"Todavía no hay un cine mendocino; está en construcción"

El mendocino estrenó su ópera prima, “Algunos días sin música”. Un verdadero motivo de celebración para el cine local.

"Todavía no hay un cine mendocino; está en construcción"
"Todavía no hay un cine mendocino; está en construcción"

Desde hace algunos meses escuchamos y leemos su nombre en distintos medios de comunicación locales y nacionales. Por estos días, Matías Rojo es un mendocino “famoso”, con una exposición pública que deviene del reconocimiento por llevar a cabo un nuevo e importante acontecimiento en la historia del cine local: el estreno de un largometraje enteramente mendocino en salas comerciales nacionales.

Matías nos recibe en su casa en medio de todo lo que rodea, y con lo importante que significa para un joven realizador, estrenar una película. Su profesionalismo, su forma exigente y responsable de desempeñar su labor como director (en un momento de la entrevista lo llevará a autocalificarse, un poco en broma pero dejando entrever su forma rigurosa de trabajar, como un director un tanto “tirano”) se percibe cuando relata sus búsquedas y trayectorias de formación como sociólogo, guionista y director de cine.

Desmitificando la idea de que las cosas buenas –como lo es la apertura del Festival de Cine de Mar del Plata- son fortuitas o algo así como un golpe de suerte, el largo proceso de trabajo de Matías con “Algunos días sin música” da cuenta de un ejercicio profesional y riguroso que gestó, de algún modo, todo lo que vino después.

En esta entrevista nos encontramos con el director detrás del estreno. Matías habla –y le preguntamos varias veces- sobre su película (temática imposible de obviar porque, lo sabemos, no con la frecuencia que desearíamos una película mendocina llega a estrenarse en salas comerciales), pero vamos más allá. Indagamos en su formación, en su trayectoria personal y profesional, su opinión respecto al cine local y nacional.

Además de haber estudiado cine sos sociólogo, ¿cómo fue el recorrido personal que te llevó por estas dos carreras?

Empecé las dos carreras en paralelo. Mi opción era Cine, pero mis viejos me sugerían hacer una carrera complementaria. Buscando opciones para otra carrera, vi que Sociología tenía un cuerpo de materias que era el que a mí me interesaba tener como formación. Era más la formación de una perspectiva, de una mirada, de un pensamiento crítico que de la carrera en sí. La hice siempre pensando que lo que me gustaba era el cine. En los últimos años, hice la especialización en Cultura y empecé a darme cuenta que habían partes de la Sociología que tenían que ver con el análisis de la cultura en sentido amplio. Entonces me fui a Buenos Aires, en la UBA cursé las materias de especialización y ahí se produjo un cambio importante en la mirada sobre la carrera y mi vida. Me di cuenta de que había otras lecturas que tenían que ver más, quizás, con la Antropología cultural, con la Etnografía y cómo analiza la vida cotidiana, otras herramientas que me servían.

¿Y qué le aporta la Socilogía a tu profesión como cineasta?

Mi tesis de Sociología fue sobre la Rosa Mística, el fenómeno de la aparición de la Virgen y la devoción popular, y la hice con un seguimiento fotográfico documental de esa construcción de una identidad colectiva, y ahí iba viendo que todo era parte de lo mismo. La fotografía le aportó muchísimo al estudio teórico sociológico-antropológico, y esto me ayudaba para pensar la fotografía. Entonces, se fue nutriendo mutuamente. Cuando me di cuenta que yo era uno solo y que esas cosas convivían en mí, pude hacer que eso se retroalimentara. A mi tesis la marco como un punto importante porque fue mi proceso interno de descubrir eso.

¿Y el cine por qué? ¿Qué fue lo que te cautivó?

En realidad en mi familia se ve mucho cine; mi papá, en particular, es muy cinéfilo, muy a la europea si se quiere, es un tipo que ve mucho cine de autor italiano. Entonces yo crecí viendo esas películas y en una casa en la que se hablaba mucho de cine, estaba muy naturalizado. Entonces, sentí que el cine era una manera de contar, una manera de expresar, naturalmente lo fui incorporando. Durante
muchos años vi mucho, apilaba VHS, juntaba críticas, me volví medio obsesivo y creo que ese fue un momento en que empezaba a pensar de otra manera, me empezaba a pensar a mí mismo de grande ligado al cine. Pienso que el camino se dio de una manera muy natural y muy fluida; no recibí una revelación ni nada por el estilo.

¿Cómo fue tu proceso de formación en cine?

Terminé la Escuela de Cine, hice dos especializaciones, una en Guión y otra en Dirección. Cuando completé el proceso en la Escuela ya trabajaba en Publicidad y en algunas películas; entonces, vi que esa formación académica tenía que complementarse con otras cosas. Así fue que participé de distintas instancias de formación y me presenté a algunas becas hasta que obtuve una para hacer una capacitación en desarrollo de proyectos que es una formación bastante novedosa en Cine y que tiene que ver con el armado del proyecto previo al rodaje, en el cual buscás las líneas de financiamiento, pero trazás también, las líneas de guión y dirección.

Cuando empezaste a pensar y escribir esta película, ¿proyectaste lo que pasó después, como su presentación en el Festival de Cine de Mar del Plata o su estreno comercial?

