Luis Fermosel - la.fermosel@gmail.com
El empresario bodeguero ni siquiera intentaba disimular su preocupación. “Éste va a ser un año de bolsillos flacos para la industria”, nos relataba, indicando entonces que se están dando variables preocupantes que exigen que los sectores dejen de lado cualquier diferencia para trabajar en conjunto en el mantenimiento de los mercados. Sucede que los precios han mejorado para los productores como consecuencia de una menor cosecha, aunque en el camino han quedado también aquellos que resultaron afectados por los fenómenos naturales y las enfermedades de la vid.
Pero el problema se traslada al bodeguero que deberá enfrentar un año difícil desde el punto de vista del mercado, como consecuencia de una posible caída del consumo de bebidas y de la reacción para recuperar espacios que intentarán implementar las bebidas sustitutas. “No debemos olvidar tampoco que el fisco intentará, por su parte, encontrar recursos para hacer frente a las necesidades”, señaló por su parte otro de los integrantes de la mesa.
El bodeguero comenzó refiriéndose a la actual vendimia, indicando que “vamos a tener que mirar muchos años para atrás para encontrar una cosecha tan baja como ésta”, destacando entonces que, además del granizo y la lobesia botrana, influyó una política económica que terminó afectando al productor, que no pudo realizar las tareas culturales ni las inversiones que la finca necesita. “Esas políticas erráticas demostraron que no son buenas para nada”, dijo la fuente.
Un frente preocupante
Pero además de la preocupación por lo que sucede con la cosecha, a los bodegueros les inquieta el futuro. En primer lugar, lo que puede llegar a suceder con el impuesto al champán; en segundo término, algunas medidas que podrían ser impulsadas por el gobierno nacional y, en tercer término, lo que podría pasar con el consumo.
En el primero de los casos -el del impuesto al champán- la industria está trabajando para reimpulsar aquel proyecto de Adolfo Bermejo -que quedó frenado en Diputados- que establecía que los espumantes quedarían excluidos de pagar un impuesto a las bebidas suntuarias en razón de que se trata de “un vino”. Con ese objetivo viajó el ministro Vaquié a la Capital Federal para reunirse con los diputados de las provincias vitivinícolas para solicitarles que muevan el proyecto y sea votado por la Cámara baja. Debe recordarse que esa excepción del pago se ha ido logrando por decreto, a través de los años, con el compromiso de las bodegas de reinvertir ese dinero en la propia industria a los efectos de ampliar las fuentes de trabajo.
El tema está muy ligado a otro aspecto: hay versiones en la Capital Federal que estarían indicando que, en su necesidad de recuperar divisas, el gobierno nacional podría estar estudiando la posibilidad de la aplicación de un impuesto a las bebidas alcohólicas y al tabaco. “Una medida de ese tipo sería muy perjudicial para nosotros, porque ya ahora estamos trabajando al límite de ganancias”, se limitó a señalar el bodeguero consultado.
Pero el aspecto que más inquieta a los industriales es el del futuro consumo. “En momentos difíciles como el actual la gente no va a dejar de comer carne, azúcar o tomar leche, pero sí puede dejar de hacerlo con las bebidas, entre las que se encuentra el vino”, dijo uno de los consultados, quien agregó que “aunque no lo deseamos, nos veremos obligados a mover los precios” y a modo de ejemplo indicaron que con un vino tinto a 7,50 pesos el litro, el tetra va a terminar teniendo un valor final de 30 pesos al consumidor y con una uva malbec con un valor de 10 pesos, el vino se irá a 20 pesos y “la botella final puede tener valores que a muchos consumidores les costará llegar”, dijeron.
“Es por ese motivo que nos tenemos que unir y trabajar en conjunto porque la amenaza externa es muy grande”, se indicó. En ese mismo esquema, se señaló que “si cae el consumo puede darse el caso de que vuelvan los volúmenes excedentarios y caeremos en un círculo vicioso del que cuesta salir”.
Con respecto al volumen de cosecha, los industriales consultados destacaron que el sector ya cuenta con un antecedente, como lo que sucedió con la cosecha de 2009, que generó un aumento desmedido de precios y que a la industria le costó una caída de 5 puntos en el consumo. “Estamos en una encrucijada bastante difícil”, destacaron, y respondieron ante nuestra consulta que “no estamos en contra de los productores, porque los valores de las uvas en la actualidad responden a lo que dicta el mercado de acuerdo con las disponibilidades.Es más -dijo uno de ellos- creemos también que para muchos productores sólo les alcanzará para recuperarse después de varios años de precios muy bajos”.
Con el panorama señalado, los bodegueros coincidieron en señalar que es el momento en que la industria debe unirse y trabajar en la búsqueda de objetivos comunes. Así, entonces, sostienen que hay que seguir trabajando para lograr que se derogue por ley el impuesto al champán, “porque el espumante saca variedades blancas. Si hay mayor consumo son más las empresas que se suman al mercado”, destacando entonces que en la iniciativa de elaborar champán se han sumado muchas empresas de toda la provincia, incluyendo a varias de la zona Este y el Sur provincial.
También sostienen que hay que continuar trabajando para lograr la sanción de la ley de uso de jugos naturales para la edulcoración de bebidas gaseosas, lo que abriría nuevas posibilidades para el mosto.
Por último, y ya en relación a medidas estructurales, sostienen que debe incentivarse la reconversión de viñedos “porque todo lo que no se adapte al mercado no tiene destino”, más aún si se tiene en cuenta que se podrían ampliar también las posibilidades de exportación. “El gobierno provincial se ha manifestado en ese camino y nosotros debemos apoyarlo”, concluyó la fuente informante.