Sobre la deuda y el relato

Durante demasiado tiempo se han dicho y escrito falacias y tonterías sobre el endeudamiento de un país.

 Sobre la deuda y el relato
Sobre la deuda y el relato

Tomar deuda no es bueno ni malo. El problema pasa por el destino de los fondos. Aquí, dentro de las mentiras del “relato”, se condenó el endeudamiento aunque el país, en estos doce años K, incrementó notoriamente su deuda que no se traduce en equipamiento ni mejor infraestructura.

Cristina Fernández, cuando anunció el arreglo con el Club de París en condiciones escandalosas pues una deuda reconocida de seis mil millones de dólares, viaje de Kicillof mediante, se convirtió en nueve mil quinientos millones y a pagar en plazos cortos, dijo otra de sus mentiras o, tal vez, mostró una vez más desconocimiento de los temas.

En efecto, dijo que la deuda era del gobierno de la Revolución Libertadora. En realidad ese gobierno consiguió que la deuda dejada por el gobierno del general Perón fuera renegociada. Ése es el origen del Club de París. Por cierto la deuda que dejó Perón fue baja pero la contrapartida era el enorme déficit de infraestructura con escasa producción de energía, rutas nacionales destruidas, ferrocarriles obsoletos, importación de 70% del petróleo que se consumía.

Vuelve a mentir la Presidente cuando dice que esa deuda consolidada en 1956 impidió el proceso de industrialización. Gracias a inversión pública, privada nacional y extranjera, el país logró el autoabastecimiento petrolero, terminar con la dieta eléctrica, construir cincuenta mil kilómetros de carreteras pavimentadas, gasoductos, instalar industrias como la ferroviaria, la automotriz, la petroquímica, construimos barcos, locomotoras, aviones y tuvimos un gran desarrollo nuclear y una universidad pública de calidad.

Por eso entre 1963 y 1974 se logró crecer en forma ininterrumpida, en un ciclo que no se repitió, con un promedio de 4% anual. De haber mantenido esa tendencia, hoy los argentinos contaríamos con un PBI de 35 mil dólares por habitante y no los escasos 15 mil de la actualidad. En 1974 la deuda no superaba los cinco mil millones de dólares que se convirtieron en más de siete mil en marzo de 1976.
Desde el golpe de Estado de 1976 hasta el restablecimiento de la democracia la deuda creció hasta superar los cuarenta mil millones de dólares.

Se hizo alguna infraestructura, se derrochó en armamentos cuando el régimen militar adoptó una política agresiva contra Chile desconociendo los fallos del Tribunal Arbitral en la cuestión del Beagle y luego en la desdichada aventura malvinense.

No puede desconocerse que la crisis petrolera de la guerra en Oriente Medio de 1973 produjo un gran impacto en el mundo, por la quintuplicación de los precios del petróleo, provocando una mezcla de recesión con inflación, la famosa stanflation que ahora soporta nuestra economía por los dislates K. Ese proceso llevó la tasa libor en 1981 a 20% a lo que se agregaba el riesgo país. Por otro lado hubo sobreendeudamiento para gasto corriente con la idea de obtener dólares para mantener planchado el tipo de cambio.

También es cierto que el endeudamiento para el derroche no fue una característica solamente del gobierno militar, pues países como Venezuela, entonces una democracia plena, o México país, entonces, de menor calidad democrática, también entraron en crisis por la deuda a pesar de ser fuertes exportadores de petróleo a precios récords. Es la cultura de renta y derroche que, como un estigma, se extiende por la región, aunque ahora varios países imitan a la Argentina de otros tiempos que invertía en su desarrollo.

En los noventa nos hemos endeudado en dólares hasta para pagar las indemnizaciones de los agentes estatales que se declaraban prescindibles o para pagar intereses acrecentando la deuda.

Así fue como en los dos últimos años de Menem y los dos del gobierno de la Alianza, en la que participaron notorias figuras del régimen gobernante actual, se incrementó la deuda en 67 mil millones de dólares y ni uno solo fue a equipamiento industrial, expansión del riego, plantas energéticas, autopistas, ferrocarriles.