Sí, eso es algo que se trabaja; de hecho, el desarrollo del proyecto tiene que ver con trabajar para eso. Pero cuando escribí el guión de esta película yo me pensaba como guionista, no como director. Fue a partir de un concurso en particular que se hizo en Mendoza, en 2008, donde hicieron una capacitación de proyectos y en una de esas instancias descubro que todos tenían un guión y la iniciativa de hacer una película, y yo tenía un guión pero no me imaginaba haciendo una película. Y ahí pensé en encararlo. Fue revelador, fue una
iniciativa muy grande la que se generó a partir de eso, dije yo puedo.

Y, yo no sé… soy medio tirano. Soy duro, bastante obsesivo en la planificación previa, y muy riguroso en tener organizado todo lo que se va a hacer pero para que después lo espontáneo tenga lugar. Si no sabes qué vas a filmar, lo espontáneo tampoco lo podés captar. Soy bastante riguroso y complejo en la medida en que me interesa que las cosas salgan. No sé si lo podría responder, pero estimo que debo ser bastante exigente con los demás, como lo soy conmigo mismo. Alguien me describió como “un director difícil”, pero tampoco me quiero hacer esa fama… Sí me gusta mucho escuchar a la gente que trabaja conmigo; yo elijo un equipo para que piense conmigo, y me gusta mucho escuchar su opinión.

Volviendo al proceso creativo, cuando surge una idea y comenzás a bocetar un guión, ¿a quiénes les pedís las primeras lecturas?

En la actualidad, la primera que lee las cosas, o por lo menos la que escucha las primeras ideas, es Noelia, mi novia. También he escrito mucho en colaboración con otros guionistas; entonces, el trabajo es más fluido en el sentido de que se arma la estructura casi en una charla y a partir de ahí, vas intercambiando material o escribiendo a cuatro manos. Pero también hay gente a la que a veces le mando mis escritos. Por ejemplo, con esta película ocurrió que como al guión lo había tenido que hacer para la Escuela de Cine ya tenía algunas devoluciones como parte de la instancia formativa, pero las devoluciones más fuetes las tuve después cuando empecé a pensarlo como película y lo tuve que pasar al proceso de realización. Por la especialización que yo estaba haciendo en España, trabajé con tutores de guión. Ahí, compartí con cuatro compañeros más; era una instancia muy colaborativa, hacíamos mesa de trabajo:
poníamos el material delante y lo compartíamos. Así, aprendí la importancia de esto que es quién te lee. Yo soy muy cuidadoso de a quién le doy a leer el material. Porque alguien que no sabe el nivel de vulnerabilidad o la fragilidad que tienen tus ideas en esa instancia te puede frenar y, de alguna manera, inmovilizarte para crear. Crear es una instancia muy frágil y más cuando son guiones; las películas
llevan mucho tiempo, hay que estar muy seguro de lo que uno quiere contar o del material con el que se está trabajando.

¿Creés que puede hablarse de cine mendocino en el sentido de que haya ciertas características similares que aúnen a las producciones locales más allá del criterio geográfico?

No creo que haya un cine mendocino todavía. Creo que hay una categoría en construcción, algo que, quiero creer, está pasando o va a pasar porque estamos en movimiento. Me parece que está bueno este momento de proceso, lo valoro mucho. Todavía hay poco, lo que veo son cortos o lo que hay hecho para televisión, pero en cine son dos o tres películas, no mucho más; entonces, me parece que nos falta producir más para construir esa categoría.

¿Por qué creés que no se ha dado antes este movimiento y por qué se da ahora?

Hay una situación coyuntural muy importante: el desarrollo de las tecnologías, cierto movimiento del sector audiovisual que ha sido importante y una mirada mucho más federal de los organismos de cine. Sin una mirada federal del Instituto de Cine yo no hubiera podido filmar mi película porque está financiada por éste. Yo hoy hago una película que tiene estreno nacional y vivo en Mendoza, y eso no pasaba antes. Me parece que lo que tenemos que ver para construir una categoría es qué significa vivir acá y cómo es contar las historias desde acá, cuáles son nuestras búsquedas narrativas, ¿hay alguna particularidad narrativa?, ¿tenemos ritmos propios, maneras propias de contar, personajes propios?, ¿qué es lo nuestro? Me parece que la construcción de una identidad como cine mendocino viene más por lo narrativo, la construcción de una poética de nosotros, como los realizadores de esta provincia. Es un trabajo mucho más profundo, y es el trabajo de los que hacemos.

¿Creés que de parte del público local cambió la óptica de nuestro cine a partir de algunos últimos estrenos como el de "Road July"?

Ese es un proceso que está pasando mucho en todo el país. Creo que tiene que ver con que son relatos que buscan acercarse al público, que no le dan la espalda. Por ahí, hay un prejuicio muy grande con el cine nacional y más con el regional. La premisa es la de conocer cosas nuevas, de sentir que más allá de lo propio, es algo distinto. Mendoza ha crecido mucho, demográficamente y culturalmente, y ese proceso de crecimiento va a acompañado de búsquedas nuevas. Me parece que todavía nos queda mucho por crecer, filmar más, mucho más, tendríamos que tener esa práctica de filmar y ver en buenas salas lo que filmamos, porque eso te genera confrontar con el público, te transforma como escritor, como director… como artista. Si vos no confrontás lo que hacés no completás la obra.

¿Y esto estuvo presente cuando vos pensaste en esta película, la ideaste para que se filme acá, con actores mendocinos, respetando formas culturales y de hablar locales?

Sí, cuando escribí el guión lo hice pensado en lo que tenía cerca, en lo que conozco, construí personajes que eran ficcionales hablan como hablan. 

actual este tipo de producciones? 

ser múltiple. 

ahora? 

yo.

en el futuro? 

es que espero que ese sea el camino. 

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