¿Y esta escuela?

¿Y esta escuela?

Andando poco más de 40 km de la capital provincial, casi a la vera de la ruta, una casona antigua presta sus muros a esta escuela. "Quien se atreva a enseñar tiene que estar dispuesto a aprender". Es Paulo Freire quien interpela con su premisa inscripta en el pórtico.

Un poco más allá, en un quincho abierto, los alumnos participan de una instancia evaluativa. Es sábado, pero el fin de semana no les morigera el interés. Acaso sea que saben que cada instancia de aprendizaje debe aprovecharse a full.

Estos alumnos tienen un régimen de clases especial. Cursan una semana al mes y durante esos días viven en la escuela. Unos cuantos son de Jocolí, o de otras localidades cercanas -incluso sanjuaninas como Encón, Pocito o Sarmiento-.

Otros vienen de más lejos como de San Martín o San Rafael. "Algunos son chicos que han sido expulsados del sistema, por problemas de disciplina por ejemplo", sostiene Carolina Araya, profesora de Ciencias Naturales a cargo de la cátedra de Agroecología.

Ésta, que es una institución del Movimiento Nacional Campesino e Indígena, y que depende de la Dirección de jóvenes y adultos de la DGE, ha sabido acoger a esos estudiantes secundarios que habían quedado fuera. Hace 5 años que funciona y tiene dos egresados. Actualmente cuenta con una matrícula de 100 estudiantes, 60 de los cuales son de 1° año, y todos muy jóvenes, se jactan las docentes.

Además de las materias frecuentes, como Lengua o Matemática, también tienen Agroecología y Territorialidad. En la malla curricular, un día completo de la semana se realizan los talleres productivos que garantizan la relación entre  teoría y práctica y el trabajo como elemento pedagógico.

La comida, todo un tema
Los jóvenes y adultos que cursan allí conviven una semana completa. Preparar el almuerzo, la cena y las colaciones, son tareas cotidianas. En este ámbito es en el que entran en el juego los integrantes de CoMe, porque han asumido la tarea de asesorar y enseñarles a cocinar.

Esta asociación se hizo presente durante la primera semana de cursado de este ciclo lectivo y -como no podía ser de otra manera-,  les cocinó. Seguirán participando durante unos meses hasta que el grupo internalice el mensaje que quieren comunicarles.

"Empezar a comer de otra manera, con los recursos que tenemos", arenga Pablo del Río, presidente de la asociación, a los alumnos. Prosigue diciendo que el momento de comer tiene que ser de disfrute. De paso, anticipa el menú: pasteles de carne y guiso de lentejas, porque el guiso reconforta el alma.

Allí Marcos Zabaleta -prosecretario- hace su aporte recordando que de chico odiaba las lentejas y era porque a su mamá le salían feas. Se trata de buscarle la vuelta, agregando algunos condimentos, como el laurel, dice Patricia Suárez Roggerone -secretaria-, y todos ríen cómplices.

Con la materia prima de los chacareros de la zona o la producción de carne de los compañeros, logran hacer platos deliciosos. A muchos les ha cambiado la cara comer rico, recalcan.

En ese momento uno de los alumnos les sugiere que sigan cocinando siempre ellos, que para eso son expertos. Los maestros de las ollas, aprovechan el chiste para dejar su semilla. "La idea es que ustedes se involucren en la preparación de alimentos y que apliquen lo aprendido cuando vuelvan a sus casas. Lo cierto es que se puede comer rico, gastando poco, y tan sólo tomándose unos minutos más", profundizan.

En este punto, Marta Grecco, miembro de la dirección colectiva de la escuela, refuerza lo expresado diciendo que los integrantes de CoMe han participado de la semana de la alimentación, no sólo para enseñar a elaborar platos y colaborar en la construcción de la cocina. "A pesar de que ellos trabajan en un restaurante y nosotros acá, en el campo, estamos cerca.

Ellos están de acuerdo en comprar la carne a un puestero que lucha y resiste con sus animales y con la soberanía alimentaria, es decir una alimentación sin agrotóxicos" concluye.

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