En los doce años del kirchnerismo el problema se agudiza pues temas que estaban encarrilados se han vuelto a presentar, agravados. El país debe más del doble que en 2003, a pesar de los altos precios internacionales, como la soja que subió de 150 dólares en 2001 a picos de U$S 600 la tonelada y está oscilando alrededor de los quinientos dólares desde hace dos años. A ello se debe agregar el incremento de la presión fiscal, que se ha duplicado,

Tenemos déficit energético, los transportes colapsados, la reindustrialización es una mentira pues sólo armamos autos caros de modelos antiguos y que genera déficit en la balanza comercial, y las plantas armadoras de electrónicos de Tierra del Fuego son una estafa al pueblo argentino con un costo fiscal enorme y precios exorbitantes para los consumidores.

Nuestro país pudo encarar el problema de la deuda luego de la crisis por dos razones: una fue el interés del gobierno del entonces presidente Bush de menoscabar al FMI que, con sus recomendaciones, facilitaba que los bancos internacionales nos prestaran sin tomar en cuenta la capacidad de repago. La otra fue el notable incremento de los precios internacionales y que no fue suficientemente aprovechado pues de inmediato el gobierno K trabó las posibilidades de incrementar las exportaciones de lácteos, carnes, cereales y oleaginosas.

Ahora se estaban dando las condiciones para obtener dólares con la cosecha de trigo y se recomendó al Gobierno bajar las retenciones para lograrla pero sin éxito, como se sufre en Mendoza con la pérdida de mercados para el vino, el ajo, la olivicultura y las frutas, y lo saben bien los productores de otras economías regionales.

El Gobierno fomentó la desinversión de Repsol en estos años, permitió que activos de la petrolera en el exterior fueran transferidos desde Repsol YPF a la Repsol española, hizo luego el espectáculo de echar a los gerentes españoles casi por la ventana y ahora pagan fortunas de indemnización.

El juez Griesa falló durante varios años a favor de la Argentina, hasta que se cansó de escuchar que no se iba a pagar un dólar ni acatar fallos en contra.

Cristina, acostumbrada a los jueces de Santa Cruz y a jueces federales como Canicoba Corral y Oyarbide, no puede creer que haya países donde la Justicia es independiente de la política, en los que impera el derecho.

¿Frazada corta o larga ?

El Gobierno hace hincapié en la falta de recursos para pagar, pero no asume que sus errores han hecho bajar las reservas de más de cincuenta mil millones de dólares cuando asumió Cristina a los veintiocho mil millones actuales, de los cuales una parte no son de libre disponibilidad. Esto es el resultado de políticas antiexportadoras como de dislates de Néstor, Cristina, Lorenzino y Kicillof.

Se pagó diez mil millones de dólares al contado al Fondo Monetario Internacional, cuando la tasa que se pagaba era de 4%. Para compensarlo se vendieron bonos al gobierno venezolano pagando 13% anual. Al Fondo se le podía pagar en varios años o simplemente pagarle los intereses y renovar el capital.

Por el falseamiento de las cifras de crecimiento, en 2012 se pagó a los tenedores de bonos de la deuda refinanciada dos mil trescientos millones de dólares de más; hay que investigar otros años.

El valor en bolsa de Repsol YPF al momento de la estatización era de seis mil millones de dólares por la totalidad del paquete. Se le paga esa cantidad a Repsol por 50% de las acciones a una tasa de 12%, similar a la del megacanje de 2001.

Al Club de París se le pagará más de nueve mil millones de dólares cuando la deuda registrada apenas superaba los seis mil millones y con una parte al contado y el resto a cinco años. El Club de París suele refinanciar a catorce años con cuatro de gracia. Estas cifras superan los dieciocho mil millones de dólares. La frazada no era corta.

Boudou está procesado por un ilícito de cien millones. ¿Qué les cabe a los autores del relato y sus economistas?

Por eso la población debe asumir su responsabilidad y darse cuenta de que no hay desarrollo posible sin una cultura de respeto institucional. Estos años son la responsabilidad de una oligarquía política que piensa en sus privilegios y abdica de las responsabilidades que establece la Constitución.

Los legisladores nacionales se han convertido en meros aplaudidores de liderazgos oscuros basados en la corrupción y el apriete. El pueblo argentino lo paga con el incremento de la pobreza y la irrelevancia del país.

Las opiniones vertidas en este espacio no necesariamente coinciden con la línea editorial de Diario Los Andes.

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