¿Y qué querés que haga?

Independiente jugó un buen primer tiempo y ganaba bien. En el complemento, inexplicablemente, se metió atrás y se lo dieron vuelta. Córdoba asegura que no dio la orden de recular. De no creer.

¿Y qué querés que haga?

Se tratará de tomar la cartilla médica y sacar turno con carácter de urgencia. La ciencia que estudia el comportamiento humano y los procesos mentales deberá ahora dar su veredicto. No hay muchos más lugares por dónde buscarlo. La Lepra está para el diván.

Ganaba con holgura, construían sus primeros cimientos las paredes de Abelairas con González, por derecha, y con Aguirre, por izquierda. El molde del 3-4-1-2 le sentaba cómodo. Cada pieza en su lugar y todo parecía, al fin, encarrilarse.

Había volumen de juego por adentro, la finalización de las acciones ofensivas comenzaban a concebirse para afuera para que la pelota cayera en el área con ventaja para un Flaco Pereyra que estaba siendo absorbido por la marca. Pero por arriba había negocio.

Ya habían ganado Pereyra y Agüero hasta que Bustamente le metió la cabeza a un centro exquisito del Pitu Abelairas y abrió así el marcador. La Lepra jugaba bien y ganaba: escenario que se dio muy poquitas veces en el último tiempo en el Bautista Gargantini. El simpatizante se frotaba los ojos, no lograba terminar de convencerse de lo que estaba observando.

Relajado, el plateísta se aprestaba a ver el segundo tiempo, que no tenía por qué ser distinto a la primera etapa. Pero sí. El sánguche iba a quedarse atragantado y el relax no iba a ser tal. Independiente se había acurrucado en un dibujo indescriptible, casi inédito. Algo que se asemejaba a un 5-3-2 o vaya uno a saber qué cosa rara.

Lo cierto es que González se paró bien cerquita de Bustamante y Abelairas jugó como un ‘3 bis’ a menos de cinco metros de Aguirre, que para el complemento claramente dejó la posición de volante para ser lateral izquierdo. Independiente salía a jugar el segundo tiempo como si al partido le quedaban cinco minutos.

De no creer. Almagro, que no hizo nada para meterlo atrás al Azul, aprovechó el ataque de pánico del local y se lo dio vuelta casi sin esfuerzo.

En camarines se desató la polémica. “Yo no lo mandé a meterse atrás al equipo”, se plantaba firme Córdoba. ¿Y entonces quién? Los futbolistas hicieron una fuerte autocrítica pos derrota para encontrar una explicación. El hincha lo que no encuentra es consuelo.

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