¿Sos una adicta a la oficina?

Se trata de un problema que muchas personas padecen, sin ni siquiera saberlo. Datos y consejos del especialista para bajar decibeles.

¿Sos una adicta a la oficina?
¿Sos una adicta a la oficina?

Vivimos en un mundo que sobrevalora a ultranza la eficiencia profesional, al punto de premiar a quien posterga todo el tiempo cuestiones personales en beneficio del trabajo. Las mujeres (con nuestra gran capacidad de resolver muchas cosas al mismo tiempo) solemos recargar nuestras agendas hasta límites insospechados, aprovechando cada huequito de tiempo para “resolver” algo, sacar cuestiones pendientes, etc.

Pues bien: no está bueno. Trabajar compulsivamente suele hablar de cosas que no están bien resueltas, de excesos que hacen mal, de vacíos que llenamos o tapamos con hiperactividad. Por ello, algunas señales pueden ayudarte a ver si estás en zona de riesgo. A tomar nota:

Siempre estás apurada y ocupada. Jamás tenés tiempo para vos, para tu pareja, para tus hijos. Necesitás hacer varias tareas en simultáneo y controlarlo todo. Nunca cortás con el trabajo.

Te cuesta delegar y tenés una gran intolerancia a la frustración. Tenés un miedo desmesurado al fracaso. Sos perfeccionista y te autoexigís demasiado.

Te relacionás con las personas de tu entorno con cierta dificultad. No priorizás los vínculos y, por eso, no los cuidás.

Sos ciclotímica e insegura. A veces, tenés la autoestima bajísima y, otras, hiperinflada. Buscás el reconocimiento permanentemente. Y nada te alcanza, nunca.

¿Te sentís identificada con alguna de estas pautas? Si tu respuesta es afirmativa quizá sea el momento de buscar ayuda.

Enfrentar el problema

Para tratar la adicción al trabajo es importante iniciar una terapia, un taller de mindfulness o entregarte a algún curso de meditación, yoga o algo que te pare. En tanto empezá por algo:

Organizá el fin de semana de otra manera. Hacé una planificación que incluya el tiempo libre... ¡Libre! La nada misma.

Renová el menú. Regalate comer rico al menos una o dos veces. Cocinar o pedir eso que te encanta comer.

Poné música en casa. Apagá la televisión un rato.

Si estás en pareja, mirala. Dedicale tiempo. Proponele un plan distinto.

Si tenés hijos, redescubrilos. Reencontrate con ellos a través del juego, la merienda, el cine, un lindo paseo. Escuchalos, contales sobre vos, planeen fiestas de fin de año y vacaciones. No dejes que este mes sea igual a todos. Animate al cambio.

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