La ópera prima de Garth Davis "Un camino a casa" ("Lion", en el original inglés), que se estrena hoy entre nosotros, pone en pantalla la desesperación de un joven indio que, tras perderse con cinco años en Calcuta y ser adoptado por una familia australiana, regresa a su hogar dos décadas y media más tarde, perturbado por los recuerdos.
Con seis nominaciones para los premios de la Academia de Hollywood que se entregan el próximo domingo 26, esta historia (basada en un hecho real) cuenta con candidaturas en las categorías Mejor Película, Mejor Actor de Reparto para Dev Patel ("Quién quiere ser millonario"), Mejor Actriz de Reparto (Nicole Kidman), Mejor Guión Adaptado, Mejor Fotografía y Mejor Música Original.
Una historia real
"Un camino a casa" relata la historia real de Saroo Brierly quien, en 1986 y con apenas 5 años de edad, ayudaba a su madre pidiendo limosna en la calle luego de que su padre los abandonara y los dejara en la miseria.
Un día se quedó dormido en un tren de su pueblo y despertó 14 horas más tarde en la populosa Calcuta. Analfabeto y sin siquiera saber el nombre de su madre o el pueblo en el que residía, Saroo comenzó a pedir limosna para sobrevivir hasta que terminó en un orfanato, del cual fue rescatado por un matrimonio australiano que lo adoptó.
En 2012, a los 31 años, Saroo decidió regresar al minúsculo pueblo de Ganesh Talai, del cual era oriundo, gracias a su infatigable búsqueda a través de Google Earth y su historia se convirtió rápidamente en tapa de los diarios de todo el mundo, generando interés en varias productoras para comprar los derechos y llevar adelante esta producción que se basa, a su vez, en el libro autobiográfico “A Long Way Home”, publicado por Saroo en 2014.
Un gran actor
Más allá del papel de Dev Patel (26) como el adulto Saroo, lo que llama la atención en “Un camino a casa” es la actuación del debutante Sunny Pawar, el pequeño actor que emociona en su papel del Saroo niño, con su mirada llena de inocencia y temor ante los peligros que debe afrontar para salir con vida de los barrios marginales de Calcuta.
A Pawar, que en realidad tiene 8 años, la producción lo encontró mediante un casting en India, previo a que viajara a rodar durante seis semanas al país “con la democracia más grande del mundo”, pero con un sistema de castas que permite y avala una pobreza estructural e impide cualquier tipo de movilidad social.
Sin mostrar esta realidad política, la cámara de Garth Davis hace hincapié en la desaparición y secuestro de chicos, el hambre que se vive en las calles, el analfabetismo y la desidia de funcionarios, policías y de la sociedad en general en este tipo de situaciones.
Para ello, el equipo rodó durante seis semanas en diferentes lugares de India, junto a productores y actores de ese país, que tiene la industria cinematográfica más grande del mundo, superando, incluso, a Hollywood en número de producciones.
Sensiblería a la orden
De las nueve películas nominadas este año al Oscar, seis de ellas apelan a la lágrima fácil y a golpear la sensibilidad del espectador con armas no siempre muy nobles.
Así “La llegada”, “Hasta el último hombre”, “Talentos ocultos”, “Luz de luna”, “Fences” y “Un camino a casa” proponen historias que dejarán al público con varios nudos en la garganta.
Tres de ellas están basadas en una historia real (“Hasta el último hombre”, “Talentos ocultos” y “Un camino a casa”).
En el caso de la que se estrena hoy entre nosotros, la desgracia de un niño, la pobreza extrema de las calles de India, la angustia por volver a su hogar y el amor incondicional del seno familiar, son los ingredientes con los que el director Garth Davis apuesta a robar lágrimas al espectador -antes que a contar una buena historia- y deja la sensación de que una película como ésta ya se vio mil veces.