Desalentador, vergonzoso, decepcionante. Todos lo sabemos. Así fue el desempeño de la selección mexicana de fútbol durante el Hexagonal Final de la Concacaf.
Complicado, difícil, confuso. Todos lo sabemos. Así lucía el panorama Tricolor el 20 de noviembre de 2013, luego de imponerse a Nueva Zelanda en el repechaje, y clasificarse, sin merecimiento, a la Copa del Mundo Brasil 2014.
El sorteo situó al combinado azteca en el Grupo A, junto al 'jogo bonito' de Brasil; a la siempre 'vatreni' Croacia, y a los 'leones indomables' de Camerún.
Hoy, tres partidos después, México disputa el pase a cuartos de final frente a la poderosa e invicta selección holandesa.
La forma: victoria por la mínima diferencia frente a los africanos; empate a cero contra el anfitrión, y una victoria de tres por uno sobre los europeos. Pero, lo más relevante y a lo que hay que aferrarse de cara al duelo frente a la 'naranja mecánica', es el fondo.
El cambio radical sucedió el pasado 13 de junio cuando, en la Arena das Dunas, el Tricolor entonó, por primera vez en la justa mundialista, el Himno Nacional. Fue evidente, el rostro de los futbolistas mexicanos se transformó.
Un breve instante que se hizo eterno. Un momento sin pelota, pero lleno de fútbol. Unos segundos de emoción que permearon de nacionalismo y honor a los seleccionados de México.
Fue entonces, cuando los jugadores se sintieron dignos portadores de la camiseta que visten; fue entonces, cuando los colores que representan y el escudo que llevan en el pecho, cobraron sentido.
Y, efectivamente, así fue. A lo largo de los tres partidos, apareció un jugador capaz de conseguir tiros imposibles con ángulos improbables desde posiciones inadecuadas; apto para tomar las mejores decisiones bajo las peores circunstancias.
Sí, llegó un jugador que deslumbró con su ingenio para generar jugadas en espacios pequeños; que sorprendió con su destreza para resolver partidos, y que maravilló con su determinación para plantarse frente a grandes figuras.
Se dejó ver un jugador que no sólo se distinguió por la soltura para manejar la pelota, sino que sobresalió por la comprensión del juego mismo. Claro que sí, surgió el jugador distinto.
Y, en forma de puños apretados, brazos levantados, miradas al cielo y voces eufóricas, se materializó el grito de gol.
Hoy, Herrera vs Van Gaal; Peralta vs Cillessen; Márquez vs Sneijder; Ochoa vs Van Persie; Moreno vs Robben... Hoy, México vs Holanda.
Holanda, por el potencial individual que proyecta la fuerza grupal del equipo, en teoría, parte como favorito. No confundamos el admirable manejo de ritmo de partido que posee, con un mal calificado juego especulativo.
Está claro, intentará adueñarse de mitad de cancha para explotar la velocidad de sus extremos y, mediante desbordes ofensivos, penetrar la línea de cinco mexicana.
Por otro lado, México mantendrá el orden defensivo comandado por Rafael Márquez y, a través de disparos de media distancia y triangulaciones en tres cuartos de cancha, intentará proveer de balones al último tercio del terreno.
Un factor a considerar es el calor que atosigará a los futbolistas en el Estadio Castelao, en Fortaleza. Pensando en un partido cerrado, de altísima exigencia y tremenda intensidad, México podría sacar ventaja del desgaste ajeno, sobre todo, en la parte complementaria.
Ésta, es la consecuencia de anteponer el objetivo grupal, al reconocimiento individual; sin duda, el Tricolor ilusiona. Sí, en México, podemos soñar con el TRIunfo que permita a nuestra selección avanzar al tan ansiado quinto partido.
¡Vamos, México!
Costa Rica y Grecia quieren hacer historia
Costa Rica y Grecia, dos de las sorpresas de la primera fase, se enfrentan a las 17 en un duelo inesperado de octavos de final, con el objetivo común de hacer historia en sus países.
