¿Somos así los argentinos?

¿Somos así los argentinos?

“Los argentinos hemos sido ociosos por derecho y holgazanes legalmente. Se nos alentó a consumir sin producir. Nuestras ciudades capitales son escuelas de vagancia, de quienes se desparraman por el resto del territorio después de haberse educado entre las fiestas, la jarana y la disipación. Nuestro pueblo no carece de alimentos sino de educación y por eso tenemos pauperismo mental. En realidad nuestro pueblo argentino se muere de hambre de instrucción, de sed de saber, de pobreza de conocimientos prácticos y de ignorancia en el arte de hacer bien las cosas. Sobre todo se muere de pereza, es decir de abundancia. Quieren pan sin trabajo, viven del maná del Estado y eso les mantiene desnudos, ignorantes y esclavos de su propia condición. El origen de la riqueza son el trabajo y el capital, ¿qué duda cabe de que la ociosidad es el manantial de la miseria? La ociosidad es el gran enemigo del pueblo en las provincias argentinas. Es preciso marcarla de infamia: ella engendra la miseria y el atraso mental de los cuales surgen los tiranos y la guerra civil que serían imposibles en medio del progreso y la mejora del pueblo”. Juan Bautista Alberdi -Sistema Económico y Rentístico de la Confederación Argentina.

Este escrito redactado por Alberdi en el siglo XIX, quizá sea muy duro en la actualidad, pero refleja algunas verdades que encierra nuestra nación.

Los gobiernos populistas y los malos políticos han llevado a muchas de nuestras provincias a reflejar lo que Alberdi decía en aquel tiempo.

La ayuda del Estado muchas veces es necesaria. Y no está mal que lo haga cuando se impone esa ayuda. Pero hacer creer al pueblo que se puede vivir esperando todo del Estado, sin esfuerzo propio, sin producción de riquezas, es un error que nos ha llevado al estado actual de clientelismo político, de compra de votos y de prebendas de todo orden.

Tantos políticos nuestros han comprado votos mediante dádivas, dinero, bolsones de regalos y tantas otras formas de torcer la voluntad popular. ¿Qué valor tiene un voto comprado? ¿Para qué sirve ese votante que vendió su voto por unos mendrugos? ¿Y qué valor tiene para nuestra Patria, ese político que engañó a ese pobre ciudadano?... si él sabe que está corrompiendo a ese votante, que su voto no es la manifestación de su voluntad sino del precio pagado.

Muchas cosas están mal en nuestro país. Hoy hay que enmendar los errores cometidos continuando con las cosas buenas, que también hay. Porque no todo está mal. Pero lo que no es correcto, lo que tuerce voluntades, lo que compra votos, debe ser erradicado definitivamente para que nuestro país, por fin y de una vez por todas, comience a caminar la ruta de la honestidad.

Osvaldo Enrique Arriaga  
DNI 6.800.735

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