“No hay día en que no lea el diario”, dice Adela Di Césare de Piastrellini una centenaria abuela que sorprende por su lucidez, su buen humor y su simpatía a la hora de recibir a los cronistas en la cocina comedor de su casa de Maipú.
Según contó, ella estaba segura de que un día iba a aparecer en Los Andes y desde que cumplió nueve décadas de vida, fue chiste frecuente entre sus cinco nietos y nueve bisnietos, quienes le decían que a los 100 estaría en la tapa del diario. Con esta publicación, una promesa hecha al calor de las bromas familiares, se hace realidad.
“Me levanto a las siete de la mañana y lo primero que espero es que me traigan el diario. No me muevo hasta que no leo la última hoja”, dice apasionada con unos ojos celestes que vieron la luz por primera vez el 6 de octubre de 1914, en plena Primera Guerra Mundial.
El papel de su historia
“Cuando me casé, lo primero que le dije a mi marido es que podía cambiar todo menos leer el diario”, dice y asegura que sólo utiliza los lentes para leer el cuerpo de las notas, pero que los titulares los lee sin problemas.
Adela relata que aunque le gustan todas las secciones del diario, recuerda que algunas noticias quedaron grabadas en su mente, como cuando Jorge Bergoglio fue nombrado Papa o cuando robaron los cuadros de Quinquela Martín en una casa de Las Heras. “Tiene toda la colección de Danielle Steel y ahora está esperando que lleguen los de Isabel Allende”, agregó Roxana Bonano, esposa de uno de sus nietos.
La “nona”, como le dicen en la familia, mientras agarra su 4x4 (como ella se refiere al caminador que la ayuda a trasladarse) indica que tuvo un canillita que le trajo el diario durante muchos años, pero que la memoria no le permite traerlo al presente. Actualmente es Marcelo, esposo de Roxana y nieto de Adela, quien cumple esa indispensable función.
La vecina de los 100 años
Adela actualmente vive en la intersección de Boedo y Vieytes, en Maipú, a unos metros de la cancha del Liceo Rugby Club. Pero sus anteriores domicilios siempre fueron por la misma zona. Era de esperar que para los 100 años los vecinos del lugar se revolucionaran con los festejos. “La fiesta fue maravillosa”, recuerda.
“Todavía hay gente que viene a saludarme y a visitarme”, agrega y cuenta que su familia -su sostén para llegar al siglo de vida- está compuesta por su fallecido esposo Arturo Piastrellini, sus hijos Américo -más conocido como Tito- y Aldo Arturo -o Cacho, ya fallecido y que fuera quien trajo el agua corriente a la zona -sus nietos (Viviana, Carina, Cristian, Marcelo y Gabriel) y sus bisnietos (Eduardo -el más grande-, Ornella, Bianca, Bruno, Damián, Julieta, Gianfranco, Lautaro y Giuliana -la más chica).
“Llegar a esta edad es fácil. Siempre trabajando -hasta el día de hoy lo hace como secretaria de Marcelo- y matizándolo con fiestas entre amigos y familiares. Ni siquiera tomo remedios y mis dos médicos me dicen que los voy a jubilar”, agrega risueña.
Adela, para terminar, describe que la zona ha cambiado mucho desde que se mudó a la casa donde hoy, 45 años después, está siendo entrevistada. Y desliza que aunque antes estaba plena de viñedos, olivos y ciruelos, no extraña nada de “aquellas épocas”. Rodeada de flores, de las que se reconoce gran cultivadora, seguirá esperando el diario que hoy cumple 131 años.
“Tengo que estar informada. No se me ocurre otra forma de hacerlo que no sea a través de Los Andes”, finaliza.