¿Somos la barra brava?

Nuevamente los desmanes fueron los protagonistas de una semana futbolística. Es hora de que el Estado y la dirigencia dejen de pelear y comiencen a trabajar mancomunadamente.

¿Somos la barra brava?

Maxi Salgado - Editor de Más Deportes - msalgado@losandes.com.ar

"Somos la barra brava,
De algún equipo, no importa nada,
Sólo vivimos,
Pa' que la vuelta podamos dar.
No vemos mucho el fúlbo'
El alma sufre cada segundo
Si hoy no ganamo'
Alguna cabeza habrá que patear",

 
Así reza una estrofa de una canción de la murga La Galerana en su espectáculo del Fanático y que es una muestra clara de lo que se vive -hoy por hoy- en nuestras canchas. La final del Torneo Vendimia nos volvió a demostrar que el síndrome de la violencia va ganando la batalla por varios cuerpos.

Es increíble que cincuenta o cien personas puedan arruinar la fiesta a unos 20.000 espectadores que habían disfrutado de un gran espectáculo. Pero es real.

Todo lo ocurrido en el Estadio Malvinas Argentinas terminó dejando al descubierto una serie de situaciones que hay que trabajar a la brevedad si no queremos tener que lamentar víctimas.

El Gobierno deberá demostrar que su decisión de imponer mano dura se sostendrá en el tiempo. Hay que destacar la celeridad con la que se movieron para identificar a los violentos y aplicar el peso de la ley a algunos de los responsables de los daños. Si esto se toma como una política de Estado, es posible que en poco tiempo las canchas vuelvan a ser un lugar en donde se pueda ir en familia.

Como contrapartida, se anunció que los clubes tendrán que amoldarse a la cantidad de efectivos que el Ministerio de Seguridad imponga, para cada partido, y se lo hace con el argumento de que es “más barato pagar la policía que el sueldo de algunos jugadores”; una situación que se viene repitiendo desde hace años y que vuelve a poner a las fuerzas de seguridad en el lugar de los dirigentes, porque ellos pasan a ser quienes deciden cuándo y dónde deben jugarse los partidos. Esta semana ya pasó que Gutiérrez se vio obligado a jugar el lunes por ese motivo.

Entramos entonces en un círculo vicioso en el que la policía termina teniendo argumentos para siempre pedir más efectivos en los espectáculos y los clubes se sienten desangrados por la cantidad de dinero que tienen que pagar. Todos tienen razón, pero los responsables son aquellos hinchas que sólo quieren mostrarse como más “vivos”, que el resto, y se ufanan de salir en las tapas de los diarios como los responsables. ¿Eso les da poder?

Hay culpa también de los dirigentes que se niegan a identificar a quienes conocen como conflictivos y hasta algunos justifican la reacción, porque aducen que los policías les hicieron burla.

Hay imágenes que muestran que algunos efectivos no tuvieron demasiado compromiso para frenar a los que se habían “exaltado”.

Si ambas partes no comienzan a trabajar mancomunadamente, como se hizo hace décadas en Europa, cuando este flagelo tenía a todos a maltraer y “Hooligan” parecía una marca registrada, la situación parece no tener retorno.

En Buenos Aires, donde se demostró que la violencia no sólo está en las tribunas, se habían dado buenas señales con la suspensión de los jugadores de Estudiantes y Gimnasia por parte de la gente de seguridad y del Tribunal de Disciplina de la AFA, pero eso duró lo que un suspiro. Esta semana el Consejo Directivo de la AFA autorizó a ambos equipos una serie de amistosos para que sus jugadores puedan cumplir con la pena.

Por lo pronto, el fútbol pide auxilio.

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