“Cuando el querido ‘Cabezón’ o ‘Negro’, como le decíamos nosotros, se incorporó al plantel de la primera de Andes Talleres, allá por 1967, con apenas 17 años, yo llevaba algo así como 12 temporadas de titular.
Desde ese primer día siempre supe que iba a ser figura, que llegaba para triunfar, que nos iba a acompañar a mí y a mis hermanos José y Francisco, ‘Tito’ Carra, el ‘Chiquito’ Andrade, Víctor González, Armando Fernández, Edgardo Peralta y el ‘Negro’ Nenna en logros muy importantes, como realmente ocurrió con tantos campeonatos consecutivos logrados en la exitosa década del ’70.
Lo sabía porque Orlando venía de un semillero muy exigente como el Azulgrana en esos tiempos y no cualquiera era promovido entre los más grandes. Toledo lo demostró muy rápidamente, porque cuando tuvo su oportunidad la aprovechó al máximo con un juego muy ofensivo y un goleo impresionante.
“Siempre fue un jugador muy veloz, muy buen contragolpeador, contundente y certero frente al aro del equipo rival. La jugada que hacía de llevar la pelota con la mano izquierda y definir con la derecha tipo bandeja mientras se elevaba burlando cualquier marca requería de una buena técnica.
Lo único que no se le podía pedir era que marcara porque no lo sentía, Orlando estaba para jugar al ataque y marcar la mayor cantidad de dobles posibles. Además de Andes Talleres coincidimos también en la Selección Mendocina en algunos Campeonatos Argentinos en la época que yo estaba cada vez más cerca del retiro.
Fue un excelente compañero, muy responsable en el entrenamiento y en su vida privada. Con el tiempo cumplió el objetivo que se había fijado de jugar en la exigente Liga de Bahía Blanca, nada menos que en Estudiantes de esa provincia, junto al “Mago” Cabrera, por quien sentía gran admiración. Hasta que una seria lesión perjudicó el inmejorable futuro que aún tenía.
“También hay un lazo afectivo en nuestra relación porque con el papá de Orlando, que es el padrino de mi hija Graciela, somos compadres. En la actualidad nos vemos seguido porque compartimos el grupo de amigos del club Guillermo Cano, con los que nos reunimos semana por medio para disfrutar de esa sana amistad que se ha gestado”.