancha ni novedades del cambio de entrenador. Un cóctel perverso justo a once fechas del desenlace.
Hoy el simpatizante verá por primera vez a su Lobo entre los cuatro equipos que pierden la categoría. Se tomará la cabeza, buscará una aspirina para combatir con el dolor y un termómetro para tomarse la fiebre. Hoy el ánimo no está para torta ni para globos blancos y negros.