El sexo es salud. Y la risa, también. En esto consiste el “tickling”, una técnica que, a través de cosquillas eróticas, lidera el camino hacia un orgasmo explosivo y suma carcajadas al clímax.
Pero más allá de lo puramente sexual, esto tiene una justificación científica. El cosquilleo produce risa, lo que -a su vez- genera endorfinas (la “hormona de la felicidad”) y estimula las áreas del cerebro que se vinculan al goce y el deseo. Incluir esta práctica en la previa, suma, entre las sábanas.